Tú que haces tus deberes todos los días en forma ordenada y, en consecuencia, tienes calificaciones sobresalientes en tus exámenes, tal vez quieras pasar por alto este artículo y leer otro del mismo Heraldo. Pero tú, que al dar un examen brillante, salvaste un semestre durante el cual no estudiaste, y tú, que tristemente revelaste en tus exámenes la pereza o tus deficientes hábitos de estudio — ¿ por qué no charlamos sobre esto?
Si en tus últimos exámenes ocurrió un milagro, que te hacía mucha falta, no permitas que esa victoria destruya tu propósito de ser un estudiante excelente día tras día el próximo año. Pero si no ocurrió un milagro durante tus exámenes, deja que esto te sirva de impulso para que tengas hábitos eficaces de estudio este año que comienza.
Medita sobre la parábola de Jesús acerca de los talentos (ver Mateo 25). Por cierto que no vas a suponer que el hombre que recibió los cinco talentos los enterró y los mantuvo así hasta la noche anterior del regreso de su señor y que luego, gracias a un milagro, ganó los cinco talentos adicionales, ¿no es así? Él sí cosechó donde no había sembrado, al recibir el talento de aquel que lo enterró; pero esto no ocurrió antes de que él mismo hubo sembrado y cosechado durante la ausencia de su amo.
Nada de esto quiere decir que la oración, como es enseñada en la Ciencia Cristiana, no traiga resultados muy superiores a lo que se podría esperar de una mera acumulación de sabiduría humana. Muchos estudiantes de Ciencia Cristiana han experimentado esta libertad y dominio en más de una ocasión. Muchos otros logran éxito en sus estudios aparentemente sin ningún esfuerzo, estudiando poco y sin pensar en que se puede confiar en un poder superior. ¿ Pero acaso no se logra el verdadero progreso al descartar a diario características estudiantiles indeseables durante el semestre?
Aquellos de ustedes que ya son estudiantes de Ciencia Cristiana, probablemente oren sinceramente durante la época de exámenes para demostrar que están libres de temor. Quizás para mantener su aplomo y confianza, estén acostumbrados a apoyarse demasiado en verdades como ésta: “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor” (I Juan 4:8). Están aprendiendo a insistir en que la memoria, la inteligencia y la inspiración están con ustedes, porque la fuente de estas cualidades, la Mente que es Dios, está siempre presente.
Tal vez te parezca más fácil orar cuando estés por dar un examen que orar diariamente al hacer tus deberes o al ir a tus clases. En ciertos cursos, el trabajo diario deficiente puede pasar inadvertido o parecer poco importante. ¡ Mas, qué dominio tendrías al dar un examen si hubieras hecho bien ese trabajo diario! ¿Hacemos bien en caer en el ocio porque falta mucho tiempo para los exámenes y, por esa razón, no hay por qué temerles? Esto se parece mucho al viejo concepto teológico de que el hombre sólo hará lo que está bien cuando se enfrente con la amenaza de un futuro en el infierno.
¿ Pero qué se requiere para que un estudiante se dedique fielmente a sus estudios? ¡ Por supuesto que no el infierno sino el cielo! Y, ¡ahora! Se requiere descubrir lo natural e inevitable que le es al hombre a la imagen de la Mente, expresar la inteligencia, el discernimiento, la comprensión y la memoria de la Mente. Eso es el cielo para el estudiante. Esto ya es la verdad acerca de ti — tan pronto como estés dispuesto a aceptarla. Esto puede ser un ímpetu alegre y estable para progresar en el trabajo escolar.
Pablo le dijo a los Filipenses que no sólo debían obedecer y llevar a cabo su propia salvación durante su presencia, “sino mucho más ahora” (Fil. 2:12), durante su ausencia. Aprendamos a estudiar bien nuestras asignaturas no sólo cuando se presentan los exámenes sino también durante la ausencia de los mismos.
¿Qué puede hacer el estudiante cuando el miedo lo paraliza ante un examen y sólo ve en él un gran paso que le parece imposible dar? Dice: “No puedo lograr esto de ninguna manera, no sé por dónde empezar, no tengo ni una sola idea”. Muchas veces cuando finalmente he superado un proyecto difícil que había venido postergando por largo tiempo, me he maravillado al descubrir que esa tarea que me parecía imposibe realizar estaba realmente dentro de mi capacidad y alcance. Da un primer paso aunque sea pequeño — y luego el siguiente. Podemos afirmar ahora el todo del Espíritu y al mismo tiempo la presencia de la creatividad del Espíritu, podemos afirmar ahora el todo de la Mente y la presencia de la inspiración activa de la Mente.
Si en días de exámenes hemos tenido dificultades y hemos sentido que nos esperan castigos por haber obrado mal, porque no hemos estudiado o no hemos aprendido a estudiar, no oremos sólo para salvarnos de esos castigos, oremos para superar los malos hábitos causantes de esos castigos.
El año que pasó no tiene por qué servir de modelo para este año, excepto para aquellas buenas cualidades que demostramos en el transcurso del mismo. La indolencia, el temor, la ociosidad que hizo tus talentos improductivos, las técnicas deficientes de estudio del año pasado, no son una ley para el presente. Corrige estos hábitos, no los protejas ¡ No tienes que esperar hasta el día del juicio para comenzar a vivir correctamente, así que no esperes que llegue la semana de exámenes para comenzar a estudiar como es debido!
Mrs. Eddy escribe: “La vida de Cristo Jesús no fué milagrosa, sino más bien inherente a su espiritualidad, — la tierra buena, donde la semilla de la Verdad brota y da mucho fruto” (Ciencia y Salud, págs. 270, 271). El hecho de que tu colegio o universidad te haya aceptado, es señal de que se te considera una buena tierra intelectual. No tienes por qué someterte al temor o a las distracciones que quisieran obstaculizar tu progreso diario encaminado a dominar las materias que estás cursando.
Si únicamente en época de exámenes podemos liberarnos de las restricciones mortales que nos limitan la expresión de inteligencia, memoria, perspicacia e inspiración, ¿no estamos acaso privándonos del feliz y diario dominio que contribuye a que progresemos más en ese campo de nuestro estudio académico?
En su epístola a los Efesios, Pablo les dice que hay que despojarse del hombre viejo y vestirse “del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:24). Hoy mismo puedes comenzar a despojarte de las fallas académicas del hombre viejo y empezar a vestirte del hombre nuevo. Cuando termines de leer este artículo ¿por qué no haces una lista de los defectos del hombre viejo? La lista de defectos puede que incluya el soñar despierto, el olvido, el desaliento, la tendencia a hacer primero las cosas fáciles y sin importancia. Después haz una lista de aquellas cualidades con las que substituirás los defectos del hombre viejo: atención, memoria, perseverancia, orden.
Recuerda la declaración de Mrs. Eddy que dice: “La devoción del pensamiento a un objetivo honrado hace posible alcanzarlo” (Ciencia y Salud, pág. 199). Busca y logra esa fuerza divina que eleva tus esfuerzos, de meras resoluciones de Año Nuevo a victorias obtenidas paso a paso para sobreponerte a aquello que se oponga a tu sentido más alto del hombre nuevo. Refiriéndose a la Ciencia Cristiana, Mrs. Eddy nos asegura: “Esta Ciencia es una ley de la Mente divina, un ánimo persuasivo, un ímpetu infalible, una ayuda siempre presente” (The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany — La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, pág. 3). Esta Ciencia te puede conducir a una victoria sobre el hombre viejo.
Este año lleva al hombre nuevo al colegio o universidad. ¡ Entonces no necesitarás un milagro en el día de exámenes!
