Una de las innumerables bendiciones que un Primer Lector en una Iglesia Científica de Cristo deriva de su trabajo, es la percepción de la importancia que encierra el estudio de la Lección-Sermón que aparece en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, no sólo para su propio progreso espiritual sino también para el de la iglesia.
Un Lector halló que cada lunes al orar pidiendo a Dios que fuera su maestro, comenzaba el estudio con un gran entusiasmo de aprender las cosas nuevas que Dios le revelaría por medio de la Lección-Sermón. Y todos los sábados, cuando recordaba lo que ésta le había enseñado su gratitud era siempre mayor.
Tal como lo indica el folleto titulado: “Guía para los Lectores” preparado por La Junta Directiva de la Ciencia Cristiana, los Lectores pueden consultar obras auxiliares que les ayudarán con el estudio de la Biblia, tales como Concordancias, mapas y diccionarios que los familiarizarán con el origen histórico de un pasaje, la posición geográfica y el medio ambiente religioso, filosófico, cultural, político, social y económico en el cual tomó lugar el acontecimiento.
Al estudiar, los Lectores debieran esforzarse por comprender espiritualmente cada pasaje. Después de estudiar cada sección, el Lector hallará útil hacer un resumen de las ideas que le han sido reveladas para su uso exclusivo.
Al fin de la última o sea la sexta sección vemos la estructura o el desarrollo de toda la lección. A medida que continuamos descubriendo el desarrollo a la luz del entendimiento que Dios nos da, quedamos maravillados ante la unidad y armonía que encierran todas sus partes.
La infinita variedad en que pueden desarrollarse los veintiséis temas demuestra que Dios reveló estos temas a Mrs. Eddy. Es igualmente una prueba más de que La Iglesia Madre prefigura la Iglesia Universal y Triunfante de Dios, en razón de que la misma lección es estudiada en todas las latitudes, tanto por el Científico Cristiano experimentado que, por su adelanto espiritual está al nivel de un maestro de la Ciencia Cristiana como por el neófito que estudia sus primeras lecciones. Son los mismos textos, la misma lección, la misma instrucción para todos.
Y todos se benefician de acuerdo con la comprensión y aplicación de las verdades que comprenden. Lo maravilloso es que los mismos temas nos resultan siempre nuevos y siempre nos ofrecen nueva percepción.
Cuando aprendemos algo de este estudio de Dios y avanzamos un poco en Su sabiduría, sentimos como dice nuestro himno No. 64:
Sé que tocó mi pie sagradas losas,
si llego de la Mente hasta el portal.
Asistir los domingos a la iglesia inspirados por el amor a la lección, sabiéndola casi de memoria y con la paz de consciencia que da el haber hecho el máximo esfuerzo en su estudio, los Lectores muchas veces recuerdan la carta de Mrs. Eddy titulada “A un Primer Lector” que aparece en la página 247 de su obra “The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany (La Primer Iglesia Científica de Cristo y Miscelánea) en la cual ella dice: “¿Acudís a vuestra pequeña grey tan llenos del sustento divino que podéis echar vuestro pan sobre las aguas? Entonces estad seguros de que lo hallaréis después de muchos o de pocos días.”
Aquel que ha disfrutado del privilegio de ser Lector en una Iglesia Científica, de Cristo, sabe el goce que proporciona leer la lección en su propia iglesia.
En el Artículo III, Sección 1, del Manual de La Iglesia Madre, Mrs. Eddy escribe: “Los Lectores de La Iglesia Madre y los de todas sus iglesias filiales deben dedicar una porción adecuada de su tiempo a la preparación de la lectura de la lección del domingo, — lección de la que depende en gran parte la prosperidad de la Christian Science.”
En la lectura dominical todos tomamos parte activa al unir la luz espiritual que Dios nos ha dado individualmente, a la luz de los demás. Y esta combinación de luz que es el resultado del estudio, la oración y la demostración será la luz que atraerá a nuestra iglesia a los peregrinos cansados y sedientos. Como Cristo Jesús nos lo dijo en Mateo 5:14: “Sois la luz del mundo. Una ciudad asentada sobre una montaña no se puede esconder.”