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Hace algunos años mi marido se...

Del número de abril de 1968 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace algunos años mi marido se enfermó repentinamente y falleció. Yo quedé aturdida y desconsolada. No sabía realmente qué camino debía tomar. Era entonces una mujer joven con dos niños que criar y un hogar que mantener. Oré fervientemente tan bien como pude para saber qué hacer.

Comencé a recordar algunas de las declaraciones que había leído en cierta publicación de la Ciencia Cristiana que mi hermana me había enviado. Llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana, la que se mostró muy amable, me alentó mucho y me dijo que pidiera prestado o que comprara un ejemplar de Ciencia y Salud escrito por Mrs. Eddy y que lo leyera y meditara. Prácticamente devoré el libro; lo leía en cada momento libre que tenía. Desde el principio, casi, me di cuenta que había encontrado la verdad y que era realmente lo que fundamentalmente siempre había creído. Mi pena fue sanada. Conseguí un trabajo muy apropiado que ayudó a reforzar mis ingresos. Paso a paso las cosas comenzaron a organizarse y a ubicarse en su lugar. Desde aquel momento yo me he apoyado en esta verdad.

Una de mis primeras curaciones fue la de continuos dolores de cabeza de los cuales sufría frecuentemente y que siempre creí había heredado de mi madre. Fui sanada por completo cuando aprendí que mi verdadero progenitor es mi Padre-Madre Dios y que, según leemos en la página 539 de Ciencia y Salud: “Dios no podría nunca impartir un elemento del mal, y el hombre no posee nada que no provenga de Dios”.

Durante muchos inviernos había sufrido de fuertes resfríos. No puedo precisar exactamente cuando ocurrió la curación de esta condición, pero un día me di cuenta que no sufría más de estos resfríos. Me curé rápidamente de los efectos de un dedo aprisionado contra la puerta de un automóvil, al declarar y percibir inmediatamente que lo cierto es que Dios no sabe nada de accidentes. Esto ocurrió al mediodía, y esa misma tarde, pude escribir a máquina y logré mover el dedo sin sentir la más mínima molestia. No todas las curaciones han sido rápidas, pero estoy agradecida por el hecho de que aquellas que fueron lentas me obligaron a recurrir a la Biblia y a los escritos de Mrs. Eddy, a ahondar más profundamente y a aprender más.

En cierta oportunidad, un testimonio dado en una reunión vespertina de los miércoles en la iglesia, me resultó de gran ayuda para vender mi casa. Yo escuché este testimonio varios años antes que se presentara tal necesidad, pero nunca lo olvidé. Había quedado grandemente impresionada por la forma en que el testificante había trabajado para entender que la solución de su problema debía bendecir a toda persona relacionada con el mismo. Mi situación parecía extremadamente difícil pero todos los pormenores fueron solucionados rápida y armoniosamente por medio de la aplicación de la Ciencia Cristiana. La experiencia bendijo a todos los que estaban involucrados en la operación.

Mi amor y mi gratitud por Mrs. Eddy aumentan a medida que crece mi entendimiento de esta Ciencia.


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