Desde que apareciera publicado mi primer testimonio en el año 1939, he recibido muchas bendiciones por medio del estudio y la aplicación de la Ciencia Cristiana. Durante el transcurso de estos años he sido sanada de muchas dolencias por medio de la oración. Cortaduras, quemaduras, contusiones y lesiones han sido sanadas instantáneamente. En muchas ocasiones el camino era oscuro y dificultoso, pero la ayuda de la Ciencia Cristiana siempre estaba próxima. Varios objetos han sido encontrados al persistir en la verdad de que nada puede perderse en la infinitud de la totalidad de Dios. Se ha demostrado la abundancia al afirmar estas palabras de Jesús: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33).
Alrededor de seis años atrás comencé a padecer de artritis. Fueron afectadas casi todas las coyunturas de mi cuerpo y el dolor era muy fuerte. Periódicamente, durante ocho meses, recibí ayuda muy efectiva de una consagrada practicista de la Ciencia Cristiana. No sé exactamente cuándo ocurrió la demostración, pero la curación ha sido permanente y puedo mover sin dificultad todas las partes de mi cuerpo. A pesar de que tengo ochenta y siete años de edad, me ocupo de mis quehaceres domésticos, cuido de mi jardín, del césped y de otro jardín pequeño, con muy poca ayuda.
“Mantened vuestro pensamiento firmemente en lo imperecedero, lo bueno y lo verdadero, y traeréis éstos a vuestra experiencia en la medida que ocupen vuestros pensamientos” (Ciencia y Salud por Mrs. Eddy, pág. 261). Hago un esfuerzo especial por mantener “lo imperecedero, lo bueno y lo verdadero”.
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