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La materia y el progreso

Del número de enero de 1958 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El día de año nuevo es una ocasión apropiada en la cual considerar el progreso. Muchas personas se dan cuenta que el progreso de la humanidad para extraerse de las limitaciones impuestas por la materia depende de la comprensión correcta de la materia. La gran expansión de hoy día del poder, del movimiento y de los medios de comunicación, ha ocurrido mediante el análisis de la materia como energía congelada. Se predice un progreso aún más grande cuando se comprenda la materia con más precisión y cuando sus energías sean controladas por la inteligencia.

Si las lecciones de la Biblia fueran comprendidas se percibiría más ampliamente que la materia puede ser subyugada sólo mediante la omnipotencia del Espíritu. Elías, prefigurando la Christian Science por su propia subyugación de la materia, no halló poder en las fuerzas de la naturaleza — el viento, el terremoto, el fuego — mas sí en una voz callada y suave. Mary Baker Eddy dice en el libro de texto de la Christian Science, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” (pág. 310): “La materia consta de las fuerzas ficticias de la mente mortal; pero todo poder es la Mente divina.” Los grandes caracteres bíblicos se extrajeron de las limitaciones materiales porque sabían que el poder pertenece al Espíritu, Dios, y no al opuesto del Espíritu, la materia, que tan claramente encarna toda la limitación, el mal, la enfermedad y la muerte.

La Christian Science une el verdadero progreso con el análisis correcto de la materia. En realidad la demostración completa de la Ciencia se basa sobre la comprensión de estos dos factores dominantes: a saber la totalidad del Espíritu, la Mente, y la nada de la materia. Hasta que uno comprenda que la materia puede ser reducida a las fuerzas de la mente mortal, o voluntad humana, y que esta es el supuesto contrario de la voluntad divina, poco será el progreso que se obtendrá por sobre las tradicionales limitaciones del poder. A través de la revelación espiritual Mrs. Eddy percibió que las fuerzas de la mente mortal que constituyen la materia son fabulosas y pueden ser expelidas por la inteligencia verdadera. Este conocimiento la guió al uso del poder espiritual en la curación del pecado y la enfermedad, tal como el mundo no había visto desde aquellos tiempos en que Cristo Jesús demostró la Ciencia del Cristo y confortó a la humanidad mediante el conocimiento de la substancia. El descubrimiento que hizo Mrs. Eddy de la naturaleza de la materia ha traído a la consciencia humana un progreso que aun no ha sido sondeado completamente.

Mrs. Eddy dice en Unity of Good (Unidad del Bien, pág. 35): “Yo pregunto, ¿Cuál fué primero, la materia o el poder? Aquello que fué primero fué Dios, la Mente inmortal, el Padre de todo. Mas Dios es la Verdad, y las fuerzas de la Verdad son morales y espirituales, no físicas. Ellas no son las fuerzas despiadadas de la materia.” Ella prosigue y explica luego las fuerzas de la materia diciendo lo siguiente: “Ellas son el fenómeno de la mente mortal, y la materia y la mente mortal son uno; y esta es una exposición falsa de la Mente, Dios.” El reino completo de la materia ha sido construido sobre la exposición errónea de la mente, pero no hay inteligencia en un relato falso. Sólo volviendo a una declaración justa de la Mente puede ser revelado el poder del Espíritu a la humanidad y así destruirse la ilusión que obscurece el reino de la realidad.

Es pasmoso el percibir que Cristo Jesús logró por medio de sólo el poder espiritual aquello que los cientistas físicos están tratando de alcanzar hoy día a través de la materia. El físico trata de eliminar el espacio aumentando la velocidad; Jesús se transportaba a sí mismo y al barco en el cual navegaba instantáneamente mediante la ley divina. El físico se comunica por radio y otros medios materiales; mientras que el Maestro leía el pensamiento y alcanzaba a sus pacientes mental y espiritualmente. Jesús sanó al enfermo, al ciego, al mudo, al insano, al pecador, y resucitó al muerto; pero hizo todas estas cosas por métodos espirituales en vez de por medio de drogas, rayos, sueros o la cirugía. Caminó sobre las aguas, revocando así la fuerza de la gravedad, que los físicos están tratando de controlar. Hizo del agua vino, pero la transformación se llevó a cabo mediante el Espíritu, no la regulación atómica. Multiplicó los panes y los peces no por la cultivación de granos híbridos o mejorando los métodos de incubación. ¡Cuán torpes aparecen aun los más adelantados sistemas materiales cuando los comparamos con los espirituales!

El hecho de que el Maestro enseñara a sus discípulos cómo demostrar el poder del Espíritu prueba que sus grandes obras podrán ser llevadas a cabo por todo aquel que manifieste la naturaleza del Cristo, que vence a la materia. Hablando desde el punto de vista del Cristo, el Maestro dijo (Mateo 28: 18): “Toda potestad me es dada en el cielo y sobre la tierra.” Sólo las autolimitaciones de la creencia pueden privarle a uno de la herencia del poder del Cristo otorgada al hombre por Dios. Mrs. Eddy dice en “Retrospección e Introspección” (págs. 56, 57): “La Ciencia divina exige tremendas luchas contra las creencias mortales, cuando navegamos hacia el puerto eterno sobre el insondable mar de las posibilidades.”

Es importante para nosotros saber lo que está sucediendo hoy en el mundo y comprender lo que el físico está haciendo mediante un análisis más correcto de la materia para expander la era en que vivimos. Pero es infinitamente más importante que el Científico Cristiano aprenda a analizar la materia como una falsedad, una fuerza impostora, para luego trocar esta supuesta fuerza por la verdadera energía del Espíritu, que reina suprema sobre toda creencia material. Lo que ambos necesitan, tanto el físico como el Científico Cristiano, es una comprensión metafísicamente correcta de la materia. Ambos deben percibir que las fuerzas de la mente mortal son una fábula. Entonces las maravillas de hoy, forjadas en el reino material, serán reemplazadas por las maravillas del poder divino.

El Científico Cristiano puede que no esté demostrando enteramente “el insondable mar de las posibilidades” en el estado presente de su progreso. A lo mejor no está caminando sobre las aguas, alimentando a las multitudes, transformando al agua en vino o moviéndose instantáneamente por el espacio. Pero está creciendo firmemente con poder espiritual y moral, avanzando así hacia el período en que la ley del Espíritu será demostrada como suprema gobernando todo aquello de que se halla consciente. El Científico Cristiano está aprendiendo, mediante su justa evaluación de la materia, cómo mantenerse sano y cómo sanar a otros. Además está aprendiendo a destruir el pecado en sí mismo y en otros mediante la misma evaluación correcta de la materia. Está aprendiendo a controlar su ocupación, su provisión, su atmósfera mental, su medio ambiente — todo a través de su comprensión de la totalidad del Espíritu y la irrealidad de la materia.

Mediante el progreso espiritual el poder de la Mente será al fin completamente demostrado. La materia con sus tales llamadas fuerzas será subyugada a los grandes propósitos de la Deidad hasta que su falsedad haya sido probada enteramente. El progreso y la comprensión de la nada de la materia van parejas, y continuarán así hasta la desaparición completa de la ilusión de la materia, que ha reclamado deludir y limitar el pensamiento. La voluntad humana expresada como la materia cederá a la voluntad divina, y la acción ilimitada de la Mente será reconocida al ser reflejada por el hombre, la idea inmortal de la Mente.

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