La existencia humana nos exige tomar decisiones constantemente. Estas decisiones van desde lo trivial hasta lo trascendental, desde decidir qué ropa vamos a ponernos o qué hacer por la noche, hasta el elegir una carrera o el compañero para toda la vida. Yo siempre temía tomar decisiones de importancia porque sentía que me encontraba luchando en un mar de temor e incertidumbre. Pero, por medio de mi estudio y aplicación de la Ciencia Cristiana, encontré la manera adecuada de tomar decisiones.
Nuestro primer paso es poner a un lado toda voluntad personal y dejar que Dios gobierne. Esto puede que signifique tener que abandonar proyectos favoritos y cosas que pensamos deberíamos tener o hacer, y además saber que la Mente divina gobierna de manera perfecta. En esta forma eliminamos el temor que quisiera meternos mentalmente en una camisa de fuerza, y encontramos nuestra inherente libertad otorgada por Dios.
Luego debemos negarnos resueltamente a escuchar opiniones e informes humanos, positivos o negativos. El plan seguro de Dios para nosotros ya está establecido en la Mente divina y es completo. Todo lo que esta Mente desarrolla, incluye lo necesario para su realización. No hace falta conocer o comprender cada detalle con anticipación. Un paso a la vez es suficiente. Nuestro Maestro, Cristo Jesús, aconsejó: “Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal” (Mateo 6: 34) .
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