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[Para niños]

“Mi verdadera visión”

Del número de abril de 1968 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


A Juanita no le era fácil hacer una excursión por las montañas con su familia. Pero sabía que sería para su bien el continuar escalando. A veces los caminos parecían tan empinados que le era difícil continuar el ascenso y, otras veces, se sentía sin aliento debido al esfuerzo. De vez en cuando la familia se sentaba con ella a descansar por un momento antes de proseguir hacia adelante.

Juanita siempre sabía que más adelante encontrarían un espléndido panorama que podía verse desde la cima de la montaña. Al llegar a este sitio se detendrían a descansar por un largo rato y a disfrutar del paisaje, extenso y magnífico. Desde lo alto ella podría ver la cumbre de otras montañas a gran distancia. Siempre el cielo le parecía más azul que de costumbre. Mientras se sentaba a descansar, Juanita sabía que el motivo por el cual podía contemplar un panorama tan hermoso y una vista tan vasta era porque se había esforzado por llegar a la parte más alta de la montaña.

Juanita asiste a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana y allí ha aprendido a apreciar cuán importante es elevar nuestro pensamiento aun cuando esto requiera mucho esfuerzo. Cuando elevamos nuestro pensamiento para contemplar mejores vistas de Dios y de Sus ideas espirituales, estas vistas nos brindan más felicidad aún, que el panorama que se contempla desde la cima de una montaña. Mrs. Eddy escribe en Ciencia y Salud (pág. 264): “A medida que los mortales alcancen conceptos más correctos de Dios y del hombre, innumerables objetos de la creación, que antes eran invisibles, se harán visibles”.

Una noche, Juanita y su hermano Marcos se entretenían tirándose uno al otro la cubierta de un disco fonográfico. Al lanzarle Marcos la cubierta a Juanita, un lado de la cubierta de cartón le dio a ella en el ojo. Juanita comenzó a llorar y corrió hacia donde estaba su mamá.

Juanita estaba muy enojada con Marcos por haberla lastimado. Mas su mamá le dijo que elevara su pensamiento a Dios, y que mirara más allá de su dolor y del enojo que la mente mortal trataba de hacerle aceptar como realidad. La mamá le dijo a Juanita que podría contemplarse a sí misma y a Marcos como los hijos perfectos de Dios siempre que percibiera el concepto correcto de Su magnífica creación. Cristo Jesús siempre veía al hombre perfecto allí mismo donde otros creían ver al hombre imperfecto.

Era ya la hora de irse a la cama y Juanita se acostó. Dejó de llorar y empezó a elevar su pensamiento tal como su mamá le había aconsejado hacer. Sabía que no podía continuar enojada con Marcos. No debía pensar en cuanto le dolía el ojo pero debía mantener un concepto correcto de sí misma como una idea de Dios. Juanita pensó: “Dios me ha dado mi verdadera visión. La verdadera visión no se encuentra en el cuerno material”.

Mrs. Eddy da el verdadero significado de “ojos” como “percepción espiritual, — no material, sino mental” (ibid., pág. 586). Cuando sus discípulos no pudieron comprenderlo, Cristo Jesús les dijo: “¿Teniendo ojos no veis?” (Marcos 8:18). La visión espiritual siempre viene a nosotros de Dios. Sus buenos pensamientos nos dicen que todos Sus hijos son en realidad bondadosos y perfectos.

A la mañana siguiente, el ojo de Juanita aún no se veía normal. Su padre le preguntó qué había sucedido. Ella le relató lo sucedido pero prontamente comentó: “Marcos no lo hizo a propósito”. Ya ella había llenado su pensamiento de un concepto divino de Marcos y lo había perdonado. ¡Ciertamente, Juanita había elevado su pensamiento a gran altura!

Después que Juanita salió para la escuela, tanto ella como su mamá continuaron afirmando conceptos correctos sobre el hijo de Dios. Ellas sabían que Dios es siempre expresado perfectamente por Su creación. Dos días más tarde el ojo estaba completamente bien. Ella se sintió muy agradecida. Su curación probó que había ascendido muy alto en su pensamiento y que había alcanzado nuevos conceptos de la generosidad y la bondad de Dios.

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