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Cuando yo era niña chica estaba siempre...

Del número de enero de 1958 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando yo era niña chica estaba siempre enferma, y durante mucho tiempo lo pasé acostada de espaldas sobre una tabla. El médico había diagnosticado que estaba sufriendo de tuberculosis al espinazo, y que no había esperanzas de que me restablecería. Mi hermana alojaba en ese tiempo con una familia de Científicos Cristianos en otra ciudad y había comenzado a interesarse por su religión. Con el permiso de mi madre le pidió a una practicista que me ayudase. Casi inmediatamente comencé a mejorar, y muy pronto la curación fué completa. El médico describió esta curación como un milagro.

Sin embargo seguí creyendo todavía en las leyes materiales de la salud, mientras iba creciendo. Cuando tenía diez y siete años me vi atacada de ciática aguda. Durante todo un año me sometí a tratamiento médico sin experimentar alivio alguno. Al contrario, pues debido a que el dolor se había hecho tan intenso me vi obligada a abandonar mis estudios en la escuela por varios meses. Mi hermana me recomendó entonces que probara nuevamente la Christian Science. Asentí al momento, y le fué pedido a una practicista que me ayudara. Mediante su ayuda y mi propio trabajo sincero fui sanada completamente.

Al mismo tiempo fui curada de curvatura de la espina dorsal sin que para esa dolencia se hiciera trabajo específico. Desde entonces me he apoyado exclusivamente en la Christian Science para hacer frente a todas mis necesidades, y no podré nunca expresar mi gratitud adecuadamente a nuestra amada Guía, Mary Baker Eddy, por habernos dado esta maravillosa verdad.

Mi hija fué sanada de un quiste en la garganta después que un médico, que la había examinado a pedido de mi esposo, declaró que era menester operarla. Esta curación no fué rápida, pero muchas fueron las invaluables lecciones que se aprendieron y los defectos de carácter que fueron corregidos durante ese período. Hace algunos años fui sanada de un agudo ataque de apendicitis mediante la Christian Science después que un médico, a quien había llamado mi esposo para que diagnosticara mi caso, nos informó que no respondería por mi vida si no me sometía a una operación.

La comprensión de la totalidad de Dios me proporcionó una total inmunidad del temor durante los años de la segunda guerra mundial, cuando a diario sufríamos incursiones aéreas. Siempre me fué claro, que ya que mi verdadero ser residía en la Mente, ningún elemento destructivo podía tocarme como tampoco a ninguna otra de las ideas de Dios. Esta comprensión fué lo que nos protegió tanto a mi familia como a mí.

Deseo expresar mi gratitud por el privilegio de haber asistido a la Escuela Dominical de la Christian Science durante dos años, por ser miembro de La Iglesia Madre y una iglesia filial, por el curso de instrucción y así mismo por nuestra literatura. También deseo manifestar mi profundo aprecio por el trabajo devoto que hacen los practicistas, quienes tan bondadosamente me han ayudado siempre a encontrar el camino. He hallado cuán ciertas son las palabras del Mostrador del camino, Cristo Jesús (Juan 8:32): “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.”—

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