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La Ciencia Cristiana* ha sido...

Del número de julio de 1971 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La Ciencia CristianaChristian Science: Pronunciado Crischan Sáiens. ha sido para mí la mayor bendición en mi vida, y he experimentado muchas curaciones admirables. Una notable curación ocurrió mientras viajaba a Inglaterra con mi hija y mi hijo de dos y doce años, respectivamente.

Mi hijita cayó accidentalmente de una cubierta del barco a otra. La levanté inconsciente y la llevé a nuestro camarote. Varios compañeros de viaje se aglomeraron en él. El capitán envió al médico de a bordo. La niña presentaba todas las apariencias de estar muerta, con los ojos fijos, vidriosos, y una palidez mortal. El médico fue muy amable, y muy gentilmente me dijo que no había esperanzas para la niña. Pedí que me dejaran a solas, y antes de retirarse, el médico me dijo: “Llámeme más tarde, cuando me necesite”.

Tan pronto quedé sola, le di el libro de texto, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, a mi hijo y le pedí que se aferrara a la verdad; entonces recurrí al Padrenuestro con su interpretación espiritual, que se encuentra en el libro de texto mencionado. Cuando llegué a estas palabras (pág. 16):

“Santificado sea Tu nombre.
Único adorable,”

me pareció ver el pequeño camarote lleno del Amor divino y de nada más. Luego miré a la niña, a quien tenía en mis brazos. Sus ojos se habían cerrado, y su semblante había adquirido un color natural; sabía que viviría.

Durante toda esa noche oré y me esforcé por vencer las sugestiones mentales agresivas. Una persona entró y me dijo: “¡No la deje dormir, no la deje dormir. Nunca se despertará otra vez!” Señalé la puerta y le pedí por favor que me dejara sola. Más tarde otra persona entró y me dijo: “Aunque viva, quedará lisiada para toda la vida”. Con amabilidad también le pedí a esta persona que se retirara.

La niña no volvió en sí hasta la mañana siguiente. Entonces se sentó y sonriendo le dijo a su hermano: “Robertito gracioso”. Tres días después la llevé a cubierta, completamente sana. Cuando el médico la vio, exclamó: “¡Ha sido un milagro! ¡Ha sido un milagro! ¡Nunca pensé que viviría!”

Como resultado de esta curación, durante mi viaje de regreso, el jefe de camareros me dijo que había quedado tan impresionado de lo que había sido testigo, que él y su familia habían comenzado a interesarse por la Ciencia Cristiana. Y me mostró la literatura de la Ciencia Cristiana que estaba leyendo.

Estoy profundamente agradecida a nuestro Padre-Madre Dios y a Mrs. Eddy, quien, a través de su vida consagrada, nos reveló el Consolador prometido.


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