Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Las palabras son inadecuadas...

Del número de octubre de 1966 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Las palabras son inadecuadas para expresar mi gratitud a Dios, a Cristo Jesús, nuestro Mostrador del camino, a Mrs. Eddy y a la Ciencia Cristiana.

Había sufrido durante muchos años de una úlcera a una várice. Al mudarnos de California a Oregón, mi esposo y yo fuimos a vivir con un hermano mío hasta encontrar nuestra propia residencia.

Un día en que me encontraba sufriendo de grandes dolores, mi hermano me recomendó que probara la Ciencia Cristiana. Llamaron a una practicista y un amigo me prestó un ejemplar del libro de texto por Mrs. Eddy y me dió un Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana donde aparecen las referencias para el estudio de la Lección Sermón. Estudiaba diariamente con gran dedicación estas lecciones.

La curación no fue instantánea, no obstante pudo notarse una mejoría. Bien pronto reanudé mis quehaceres domésticos y al poco tiempo la curación fue completa.

Una mañana, cuando todavía era una estudiante novicia de la Ciencia Cristiana, me apareció un sarpullido en el cuello y en el pecho. Pedí a una practicista que me diera tratamiento por medio de la oración. Parecía que estaba sufriendo de una posible enfermedad contagiosa y para estar seguros de que estábamos cumpliendo con la ley, llamamos a un médico. Diagnosticó que posiblemente se trataba de fiebre escarlatina y dijo que enviaría un funcionario del servicio de sanidad.

Cuando el funcionario vino al cabo de tres días no encontró en mí nada anormal. El sarpullido había desaparecido al segundo día y jamás ha reaparecido.

Estoy sumamente agradecida por estas curaciones que se llevaron a cabo por medio de la Ciencia Cristiana, por ser miembro de La Iglesia Madre y de una iglesia filial, y por el gran privilegio de haber tomado instrucción primaria en la Ciencia Cristiana. También estoy muy agradecida por los consagrados y pacientes practicistas que se mantienen alertas para responder cuando apelamos a ellos en momentos de necesidad. —


Pondré también mi Espíritu dentro de vosotros, y haré que
andéis en mis estatutos, y guardéis mis leyes, y las pongáis
por obra. Y habitaréis en la tierra que dí a
vuestros padres; y vosotros seréis mi pueblo,
y yo seré vuestro Dios.

Ezequiel 36:27, 28

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / octubre de 1966

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.