Un día fui a almorzar con un amigo a un restaurante oriental. Los dos comimos un plato de fideos, y después, junto con la cuenta, llegaron los bizcochitos de la suerte, envueltos en papel celofán. He notado que en la mayoría de los casos, estos bizcochitos no tratan de decir la suerte, por lo general, tienen un proverbio o una lección moral. Por ejemplo: “Quien a otros sonríe, sonrisas recibe a cambio”.
En esa oportunidad, el bizcochito que abrí era una ironía que seguramente pasó inadvertida a quien la hizo. El papelito decía lo siguiente:
Un jugador no sólo pierde lo que tiene,
sino también lo que no tiene.
Números de la suerte: 7, 24, 25, 28, 30, 40
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