En la película de 1960, Inherit the WindInherit the Wind, (Lomitas Productions, Inc., 1960). (Hereda el viento) se produce una gran conmoción cuando la teoría de la evolución se enfrenta con la del creacionismo en una explosiva batalla de puntos diametralmente opuestos sobre los orígenes de la vida. No obstante, ni el filme ni el caso judicial de 1925 en el que está basada la película, en la cual John T. Scopes, maestro de ciencias de escuela secundaria, es acusado de un crimen por enseñar el tema de la evolución, se pueden comparar con la excitación que produce el capítulo “Génesis” que escribió Mary Baker Eddy en Ciencia y Salud.
Busca el origen de las especies en la materia nos lleva a un callejón sin salida.
Por más notable que parezca, esta mujer del siglo XIX sin educación formal ni títulos en el mundo de las ciencias naturales, tuvo la audacia y la capacidad de hablar, tanto sobre la evolución como sobre el creacionismo. A través de la percepción analítica y una inspirada lógica práctica, ella señaló que ambas teorías se parecían más de lo que se pensaba. Ambas se basan en una premisa equivocada (y burda), a saber, que la vida es material.
La categórica disertación de 57 páginas de Mary Baker Eddy acerca de la dicotomía evolución/creacionismo no comienza en la parte inferior de la escalera (con el hombre), sino arriba del todo con Dios. “...Dios hizo al hombre a Su propia imagen para que reflejara al Espíritu divino”,Ciencia y Salud, pág. 516. declaró la Sra. Eddy, como dice el primer capítulo del Génesis (dos veces). Y en lo que respecta a qué significa esto para la evolución del hombre y el hombre de Adán y Eva, ella no pudo haber sido más contundente: “No hay tal cosa como mortalidad, ni hay, de hecho, seres mortales, porque el ser es inmortal, como la Deidad — o, más bien, el ser y la Deidad son inseparables”.Ibid., pág. 554.
La vida no es física. La vida es absoluta y totalmente espiritual. Dios, o el Espíritu, es Todo. Y el Espíritu hizo al hombre. Por lo tanto, el hombre está hecho con la misma sustancia con que Dios está hecho. El hombre es espiritual. La materia/carne, el caldo de cultivo o el polvo — los monos, microbios y genes — de la existencia mortal no están donde está la vida. La Vida es Dios, el Espíritu; y punto, se acabó.
En alguna parte del capítulo, ella lo explica así: “Investigar el origen del hombre, que es el reflejo de Dios, es como indagar el origen de Dios, el autoexistente y eterno”. Luego usa seis palabras para declarar el hecho básico e inalterable (y sorprendentemente hermoso): “La creación descansa sobre una base espiritual”.ibid., pág. 555.
El capítulo del “Génesis” tiene mucho que decir de Charles Darwin y Louis Agassiz, los dos principales naturalistas de la época de Mary Baker Eddy. Agassiz (1807-1873) popularizó el estudio de las ciencias naturales en los Estados Unidos. En oposición a Darwin (1809-1882), sostenía “que los organismos de la tierra tendían con el tiempo a volverse más complejos y mejor dotados para estar en su ambiente a través de una serie de actos de creación independiente realizados por un Ser Supremo”.“Agassiz, (Jean) Louis Rodolphe,” Microsoft® Encarta® Online Encyclopedia 2002 http://encarta.msn.com © 1997-2002 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. La Sra. Eddy los respetaba a los dos. “Los trabajos y el genio de grandes hombres han enriquecido mucho la historia natural. Los descubrimientos modernos han sacado a luz verdades importantes con respecto a la llamada vida embrionaria”.Ciencia y Salud, pág. 548. Pero, resueltamente, desacredita a los dos.
La vida no es física, sino absoluta y totalmente espiritual.
Primero a Darwin. Por un lado, “En su historia de la existencia mortal, la teoría de Darwin sobre la evolución que parte desde una base material, es más coherente que la mayoría de las teorías”.Ibid., pág. 547. Por el otro, “La evolución describe los pasos graduales de la creencia humana, pero no reconoce el método de la Mente divina, ni comprende que los métodos materiales son imposibles en la Ciencia divina y que toda Ciencia es de Dios y no del hombre”.ibid., pág. 551.
Luego a Agassiz. Por un lado, “En una ocasión, un célebre naturalista, Agassiz, descubre la senda que conduce a la Ciencia divina...” Por el otro, “Cae del todo de su pináculo y desciende a una creencia en el origen material del hombre, porque afirma virtualmente que el germen del linaje humano está en un óvulo circunscrito y no inteligente".ibid., págs. 549-550.
Una y otra vez, Ciencia y Salud se aparta de esta creencia — “en el origen material del hombre”— creencia que es el talón de Aquiles de todos los intentos por resolver el acertijo de la vida. Luchar con la historia de la materia, buscando el origen de las especies por todos los medios menos a través de la lente espiritual y divinamente inteligente, es estar en un callejón sin salida. Un laberinto sin salida.
Ciencia y Salud revela que la ciencia verdadera (conocimiento científico) de la vida y de todo comienzo, se apoya en lo que sabe Dios, o la Mente divina, no en lo que sabe el hombre. Y lo que Dios sabe es que cada uno de Sus hijos e hijas no es mortal sino inmortal, enteramente separado de la materia y de los procesos biológicos.
El significado del capítulo del “Génesis” que escribío la Sra. Eddy no es abstracto ni académico, sino tangible. Ella escribió: “Es esa percepción espiritual de las Escrituras lo que saca a la humanidad de la enfermedad y la muerte e inspira la fe”.ibid., pág. 547. Todas las limitaciones y dificultades de la vida que acompañan un punto de vista de la misma como material (herencia, genes inferiores, mal ambiente, competencia para sobrevivir, y otros), desaparecen cuando el origen de las especies es visto desde una perspectiva espiritual.