Muchas de las dificultades que surgen en la experiencia humana se deben a la creencia de que la substancia es materia. Este concepto falso acerca de la substancia induce a los hombres a buscar la adquisición de más y más materia, y a menudo a confiar en ella en sus esfuerzos por obtener la felicidad y la seguridad. La enseñanza equivocada de que la substancia se obtiene por el mero esfuerzo humano ha originado muchas discordancias.
Mrs. Eddy escribe en el libro de texto Ciencia y Salud (pág. 468): “La substancia es aquello que es eterno e incapaz de discordancia y decadencia.” Más adelante en el mismo párrafo ella declara: “El Espíritu, sinónimo de la Mente, el Alma o Dios, es la única substancia verdadera.” El estudiante de la Ciencia Cristiana muy pronto se da cuenta de que la materia es irreal; que es el estado subjetivo de la mente mortal y que nunca es la substancia verdadera. En el grado que comprendemos la explicación de nuestra Guía acerca de la substancia como Espíritu, cesamos de aceptar la pretensión falsa de que la substancia es material.
La substancia infinita y verdadera que es Espíritu, es reflejada por el hombre y no está sujeta a fluctuaciones de ninguna especie, porque nunca se halla regulada o controlada por las tales llamadas leyes de la materia. A medida que comprendemos que el hombre es el linaje espiritual de Dios, también comprendemos que como Padre, El cuida tiernamente de Su familia, y discernimos además que el hombre nunca carece de la verdadera substancia, porque todo lo que el Padre tiene es también suyo.
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