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Ahondando nuestra comprensión

Del número de abril de 1966 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Aquel que adora a Dios con profundo entendimiento y no superficialmente muestra por su manera de vivir que se ha elevado por encima de la poca satisfacción que ofrecen las creencias tradicionales y el rito, y siente que tiene una razón verdadera para la devoción. Nuestro gran Ejemplificador, Cristo Jesús, dió muestras de un móvil sincero y genuino para la adoración cuando enseñó a sus seguidores a orar de esta manera: “Venga tu reino. Sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Lucas 11:2). El Maestro indicó claramente mediante su ministerio que su razón para la adoración se basaba sobre el hecho de que existía un estado celestial que debía ser revelado, y que el poder de la voluntad divina que lo gobierna todo debía ser probado.

La comprensión espiritual de Jesús era muy profunda y sus maravillosas obras lo probaron. El demostró el poder divino. Mas él dijo que si la humanidad deseaba expresar este poder debía arrepentirse del materialismo y regenerarse, es decir, nacer de nuevo. El no seguir sus instrucciones es lo que mantiene a la adoración en un plano superficial, carente del poder que debiera acompañarla. El Maestro sanaba con evidente facilidad a las víctimas de la enfermedad, ceguera, sordera, deformidad, e insanidad y con la misma facilidad resucitó a los muertos. En cada caso él aplicó la ley del Amor a los problemas impuestos por la mente carnal o mortal. La fuerza de la verdad en acción que él reflejaba tenía el poder de acallar la voluntad humana y probar la irrealidad de todo lo que se opone a la voluntad del Padre para Su hijo, Su semejanza.

La Ciencia CristianaChristian Science: Pronunciado Crischan Sáiens. expone el método del Maestro y ha efectuado gran número de curaciones de pecado y de los males que plagan a la humanidad. Al adoptar esta religión, los estudiantes encuentran bastante fácil creer en las maravillosas verdades del ser que revela, por ejemplo, la totalidad de Dios, la perfección espiritual del hombre, la relación indivisible del hombre con Dios, y la naturaleza mental del ser.

La gente a menudo se ve sanada aún por un leve conocimiento de estas verdades. Mas llega un momento en que deben inquirir más profundamente acerca de ellas para poder hacer frente a las aparentes causas de la enfermedad y a otros errores y corregirlos. Los Científicos Cristianos se enfrentan a veces con circunstancias obstinadas que requieren un esfuerzo consagrado para vencer la resistencia que la mente mortal presenta al Cristo sanador, la Verdad. Un conocimiento superficial de la Verdad o el error, no será suficiente para vencer esta resistencia. Los elementos básicos de las dificultades humanas deben ser erradicados por la Verdad. La creencia de que la vida reside en la materia debe ser corregida. El magnetismo animal, la acción mesmérica de la supuesta mente mortal debe ser detenida por el espíritu del Cristo.

Mary Baker Eddy hace esta profunda declaración en “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” (pág. 102): “Siendo su base una creencia, y ésta una creencia animal, en la Ciencia, el magnetismo animal, mesmerismo o hipnotismo es una mera negación, que no posee inteligencia, poder ni realidad, y para los sentidos es un concepto irreal de la llamada mente mortal.”

Si hemos de destruir mediante una profunda comprensión, la base de los errores que no han sido vencidos, todo lo que es animal debe ser conceptuado como extraño para el hombre verdadero, y en consecuencia desechado. En la consciencia humana no debe existir ningún lugar para la codicia, el temor, odio, la envidia, herencia, ignorancia, o cualquier otro elemento animal. Si persistiera un estado de error, se debe a que la base animal de la acción mala no ha sido destruída.

La verdad fundamental que vence el error básico radica en que la Mente divina es todo y única, y en la perfección espiritual del hombre, la idea de la Mente. La actividad de la Mente está siempre presente para anular la supuesta acción de la mente malévola. No obstante, la superioridad de la actividad de la Mente, es decir, el Cristo, debe ser comprendida profundamente y el sentido verdadero de acción debe ser vivido y aplicado inteligentemente como parte íntegra de la devoción religiosa. No sería ético que un Científico Cristiano creyera en una mente malévola o expresara la naturaleza animal.

Estas palabras de Jesús concernientes al mundo que fueron pronunciadas poco antes de su crucifixión pueden aplicarse a esta era (Juan 15:22, 24): “Si yo no hubiera venido y les hubiera hablado, no hubieran tenido pecado; mas ahora no tienen excusa por su pecado. ... Si yo no hubiera hecho entre ellos obras cuales nadie las ha hecho jamás, no hubieran tenido pecado; ahora empero las han visto, y han odiado tanto a mí como a mi Padre.”

La adoración científica de Dios con una profundidad de comprensión de esta clase, vence el mesmerismo básico de la mente carnal una y otra vez, agita el mal y trae a la superficie del pensamiento humano todo lo que debe verse como erróneo a fin de que pueda ser destruído. Estos errores patentes eventualmente se disiparán a la luz de la verdad revelada acerca de Dios y el hombre. Cuando esta catálisis sea comprendida mejor mediante la Ciencia, la gente sabrá cómo hacer frente a la confusión, la violencia y la desmoralización que parecen perturbar a la sociedad, y así evitará que se sienta desesperada. Continuará adorando profundamente y percibirá que se está operando una transición en la manera de pensar de la humanidad y que determinará que el mal se destruya a sí mismo.

En Ciencia y Salud, Mrs. Eddy escribe (pág. 540): “El lecho fangoso de un río tiene que ser agitado para purificar la corriente. En la catálisis moral, cuando los síntomas del mal, de la ilusión, se agravan, podemos pensar en nuestra ignorancia que el Señor ha producido un mal; pero deberíamos saber que la ley de Dios desenmascara el llamado pecado y sus efectos, sólo para que la Verdad pueda aniquilar todo concepto del mal y toda facultad de pecar.”

El Científico Cristiano posee una razón muy verdadera para sentirse devoto en su adoración a Dios. Gradualmente se está tornando más consciente del reino del Espíritu, en el cual Dios lo gobierna todo y donde reina la armonía. Y él sabe que la voluntad de Dios está presente, y que está activa en la consciencia humana, sanándola y salvándola de las diabólicas intenciones de la tal llamada mente mortal por medio del cristianismo.

Paso a paso, el estudiante de la Ciencia profundiza su concepto de adoración a medida que aprende a sanar al enfermo y al pecador al probar la unidad de Dios y el hombre. La pureza absoluta es su meta en razón de que la pureza y el poder son inseparables. Al igual que Pablo puede decir con alegría (Romanos 11:33, 36): “¡Oh profundidad de las riquezas, así de la sabiduría como de la ciencia de Dios! ... Porque de él, y por medio de él, y para él son todas las cosas. A él sea la gloria para siempre.”

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