Me siento profundamente agradecida por la Ciencia Cristiana. He tenido muchas curaciones y sé que esta Ciencia en verdad sana cuando se pone en práctica debidamente.
Me siento especialmente agradecida por la última curación que tuve hace poco, porque para manifestarse se necesitó mucha paciencia y desarrollo espiritual.
Unas verrugas me aparecieron en ambos párpados y comenzaron a crecer. Solicité la ayuda de una practicista. Le manifesté que sentía mucho temor porque antes de comenzar el estudio de la Ciencia había padecido de esto mismo y había sido necesaria una operación para extirparlas. La practicista me recordó que la operación de la Verdad es la única operación que existe y que el crecimiento espiritual es el único crecimiento que hay. También con mucha bondad me hizo notar que no debía temer los comentarios que la gente pudiera hacer respecto a mi condición, porque la “vida [del hombre] está escondida con Cristo en Dios” (Colosenses 3:3) y nada que no sea el bien puede manifestarse en el hombre. También me dijo que cada día debía elevar mis pensamientos al santuario, o consciencia, de Dios y mantenerlos ahí; que era por medio de esta manera de pensar espiritualizada, disciplinada, que se manifestaría la curación.
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