Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

La Ciencia Cristiana llegó a...

Del número de abril de 1966 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La Ciencia Cristiana llegó a mi conocimiento por medio de un ejemplar del Christian Science Sentinel que fue dejado en nuestra casa. El primer artículo despertó mi interés y estimuló en mí el deseo de obtener el libro de texto, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” por Mary Baker Eddy.

Mediante un estudio a fondo de esta obra maravillosa y la asistencia a los servicios de una Iglesia Científica de Cristo, en menos de un año fuí sanada de una afección a la espina dorsal para la cual me había sometido a tratamiento médico por el espacio de siete años. Al mismo tiempo experimenté una curación de una enfermedad al corazón. Desde que comencé el estudio de la Ciencia no he tenido que tomar ningún medicamento ni permanecer en cama un sólo día.

Nuestro hijo experimentó recientemente una curación muy notable. Se hallaba trabajando en otra estado y durante la Semana Santa había emprendido un viaje por otra región con unos amigos. Perdió el dominio de su coche. El vehículo se volcó, lanzando a un costado del camino a nuestro hijo quien sufrió graves lesiones en la cabeza. El médico que lo atendió en la escena misma del accidente nos llamó por teléfono desde más de tres mil kilómetros, informándonos que nuestro hijo había sufrido la fractura del cráneo y que no creía que podría sobrevivir a través de la noche. No nos dió ninguna esperanza de que se restablecería.

Cuando recibimos esta noticia nos encontrábamos en la compañía de amigos que son Científicos Cristianos, de manera que la verdad fue afirmada inmediatamente. Llamamos a una practicista y en vista de que el médico nos había dicho que no había esperanzas de restauración, ella se sintió libre de suministrar tratamiento al joven inmediatamente.

A las pocas horas pudimos abordar un avión y luego por taxímetro llegamos al hospital del pueblo donde se hallaba nuestro hijo. Allí lo encontramos aún inconsciente y todo se hallaba listo para trasladarlo por ambulancia al hospital de una ciudad.

Frente mismo al hospital había una Iglesia Científica de Cristo, la cual visitamos, y a la entrada vimos inscrita en una de las paredes este versículo del libro de Jeremías (30:17): “Porque haré curar tus llagas y sanaré tus heridas, dice Jehová.” Meditamos acerca de estas maravillosas palabras y fuimos testigos de cómo operaba la ley de la Mente divina. Al tercer día el muchacho recobró el conocimiento, para gran asombro y alegría del personal del hospital.

No se le sometió a ninguna intervención quirúrgica ni tampoco a medicación alguna después que comenzó a recibir tratamiento según la Ciencia Cristiana. Como se explica al principio, el muchacho se encontraba a más de tres mil kilómetros de distancia de la practicista y su curación fue una prueba maravillosa de la eterna presencia y la omnipotencia de la Mente. Firmemente nos aferramos a la Verdad acerca de Dios y de Su idea, el hombre, conscientes de que, tal como lo expresa Mrs. Eddy en su obra Miscellaneous Writings (Escritos Misceláneos, pág. 151): “Dios es nuestro Padre, nuestra Madre, nuestro Ministro y el gran Médico.”

Hora tras hora pudimos constatar cómo desaparecía la evidencia de las cortaduras, magulladuras y ojos amoratados. Los médicos no salían de su asombro cuando nuestro hijo, ya listo para el largo vuelo que nos esperaba para regresar a nuestra casa, salió caminando del hospital al décimo día.

Las meras palabras humanas no pueden expresar la gratitud que siento por la Ciencia Cristiana. Sólo pido a Dios que escudriñe mi corazón. Agradezco a la practicista que firmemente declaró las gloriosas verdades que aprendemos en la Ciencia Cristiana, y agradezco humildemente por las lecciones que estoy aprendiendo.

Soy miembro de La Iglesia Madre y de una iglesia filial, en la cual tengo el privilegio de servir. —

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / abril de 1966

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.