Si subieras a la cima de una montaña cubierta de nieve,
y entre las plumas de un águila dorada te ocultaras,
allí mismo estaría el Amor,
porque Dios está en todas partes.
Si caminaras por lo profundo de la selva
y navegaras río abajo sobre el lomo de un cocodrilo,
el Amor te estaría cuidando,
porque Dios está siempre contigo.
Y si fueras al fondo del océano verde azulado
y le hicieras cosquillas a un pulpo rosado,
el Amor incluso estaría allí,
porque Dios está en todas partes.
Si treparas por el arco iris hasta la cima del color rojo,
y te deslizaras por el naranja hasta el fondo del violeta,
Dios te recibiría en Sus brazos,
por lo mucho que te quiere.
Si estuvieras temeroso, enfermo o triste,
y si te sintieras perdido
en la oscuridad de una noche tormentosa,
Dios con Su luz pura haría brillar la oscuridad.
Dios te recordaría entonces que tú eres Su hijo,
siempre a salvo y protegido bajo Su cuidado.
Dondequiera que estés, está el amor de Dios,
porque Dios está en todas partes.
Basado en el Salmo 139:8–11
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