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Habiendo recibido gran ayuda de...

Del número de abril de 1968 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Habiendo recibido gran ayuda de un testimonio que apareció en un Christian Science Sentinel, es por lo que con alegría y profunda gratitud a Dios y a la Ciencia CristianaChristian Science: Pronunciado Crischan Sáiens. paso a relatar una maravillosa curación que tuve de un tumor que fue diagnosticado por los médicos como cáncer de la garganta.

Me había sometido a una operación para extirpar el tumor, pero poco después éste apareció de nuevo. Después de haber estado durante siete meses bajo tratamiento médico se perdió toda esperanza de que me recuperara, pero me sugirieron, sin embargo, que continuara con el tratamiento. Durante la operación quirúrgica me extirparon la glándula tiroides y me dijeron que tendría que tomar tabletas para la tiroides por el resto de mi vida.

Varios años antes de esta experiencia había oído algo de la Ciencia Cristiana y cuando llegué a este punto pensé que esta Ciencia podía ayudarme. Me puse en comunicación con una practicista y le pedí que me diera tratamiento. En ese tiempo me encontraba tomando las tabletas para la tiroides, y fue sabiduría el que se me dijera que en la Ciencia Cristiana no se da tratamiento en tanto que el paciente se encuentra dependiendo de tratamiento médico.

Tengo motivos para estar muy agradecida por la firme fidelidad demostrada por la practicista hacia las enseñanzas de la Ciencia Cristiana, ya que esto fue una oportunidad para mí para guiarme a la libertad. Fue mientras me encontraba considerando seriamente esto cuando leí el testimonio al cual me he referido, el que incluía el siguiente pasaje de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy (pág. 376): “Al enfermo pálido, en quien declaráis que se está agotando de consunción de la sangre, debe decírsele que la sangre nunca dió vida y nunca la puede quitar, — que la Vida es el Espíritu, y que hay más vida e inmortalidad en un solo motivo bueno y una sola acción buena, que en toda la sangre que jamás haya corrido por venas mortales, simulando un sentido corporal de vida”. Las palabras “la sangre nunca dió vida y nunca la puede quitar”, llamaron mi atención y vi de inmediato que, del mismo modo, la tiroides tampoco podía darme vida o quitármela. Entonces dejé de tomar las tabletas, y como ya no estaba bajo tratamiento médico para el tumor, comencé a recibir tratamiento en la Ciencia Cristiana, el que me fue suministrado por algunos meses.

Durante este tiempo me estaba sometiendo a exámenes periódicos en la clínica para cáncer a fin de satisfacer a los miembros de mi familia que no eran Científicos Cristianos. Los doctores no pudieron explicarse el motivo de mi mejoría y me pidieron los dejara tomarme radiografías. Consentí confiada, y como no pudieron encontrar ningún vestigio del tumor canceroso, me dieron de alta como completamente libre de cáncer.

Esta curación se realizó hace cinco años y ahora disfruto de buena salud. “El dio bendición, y no podré revocarla” (Números 23: 20).

Es un privilegio y alegría compartir esta experiencia con otros, y nuevamente expreso mi gratitud a Dios por la revelación de la Ciencia Cristiana y por el trabajo de nuestros practicistas.


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