Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

[Original en español]

Protegiendo a la juventud de las pretensiones del mal

Del número de julio de 1971 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Las alegrías que proporciona la paternidad a veces se ven eclipsadas por la ansiedad que sienten los padres por el progreso moral, la salud y el bienestar de sus hijos. Esta ansiedad suele aumentar cuando los hijos llegan a una edad en que creen poder prescindir de la vigilancia y dirección de sus padres. La Ciencia Cristiana libera a los padres de este estado mental esclavizante y protege a la juventud de las pretensiones del mal, si las enseñanzas de esta Ciencia son aceptadas y puestas en práctica.

La Ciencia Cristiana no constituye meras enseñanzas de preceptos morales con los cuales la juventud pueda hacer frente con éxito a las peligrosas creencias de vida en la materia. Separados de la comprensión de lo que es Dios y el hombre, los preceptos morales no son suficientes de por sí para ofrecer protección contra las creencias de enfermedad, pecado, carencia, accidentes, incertidumbre y demás. Una comprensión correcta de Dios y del hombre aporta fortaleza espiritual, la cual es requisito para disfrutar de una vida armoniosa. Mrs. Eddy dice en la página vii del Prefacio de su libro Ciencia y Salud: “La ignorancia acerca de lo que es Dios ya no es una pasadera hacia la fe. La única garantía de obediencia a Dios es una comprensión correcta de Él, y el conocerle a Él correctamente significa Vida eterna”.

Esta declaración muestra la importancia de enseñarles a los niños tan pronto sea posible — y en un lenguaje que puedan comprender — que “Dios es Mente, Espíritu, Alma, Principio, Vida, Verdad y Amor, infinitos, incorpóreos, divinos y supremos” ( ibid pág. 465), y que el hombre es creado a la imagen y semejanza de Dios. Cuando los niños están suficientemente instruidos así, pueden vivir de manera natural y espontánea estas verdades sencillas acerca de Dios y del hombre. Estas verdades hacen de ellos niños obedientes y sanos y los capacita más tarde, cuando ya hombres y mujeres jóvenes, para hacer frente a las pretensiones del mal, cualquiera sea la máscara bajo la cual se presenten. En Proverbios 22:6 leemos: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”.

Es evidente que Cristo Jesús fue desde niño bien instruido en las Escrituras, como lo prueban sus constantes referencias al Antiguo Testamento. Desde su más temprana edad representó la verdadera individualidad del hombre creado a la imagen y semejanza de Dios. De la Mente divina, Dios, reflejaba la inteligencia que protege y guía en todo tiempo y bajo toda circunstancia. Esta Mente única no está sujeta a limitaciones de edad o de otras condiciones de la materia.

En el Evangelio de San Lucas leemos acerca de Jesús (2:4147): “Iban sus padres todos los años a Jerusalén en la fiesta de la pascua; y cuando tuvo doce años, subieron a Jerusalén conforme a la costumbre de la fiesta". De regreso a su ciudad se dieron cuenta de que Jesús no estaba con ellos, de manera que volvieron a buscarlo. El relato continúa: “Y aconteció que tres días después le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles. Y todos los que le oían, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas”.

Las cualidades de la Mente divina que Jesús reflejaba pertenecen al hombre como hijo de Dios. Todos pueden hacer valer su individualidad espiritual creada a la semejanza de esta Mente y disfrutar de armonía en su experiencia humana.

Si por alguna circunstancia algunos padres no hubiesen podido instruir a sus hijos en las verdades de la Ciencia Cristiana, estos padres debieran sentirse seguros de que, si ellos mismos son sinceros estudiantes de esta Ciencia, sus hijos se beneficiarán con su ejemplo. La juventud tiende en forma natural a seguir el ejemplo de aquellos a quienes aman y respetan. Es posible que todo lo que estos jóvenes puedan asimilar de esta Ciencia por el momento sea el ver a otros aplicarla honesta e inteligentemente en la vida diaria. Dios prepara el camino para que reciban más.

Por otra parte, a veces aquellos jóvenes que han sido instruidos desde pequeños en las enseñanzas de esta Ciencia, parecieran estar corriendo el peligro de que la buena semilla les está siendo arrancada de su pensamiento por la atmósfera materialista en la cual, inevitablemente, tienen que actuar en su contacto con el mundo. En estos casos los padres debieran aferrarse más firmemente que nunca a su propio conocimiento de la Ciencia Cristiana y aguardar confiados el cumplimiendo de la promesa bíblica de que “cuando fuere viejo” el niño instruido en su camino “no se apartará de él”.

El reconocimiento de que Dios — la Verdad, la Vida, el Amor y la Mente — está siempre presente para proteger y guiar, y constantemente impartiendo Sus mensajes a nuestros seres queridos tanto como a nosotros mismos, evita la dominación paterna en la vida de los hijos, destruye la angustia que ocasiona la preocupación por su seguridad y bienestar, y nos lleva a comprobar que la Ciencia Cristiana, vivida, por cierto protege a la juventud de las pretensiones del mal.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / julio de 1971

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.