Todos tenemos derecho a disfrutar de una vida armoniosa. ¿Cómo podemos lograrla? La Biblia nos da este sabio consejo: “Pensad en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Colosenses 3:2). ¿No significa esto que nuestra búsqueda no debe ir en pos de la materia transitoria sino de la substancia permanente del Espíritu? Vivimos en un universo de pensamientos y nuestra Vida verdadera es la consciencia divina que en sí misma incluye toda substancia y satisfacción.
Buscar al mismo tiempo tanto el Espíritu como la materia, tanto a Dios como al dinero, es funesto. Nuestro Maestro, Cristo Jesús, censuró este proceder dualístico porque evidencia que no se reconoce a Dios como el Todo-en-todo. Alcanzamos completa satisfacción únicamente en la proporción en que nos tornamos de la materia al Espíritu y cuando cumplimos con el Primer Mandamiento (Éxodo 20:3) “No tendrás otros dioses delante de mí”.
En Ciencia y Salud Mrs. Eddy responde como sigue a la pregunta “¿Qué es la substancia?”: “La substancia es aquello que es eterno e incapaz de discordancia y decadencia. La Verdad, la Vida y el Amor son substancia, tal como las Escrituras usan esta palabra en la Epístola a los Hebreos: ‘La substancia de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven.’ El Espíritu, sinónimo de la Mente, el Alma o Dios, es la única substancia verdadera. El universo espiritual, incluso el hombre individual, es una idea compuesta, que refleja la substancia divina del Espíritu” (pág. 468).
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!