Mi nombre es Felicia y asisto a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana en la República Democrática del Congo. En la Escuela Dominical he aprendido que Dios es nuestro verdadero Padre y Madre y que Lo escuchamos a través de la oración. También se nos enseña que Dios es Amor y, como siempre es amoroso, satisface todas nuestras necesidades. Quiero contarles acerca de un momento en el que Dios respondió a la necesidad de mi familia.
Un día, mi abuelo estaba buscando el dinero del transporte para ir al servicio religioso del miércoles por la noche para compartir un testimonio de curación. No pudo encontrarlo. Él estaba orando. Mi maestro de la Escuela Dominical siempre nos pide que oremos cuando tenemos dificultades, así que yo también estaba orando por él.
En la Escuela Dominical aprendimos el Salmo veintitrés, que en el primer versículo dice: “El Señor es mi pastor, nada me faltará” (LBLA). También lo repetimos a menudo en mi familia. Así que mi oración por mi abuelo comenzó de esta manera: “Señor, sé que nos bendices todo el tiempo; Tú nos estás bendiciendo ahora mismo. Estamos agradecidos por todo lo que nos das”.