El hogar, la familia y los amigos son factores importantes en nuestra vida y en nuestros asuntos. Cuando reinan el amor y el respeto mutuo, la relación entre marido y esposa es quizás el vínculo más confortante y más amado de la existencia humana.
Cuando este vínculo sufre una interrupción debido al fallecimiento de uno u otro de los amados compañeros, el que queda solo se ve frente a una prueba y una experiencia que parecería ser intolerable y desoladora. El que permanece es probable que no desee seguir viviendo. Al igual que Martín Lutero, es posible que diga lo siguiente: “Estoy cansado del mundo y el mundo está cansado de mí; la despedida será fácil.” No obstante, para el estudiante de la Ciencia Cristiana que confía en Dios, que ama a Dios, el deseo de acabar con su vida para seguir a su amado compañero no constituye la solución, ni mucho menos es hacer frente al problema de acuerdo con las enseñanzas de Jesús o de Mrs. Eddy.
En Ciencia y Salud, Mrs. Eddy sigue las enseñanzas y ejemplos de Jesús y nos enseña que la muerte no es la solución de ningún problema, sino que por el contrario, es un enemigo contra el cual debemos luchar y vencer. La Ciencia Cristiana enseña que la muerte no existe en realidad, que sólo es una ilusión, un producto irreal de la mente mortal, la que en sí misma es irreal.
Cuando la muerte pareciera hacer su entrada en un hogar, puede que cause serios cambios en la vida humana. Y para este problema, como para cualquier otro, la Ciencia Cristiana nos ofrece la solución si nos esforzamos por buscar y utilizar lo que hemos hallado. Por ejemplo, en Ciencia y Salud leemos (pág. 560): “El cielo representa la armonía, y la Ciencia divina interpreta el Principio de la armonía celestial. El gran milagro para el sentido humano es el Amor divino, y la gran necesidad de la existencia es obtener la verdadera idea de lo que constituye el reino de los cielos en el hombre.” Es obvio que esto no constituye un requisito para después de la muerte, sino que es necesario aquí mismo y ahora.
¿Más qué reemplazante podemos encontrarle para el ocupante solitario de una casa? Aquí la Ciencia Cristiana viene nuevamente en nuestra ayuda. Dice así (ibid., pág. 254): “Peregrino en la tierra, tu morada es el cielo; extranjero, eres el huésped de Dios.”
Jesús habló muchas veces acerca del reino de los cielos. Una de sus declaraciones más familiares es ésta: “Ni dirán: ¡Helo aquí! o: ¡Helo allí! porque he aquí que el reino de Dios dentro de vosotros está” (Lucas 17:21).
Para un estudiante de la Ciencia Cristiana que había perdido a un ser querido, el problema de seguir viviendo solo y hacer frente a las tareas diarias le parecía intolerable y aún hasta imposible. Un día en que se sentía muy deprimido, decidió rogarle a Dios para que le ayudara a percibir lo que significaban el hogar y el cielo y cómo debía pensar y actuar. Lo hizo y los resultados fueron sorprendentes y repentinos.
En su ambiente material no se operó ningún cambio; todo permaneció tal cual estaba antes de que orara, pero su actitud mental había cambiado. De la condenación propia y aún del resentimiento y la falta del deseo de trabajar, su pensamiento había cambiado a uno de humildad, amor y gratitud, viéndose invadido por un deseo de servir a Dios de acuerdo con Su voluntad y no subordinado a su propia voluntad humana. Todo esto resultó en un estado mental lleno de la expectativa del bien que le aportó gran satisfacción. El reino de los cielos había aparecido en verdad en su manera de pensar. El estudiante sintió que había llegado el momento de estudiar y trabajar en vez de desperdiciar el tiempo lamentándose y dándose a la conmiseración propia. Este punto de vista nuevo y mejorado ha resultado en una vida mucho más feliz y llena de gratitud.
La enseñanza que nos ha dado Mrs. Eddy debe ser estudiada seria y constantemente y las verdades que se descubren deben ser puestas en práctica gustosamente. Un sincero estudiante confesó que había leído Ciencia y Salud enteramente más de cincuenta veces, y otro estudiante recientemente dió un testimonio diciendo que su curación había sido el resultado de su estudio de Ciencia y Salud durante muchas horas al día.
Es bien sabido que Mrs. Eddy misma estudió muy profundamente este libro. Ella no creía que era su producto personal, por el contrario sentía que era la revelación divina.
Aquellos que buscan oro o piedras preciosas trabajan tanto y tan duro como les es posible humanamente. De modo que, ¿por qué no buscar a Dios con el mismo afán? Nos llevará al hogar, al reino de los cielos aquí y ahora. Jeremías expresó esta promesa de Dios (29:13): “Pues me buscaréis y me hallaréis cuando me buscareis de todo vuestro corazón.”