Mediante este testimonio deseo expresar mi profunda gratitud a Dios por Sus bendiciones y por Su gran bondad.
Cuando conocí la Ciencia Cristiana hace algunos años, la vida no tenía gran significado para mí. No sabiendo cómo utilizar la capacidad espiritual que ahora sé que posee el hombre por ser hijo de Dios, el Padre, no había logrado los resultados debidos y en proporción a mis esfuerzos humanos, porque jamás había podido aunar mis energías, pues las desperdiciaba quejándome de mi suerte y lamentándome por mis enfermedades.
Cuando el libro de texto, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras,” por Mrs. Eddy, llegó a mis manos no lo dejé más. Fue el faro que iluminó mi senda, y las creencias que me impedían demostrar la unidad del hombre con el Padre fueron vencidas una a una y con ello comencé a experimentar curaciones físicas.
La piedra fundamental de estas curaciones lo constituyó el estudio cuidadoso y constante de la Lección-Sermón del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. En conexión con este trabajo utilicé constantemente las Concordancias de Ciencia y Salud y de las otras obras de Mrs. Eddy a fin de ampliar mis conceptos. A medida que llevaba a cabo este estudio, los males desaparecieron uno a uno, sin que para ello tuviera que aplicarle tratamiento específico a cada uno.
Según mi opinión, esta experiencia fue prueba de lo que Mrs. Eddy declara en la página 255 de nuestro libro de texto: “La Verdad eterna está cambiando el universo. A medida que los mortales se despojan de sus pañales mentales, el pensamiento se despliega en expresión. ‘Haya luz’ es el mandato perpetuo de la Verdad y el Amor, que convierte el caos en orden y la discordancia en la música de las esferas.”
Durante muchos años sólo había podido ingerir ciertos alimentos y siempre ayudada por medicinas, dado que de otra manera se creía que no podría digerirlos. Esta condición fue sanada, y además experimenté la curación de un dolor permanente a la columna vertebral, frecuentes dolores de cabeza y de los ojos, y de frecuentes hemorragias, además de la curación por completo de una antigua afección a los pies que no me permitía calzar bien, ni aún los zapatos hechos expresamente para mí.
Aunque era buena estudiante en la escuela, no parecía ser capaz de concluir mis estudios. Después de conocer la Ciencia Cristiana logré hacer en unos pocos años, más de lo que había llevado a cabo en toda mi vida.
En el campo de mis estudios se manifestó una rápida y gran unificación de todos mis esfuerzos, lo cual me permitió en poco tiempo obtener el título de profesora de Pintura y Dibujo en un instituto particular, e instalar mi propia academia dedicada a la enseñanza especializada para niños.
Las verdades de la Ciencia Cristiana que acepté y puse en práctica se han reflejado en mi hogar, en mis estudios y en mis negocios en un acrecentado orden, más paz y más inteligencia en proporción a mi comprensión.
Doy gracias a Dios por las bendiciones espirituales que experimentamos mediante esta Ciencia del Amor que explica las enseñanzas de Cristo Jesús, el Mostrador del camino, y me siento muy agradecida por Mrs. Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana. — San Martín, Provincia de Buenos Aires, Argentina.