Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Nuestras Salas de Lectura

Del número de octubre de 1966 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Una sala lista para recibir

Una bibliotecaria escribe:

“En la Sala de Lectura se presentan todos los días nuevas oportunidades para bendecir a nuestros semejantes. Por lo tanto, nosotros, los bibliotecarios, oramos cada mañana con nueva inspiración de modo que podamos expresar más amor, sabiduría, discreción y guía divina que nos permitan servir lo mejor de que somos capaces.

“Un día, después de haber hecho un consagrado trabajo metafísico, una mujer puede decirse que prácticamente cayó dentro de la Sala de Lectura. Le retuve la mano hasta que consiguió reponerse y estuvo en condiciones de hablar.

Dijo que se sentía agobiada porque sus sinceras oraciones no habían sido escuchadas. Le aseguré que sus oraciones ciertamente habían sido escuchadas ya que ahora se encontraba en un lugar donde recibiría ayuda. La invité a que pasara a la sala de estudios, le facilité un ejemplar de Ciencia y Salud por Mrs. Eddy y la dejé sola para que leyera tranquilamente. Muy pronto su apariencia mostró un considerable mejoramiento. Le dí un ejemplar del Christian Science Journal para que escogiera un practicista. A las pocas semanas comenzó a asistir regularmente a los servicios y a hacer uso de la Sala de Lectura. Su problema había hallado solución.

“Una mañana en que me encontraba leyendo una biografía de nuestra Guía, me vino muy claramente al pensamiento que no es suficiente saber que el hombre es atraído por la Verdad, sino que es menester comprender que el hombre sabe que es atraído por la Verdad. Más o menos una hora después entró un hombre y dijo que había estado sentado en su casa pensando cuán mal le iba, cuando repentinamente comprendió que su única solución era volver al estudio de la Ciencia Cristiana. Compró una Biblia, el libro de texto Ciencia y Salud y un Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana.

“Un día, poco antes del mediodía, mientras mis pensamientos rebosaban de gratitud por el hecho de que la Ciencia Cristiana sana, entró una mujer y preguntó si la Ciencia Cristiana realmente sanaba. Le habían dicho que necesitaba operarse. Al pasar por la Sala de Lectura y ver la literatura que se exponía en una de las ventanas, se sintió impulsada a entrar. Allí le presentaron algunas sencillas verdades para que meditara acerca de ellas y se le facilitó un ejemplar de Ciencia y Salud. Comenzó a estudiarlo. Dos semanas más tarde informó que había sido sanada al leer nuestro libro de texto.”

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / octubre de 1966

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.