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El Amor hizo fuerte a Mateo

Del número de enero de 2002 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Mateo y Rosa tenían que atravesar la selva todos los días para ir a la escuela. Los domingos caminaban por el mismo camino para ir a la iglesia. La escuela y la iglesia a las que asistían se encontraban en un pueblo a cinco kilómetros, a través de la selva de Kamiti en Kenia.

Mateo tenía diez años y hacía que el viaje fuera tan divertido, que su hermana nunca se daba cuenta de lo largo que era en realidad. Él le enseñó a Rosa a atrapar mariposas sin lastimarlas. Buscaban las flores recién florecidas o adivinaban la edad de un árbol viejo. A veces cantaban canciones que habían aprendido en la Escuela Dominical. En otras ocasiones, Mateo le contaba a Rosa historias de la Biblia y luego las actuaban. Rosa adoraba a su hermano, y no veía el momento de poder caminar con él por el bosque.

Un domingo por la mañana Rosa y Mateo se despertaron a las 5 como de costumbre. Se bañaron rápido y se pusieron sus ropas preferidas. Sus padres fueron con ellos caminando por la selva para ir a la iglesia. En el camino papá y mamá les contaron cómo Dios había creado el mundo y cuánto los amaba y cuidaba de ellos en todo momento. Mateo sabía que ése era un día de acción de gracias al Señor, y quería aprender nuevas historias de la Biblia.

La Escuela Dominical comenzaba antes del servicio religioso. De modo que sus papás se despidieron con un beso y los vieron entrar en la iglesia. Ese día, aprendieron acerca de un hombre de la Biblia que se llamaba Sansón. Sansón era muy valiente y fuerte y había salvado a los Israelitas de sus enemigos.

Cuando terminó la Escuela Dominical, Mateo llevó a Rosa de la mano y se fueron caminando de regreso a su casa, mientras sus padres se quedaban en la iglesia un poco más

Era el mediodía, y en la selva de Kamiti, es cuando el sol calienta más. Pero a Mateo y a Rosa no les molestaba el calor, porque la selva tenía árboles muy altos que les daban sombra. Mateo comenzó a actuar la historia de Sansón. Se subía a árboles bajos y saltaba para atacar de sorpresa a sus enemigos. Luego Mateo hizo como que era el Rey de los israelitas. Caminaba majestuosamente a lo largo del camino de la selva, explicando con claridad a Rosa cómo era el palacio del rey. Rosa se rió cuando él la tomó de la mano diciendo que ella era su reina.

En ese momento Rosa notó una hermosa mariposa en un arbusto cercano y le pidió a Mateo: — Querido rey, ¿podrías atrapar esa hermosa mariposa para mí?

— Claro que sí, mi reina — le contestó él.

Rosa esperó ansiosa mientras Mateo se acercaba con cuidado a la flor sobre la cual estaba posada la mariposa. Rosa estaba tan ocupada mirando a su hermano que no se dio cuenta de que una serpiente pitón grande se le estaba acercando por detrás.

Justo antes de estirar su mano para agarrar la mariposa, Mateo volteó la cabeza para ver si su reina lo estaba mirando. Fue entonces que vio la serpiente a punto de atacarla. Sin pensarlo dos veces, se puso de pie de un salto y corrió como el viento hacia ellos. Empujó a su hermana detrás de él y enfrentó a la serpiente. Con las manos agarró la cabeza de la pitón y le gritó a Rosa que corriera en busca de ayuda.

Rosa salió corriendo.

La serpiente era muy fuerte. Sacudía a Mateo de un lado para otro. Él se esforzaba por mantener sus pies sobre la tierra. La serpiente daba latigazos con su cola mientras se enroscaba en un arbusto cercano. Mateo se aferró con fuerza a la cabeza hasta que Rosa se alejó lo suficiente y estuvo a salvo. Entonces soltó la serpiente. Rodó para alejarse y luego corrió detrás de su hermana.

Muy pronto vino la gente del pueblo corriendo. Atraparon a la serpiente. Mateo les dijo a todos que cuando peleaba con la serpiente había sentido el amor y la paz de Dios. Sabía que Dios estaba con él como había estado con Sansón. Y que Él también había ayudado a muchos otros en la Biblia. Dios lo estaba protegiendo. Eso fue lo que le dio a Mateo la fuerza para no darse por vencido.

Mateo le agradeció al Señor por haberlos salvado a él y a su hermana.

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