Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Cómo resistir al diablo inteligentemente

Del número de julio de 1971 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Una vieja fábula nos relata la contienda que tuvieron el sol y el viento para ver cuál de los dos conseguía que un hombre se quitase su capa. El viento lo intentó primero y se puso a soplar furiosamente, pero el hombre simplemente se envolvió más en su capa. Admitiendo la derrota, el viento se calmó. Entonces el sol, que esperaba su turno detrás de una nube, salió de ella y brilló tranquilo y sin esfuerzo como de costumbre, por lo que el hombre primero aflojó su capa, y luego, feliz, se la quitó del todo.

En las disputas entre personas o entre naciones, el limitado concepto personal acerca del ser, razonando equivocadamente, considera que para obtener buenos resultados es necesario obligar a una voluntad más fuerte a la obediencia. Para lograrlo, bravea y amenaza a su oponente para que se someta. Los vencidos, si bien temporalmente sometidos, se envuelven más fuertemente en sus pensamientos de rencor y resentimiento y están prontos para precipitarse en una nueva contienda apenas se les presente la oportunidad.

¿ Existe un modo en que puedan resolverse armoniosamente las contiendas entre los hombres y las naciones? Cristo Jesús declaró (Juan 14:6): “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida”. También dijo (Juan 8:32): “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. La Ciencia CristianaChristian Science: Pronunciado Crischan Sáiens., o la Ciencia del Cristo, que está de acuerdo con las palabras y obras de Jesús, enseña que las iluminaciones del amor, la humildad y el perdón tienen autoridad divina. Esto, sin embargo, no es el concepto que tiene la mente mortal acerca de lo que constituye el poder.

El volverse a Dios, a quien las Escrituras definen como Amor, actúa como un catalizador en cualquier situación discordante, y ayuda a cambiar el fragor con la paz, y la contienda con la buena voluntad. Esta espiritualización del pensamiento no se consigue mediante la fuerza de voluntad. Es la acción del Espíritu Santo, Dios, que eleva el llamado espíritu humano más allá de sí mismo, al reino de la santidad y entendimiento, donde el hombre ve, conoce y ama sólo lo que Dios crea. Jesús nos aconseja (Lucas 12:32): “No temáis, ... porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino”.

Cristo Jesús, cuya humildad lo hizo poderoso, actuó y habló en oposición a las tradiciones anticuadas de su época. En nuestros tiempos, una mujer de Nueva Inglaterra, Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, también armada con el poder de la humildad y un profundo amor por sus semejantes, pronunció la palabra de verdad que sanó a los enfermos y limpió a los pecadores, a pesar de que frecuentemente fue despreciada por algunos seguidores de las tradiciones médicas y teológicas.

Con singular discernimiento ella pregunta en su libro Miscellaneous Writings (Escritos Misceláneos, pág. 8): “¿Puedes ver un enemigo sin que primero te formes un concepto de él, y luego contemples el objeto de tu propia creación?” Y continúa en el párrafo siguiente: “Simplemente cuenta como tu enemigo aquello que profana, desfigura o destruye la imagen de Cristo que tú debes reflejar”.

Un estado inspirado de pensamiento, que expresa paciencia y buena voluntad, no podría aceptar el concepto material de que alguien es un enemigo, ni siquiera que fastidia o es poco amable. El enemigo común es la mente carnal, o el error, que trataría de destronar o manchar la imagen del Cristo y luego hacerse pasar por nuestro propio estado de pensamiento. Si prestamos atención a las palabras de Pablo de orar sin cesar, podremos asegurar las puertas de nuestro pensamiento contra estas sugestiones mesméricas de discordancia.

La que esto escribe fue a una oficina del gobierno y vio que había una larga cola de personas delante de una ventanilla esperando su turno para ser atendidas. Por algún tiempo la cola no se movía y se podían oir expresiones de impaciencia y enojo. Vio cómo varios empleados de dicha oficina parecían estar entregados a la charla y perdiendo el tiempo, mientras aumentaban las quejas entre las personas que esperaban.

Entonces vio que estaba aceptando un falso testimonio y elevó su pensamiento en oración silenciosa. Declaró que el hombre es la imagen de Dios, como lo declara el primer capítulo del Génesis, por lo que no puede expresar algo que sea lo opuesto del bien. Afirmó que el estancamiento y la indolencia, lo mismo que la ira y la voluntad humana, son sugestiones mentirosas, que no son parte del hombre como la idea de la Mente divina. Repitió “la declaración científica del ser” del libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mrs. Eddy, que contiene la siguiente expresión (pág. 468): “El Espíritu es Dios, y el hombre es Su imagen y semejanza”.

A medida que oraba, un sentido radiante de amor inundó su consciencia, el cual parecía abrazar en su ternura tanto a los empleados como a los solicitantes. De pronto se abrió una segunda ventanilla y un empleado sonriente invitó a algunas de las personas a presentarse para ser atendidas. En muy poco tiempo todas las entrevistas terminaron.

Los Evangelios indican que frecuentemente Jesús alzaba los ojos al cielo en oración. Nosotros no podemos sanar la discordia o alterar una situación inerte mirando hacia abajo, o a la evidencia falsa del sentido material. Nuestra única alternativa real es la de elevar nuestro pensamiento por encima de la impaciencia y la voluntad humana hacia el reino de la Verdad y el Amor divinos, el reino de los cielos. Allí todo lo que no es bello desaparece, del mismo modo que se desvanece un sueño al despertar. Vemos al hombre en una nueva luz como hijo de Dios y nos admiramos de que alguna vez nos hubiera podido parecer poco amable o indigno de ser amado.

A sus acusadores, llenos de justificación propia, que clamaban que Abraham era su padre, Jesús les dijo (Juan 8:44): “Vosotros sois de vuestro padre el diablo ... [él] es mentiroso, y padre de mentira”. A simple vista esto parecería ser una declaración dura,. pero ¡ qué bendición hubiera sido para los fariseos si ellos hubieran estado preparados para recibirla! El enemigo, o el diablo, es el concepto falso, corpóreo, del hombre, y no hay duda que el modo de disipar un concepto falso es negando su validez. Ya que este cuadro falso, al parecer, se nos presenta por todas partes, no es tarea fácil estar constantemente alerta para refutar lo que es falso acerca del hombre. Sin embargo, es meritorio combatir este error, no con la fuerza de voluntad o la ira, sino por medio del espíritu sabio y amoroso del Cristo, la Verdad.

Leemos en Santiago (4:7, 8): “Resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros”. Mrs. Eddy, que fué una estudiante de la Biblia durante toda su vida, tuvo vislumbres brillantes de la luz que aclara las Escrituras. Ella escribe en Ciencia y Salud (pág. 469): “El exterminador del error es la gran verdad de que Dios, el bien, es la Mente única, y que el supuesto contrario de la Mente infinita — que se llama diablo o el mal — no es Mente, no es Verdad, sino error, sin inteligencia ni realidad”.

Conforme oremos para reflejar la Mente del Cristo, veremos el amor y el gobierno del Espíritu divino manifestados en nuestra experiencia humana.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / julio de 1971

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.