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La seguridad de la realización

Del número de octubre de 1966 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Cuál es nuestro propósito o nuestra meta? ¿Cómo puede obtenerse? ¿Cuán seguros estamos de lograrla? Estas son preguntas que se nos presentan a cada uno de nosotros en una ocasión u otra y que deben ser respondidas.

En cierta oportunidad mientras meditaba sobre las mismas enfocándolas bajo la luz de la Ciencia Cristiana, un sinnúmero de otras preguntas se agolparon a mi pensamiento. Todas tenían algo en común. Comenzaban con las mismas palabras: ¿Te gustaría ser ... ?

Me preguntaba a mí mismo: ¿Te gustaría tener éxito en todo lo que emprendes? ¿Te gustaría ser completamente feliz? ¿Te gustaría expresar la inteligencia, el dominio, la salud y la armonía perfecta? ¿Te gustaría estar consciente de la presencia de Dios y de su cuidado protector en todo momento?

Y la respuesta a todas estas preguntas era naturalmente que me gustaría mucho. Pero me dí cuenta que el detenerme en ese punto y meramente desearlo sería no ir más allá de un simple deseo.

Tomé la Biblia y leí lo que el padre le había dicho al hermano mayor del hijo pródigo: “Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas” (Lucas 15:31). En esta parábola Cristo Jesús les aseguraba a sus seguidores sobre la provisión completa del Padre para todos Sus hijos.

Entonces mi pensamiento halló gran paz al meditar en las palabras de Jesús: “No temáis, manada pequeña, porque al Padre le place daros el reino” (Lucas 12:32). Aquí sentimos nuevamente la convicción confortadora del cuidado afectuoso de Dios. A continuación leí la declaración del Maestro en su Sermón de la Montaña (Mateo 6:33): “Buscad primeramente el reino de Dios, y su justicia; y todas estas cosas os serán dadas por añadidura.”

A medida que albergaba estas grandes verdades en el pensamiento, me dije: Todas estas promesas pueden verse cumplidas en mi experiencia y en la experiencia de cualquiera. Cristo Jesús probó cuán cierto era esto. ¿Mas cómo lo llevó a cabo?

Mrs. Eddy percibió la respuesta y nos la dió en las enseñanzas de la Ciencia Cristiana. En Ciencia y Salud, ella da esta definición de “cielo” (pág. 587): “La armonía; el reino del Espíritu; gobierno por el Principio divino; espiritualidad; felicidad; la atmósfera del Alma.”

La palabra espiritualidad usada en esta definición da la clave del éxito de Jesús. El sabía que en su verdadera identidad era el Hijo de Dios, el Espíritu, por consiguiente, espiritual y perfecto. Y todos sus pensamientos y actos se basaban sobre el entendimiento que poseía de esta filiación con Dios.

El entendimiento espiritual de la perfección de la identidad verdadera se halla disponible para que todos nosotros lo utilicemos. Jesús dijo (Mateo 5:48): “Sed, pues, vosotros perfectos, así como vuestro Padre celestial es perfecto.”

El período que dediqué a la meditación respecto a estas preguntas y respuestas me aportó por lo menos tres cosas: una idea más clara de la meta que tenía por delante, un entendimiento más amplio de lo que debe hacerse para alcanzarla, y una convicción más firme de la seguridad de su realización. En Ciencia y Salud, Mrs. Eddy dice de aquellos que disciernen la Ciencia Cristiana (pág. 97): “Mantendrán la ley y el orden, y esperarán gozosos la certeza de la perfección final.”

La Ciencia Cristiana nos enseña que alcanzamos la perfección no tratando de esforzarnos por hacer de un mortal imperfecto uno perfecto, sino reconociendo la perfección presente del hombre verdadero y demostrando progresivamente este hecho en nuestra vida diaria. Esta demostración progresiva es una experiencia gozosa. El primer verso del Himno No. 64 en el Himnario de la Ciencia Cristiana describe esto en estas palabras:

De la materia al Alma es mi sendero, de inquieta sombra a dulce claridad; y es tal la realidad que yo contemplo que canto: “He hallado la Verdad!”

En Miscellaneous Writings (Escritos Misceláneos, pág. 118) nuestra Guía nos da esta seguridad confortadora: “Tened buen ánimo. La lucha con el yo es grandiosa; nos da empleo de sobra, y el Principio divino trabaja con nosotros, — y la obediencia corona los esfuerzos perseverantes con victoria eterna.”

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