El reino de los cielos no está silencioso.
Cuando se apaciguan nuestros sentidos mortales,
La voz de armonía, eco de la voluntad divina,
Más dulce que millares de coros,
Nos consuela, dirige e inspira.
El reino de los cielos no está vacío.
Con ideas vivificantes de Aquel infinito
Su universo se equipara en potencia
Con la fuerza cósmica de un millón de soles
Y la ternura de una hoja al abrirse.
El reino de los cielos no está lejos.
Más cerca está ahora que el temor oculto
Y el pensamiento humano, porque sólo
Los mortales buscan tiempo y espacio:
El reino de los cielos aquí está.
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