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Mi vida cambió por completo

Del número de marzo de 2003 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Durante varios años, tuve hemorragias constantes debido a un mioma que tenía en el útero. Eso me causaba muchos trastornos y preocupaciones. Después de haber conocido la Christian Science, oré mucho para sanar, reconociendo que soy la hija perfecta de Dios y que la enfermedad y la hemorragia no forman parte de mi ser espiritual. En un examen de control, el médico descubrió que el mioma había crecido mucho y que sería necesario operarme cuanto antes. Como yo tenía la certeza de que me podría sanar mediante la oración, no puse fecha para la cirugía y tampoco regresé a ver a aquel médico. Con todo, semanas después, tuve una hemorragia muy fuerte cuando estaba en el baño, en mi trabajo, pero logré mantener la calma aun sabiendo que era una emergencia. Sola en el baño, frente a un cuadro alarmante, recurrí a Dios de todo corazón y oré con mucha fe. Minutos después, la hemorragia se detuvo.

Como me sentía muy débil, pedí permiso para irme a casa a descansar. Sin embargo, por exigencia del trabajo, tuve que ir a ver a una doctora. Ella me hizo nuevos exámenes que mostraron que el mioma había disminuido un poco, pero me dijo que de todos modos me tendría que operar porque era imposible, por el tamaño que había alcanzado, que disminuyera más. A pesar de sus predicciones, para mí, el hecho de que hubiera disminuido un poco demostraba que se estaba produciendo la curación. Entonces le pedí que me hiciera nuevos exámenes en tres meses, y le prometí que si el mioma no disminuía, marcaríamos fecha para la operación. Aquellos tres meses se transformaron en dieciocho, pues en aquella época mi madre se enfermó gravemente. Pasé todo el tiempo a su lado y me olvidé de regresar a ver a la doctora y no tomé ningún remedio. Cuando, por fin, me hicieron nuevamente los exámenes físicos, ahora con un tercer médico, constataron que el útero había disminuido considerablemente y ya no había necesidad de que me hicieran cirugía. Hoy no tengo ninguno de los síntomas relacionados con aquel problema y me siento muy bien.

Los artículos del Heraldo y mi estudio del libro Ciencia y Salud han cambiado mi vida por completo. He tenido muchas bendiciones y curaciones. Incluso mi hija, de tanto ver el Heraldo en casa, comenzó a leerlo. Ella se interesó por las enseñanzas de la Christian Science y las ha puesto en práctica. Hoy, me acompaña con mucho entusiasmo los domingos a la iglesia. Estoy eternamente agradecida a la persona que me dio a conocer la Christian Science.

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