Hoy en día se exige que la gente demuestre cada vez más habilidad en la profesión que ha escogido. Bruce Barton escribió lo siguiente: “Los hombres más capaces en todas las profesiones son los hombres de fe.” La capacidad de distinguir un curso de acción correcto y sabio, y adoptar esa acción en toda circunstancia es fundamental para alcanzar el éxito. Para esto la Biblia constituye una guía básica e infalible.
Cristo Jesús probó en toda su carrera terrenal su habilidad para hacer frente a cualquier problema mediante la confianza en Dios y la comprensión de El. El apóstol Pablo en su epístola a los Romanos dice (8:38, 39): “Estoy persuadido que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni poderes, ni cosas presentes, ni cosas por venir, ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna otra cosa creada será poderosa para separarnos del amor de Dios, que es en Cristo Jesús nuestro Señor.”
En todas las circunstancias de la vida diaria, podemos obtener la sabiduría, el coraje, la habilidad y el poder de actuar correctamente basados sobre la comprensión de la totalidad y la omnipotencia de Dios, disponible aquí y ahora mismo. Esta comprensión es la esencia de la fe y a la cual las Escrituras llaman: “la seguridad que se tiene de cosas esperadas, la prueba que hay de cosas que aun no se ven” (Hebreos 11:1).
Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, escribe en “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” (pág. 128): “Un conocimiento de la Ciencia del ser desarrolla las capacidades y posibilidades latentes del hombre. Extiende la atmósfera del pensamiento, dándoles a los mortales acceso a regiones más amplias y más altas. Eleva al pensador a su ambiente natural de discernimiento y perspicacia.”
Debido a afecciones físicas que los médicos diagnosticaron serían la causa de una muerte prematura, el que escribe sólo pudo recibir instrucción limitada. Más tarde, al enterarse sus padres acerca de la Ciencia Cristiana, le pidieron a un practicista de esta Ciencia que lo ayudara por medio de la oración. Su salud comenzó a mejorar rápidamente de manera que pudo reanudar sus estudios. A los tres años recibió una beca que le permitió seguir estudiando. Más tarde tuvo oportunidad de rendir un examen que le guió a una activa vida de negocios. En este trabajo tuvo que aprender un gran número de rutinas diversas, demostrar aptitudes nuevas sucesivamente en diversos ambientes, y probar así que las limitaciones de su juventud habían sido completamente eliminadas.
Su continuo estudio y aplicación de la Ciencia Cristiana durante muchos años le han convencido que la habilidad, así como todas las cualidades buenas, son herencia del hombre por ser reflejo de Dios, el Amor divino.
La rica experiencia del autor sirve de ejemplo del valor práctico que tiene la comprensión de las Escrituras para todos los hombres, y que puede ser aplicada a cada fase de la vida diaria. Esa comprensión está disponible aquí y ahora para todos.