ha estado vinculada a la labor pública desde hace más de veinte años. Entre la variedad de actividades con que sirvió a México, se destaca la de haber sido Diputada en la década de 1980 y Senadora en los años 90. En la actualidad es Presidenta del Foro internacional de la Mujer y del Consejo Pro-Mujer de México, institución con programas en varios países de Latinoamérica. El Heraldo quiso celebrar este mes internacional de la mujer publicando sus comentarios aquilatados por años de servicio público.
Ciertamente, el haber servido a México como diputada y luego como senadora le debe haber dado una visión de lo que el pueblo ansía.
Ésta es una de las grandes ventajas que tiene estar en un puesto de representación, que por un lado se tiene la oportunidad de conocer localmente a la gente de su distrito de una forma más íntima, pero también es importante conocer a otros representantes de distintas partes de la nación, que forman una comunidad en la Cámara. Es como el crisol de la patria, muy enriquecedor.
¿Y de ese contacto directo con la gente surgió su deseo de ayudar a las mujeres?
Por supuesto, sobre todo en la época de elecciones en Ciudad de México, donde tuve mayor acercamiento con el grupo de mujeres, líderes naturales de la comunidad. Allí vi cómo trabajan y cómo participan dentro de la sociedad para tratar de hacerla mejor para sus hijos.
Una labor dedicada a mejorar la calidad de vida de la mujer.
Como senadora y diputada ¿tuvo usted la oportunidad de destacar la importancia de la mujer?
Claro, la sola presencia de las mujeres como legisladoras y el hecho de que alguien llame la atención a la vida cotidiana de las mujeres, hace un gran cambio.
¿Qué la llevó a envolverse en las actividades de Pro-Mujer y en obras de ayuda para la mujer?
Creo en la participación. Precisamente por mi vida política, enfrentando la realidad cotidiana y conociendo a la gente, mi simpatía fue naturalmente hacia las mujeres, porque ellas son los pobres de los pobres y las que han sido más explotadas. Con el tiempo y con la edad, me he dedicado más a trabajar por ellas. Le confieso que cuando era joven y trataba de sobrevivir no distinguía géneros, pero ahora entiendo que todo lo que pueda hacer por ellas lo debo hacer.
Tengo entendido que esta institución ayuda a la mujer a ayudarse a sí misma y a su familia para poder salir de la pobreza.
Sí. Al ver las necesidades de las mujeres nos damos cuenta de que son muchas, ya que ellas también representan las necesidades de sus hijos y sus maridos. Pero poco a poco he ido aprendiendo a conocerlas a ellas, su cultura, su idiosincrasia y sus necesidades, y así fue como llegué a la conclusión de que el trabajo a través del programa de Micro-Crédito para Mujeres, era el más efectivo para romper el círculo de la pobreza.
En muchas instancias esto pone a la mujer a la cabeza del hogar, ¿no es así?
En nuestra sociedad, la mujer ya es en muchas instancias la jefa del hogar. El hombre no siempre se queda en el hogar y es la mujer que permanece con los hijos. Ya es un hecho que actualmente el 25% de las familias de escasos recursos están lideradas por mujeres. Ellas son las que trabajan, las que les dan de comer a sus hijos, las que los mandan a la escuela, gracias a ellas sobreviven. Lo que nosotros hacemos es ayudarlas a mejorar lo que ellas ya están haciendo, a que tengan posibilidad de crecimiento y progreso.
¿Qué resultados ha visto?
Es muy incipiente el programa en México, pero puedo decir que el primer cambio inmediato es la autoestima, cómo cambia la seguridad de la mujer en sí misma en el momento en que tiene acceso al crédito para mejorar su negocio y sobre todo en el momento en que se vuelve una persona digna de crédito. En nuestro programa, no Sólo damos el crédito, sino también el entrenamiento básico en finanzas y negocios. Esto las ayuda a tener idea sobre el costo de las cosas y en ocasiones determinar los precios de los productos que venden. Con esa medida mejoran sus negocios y con el crédito pueden expandirlos. Si antes estaban ganando para sobrevivir, ahora ya tienen otro margen de ganancia que les permite aumentar su calidad de vida.
Así que no sólo les dan dinero sino esperanza.
Sí. Se las ayuda, se les da esperanza, oportunidad y fe en sí mismas. Una de las cosas interesantes del programa es que se hace por medio de grupos solidarios, es decir, no son créditos individuales, sino que se forman grupos de veinticinco mujeres que se ayudan entre sí y son avales de ellas mismas. Si alguna de las mujeres tiene problemas y no puede pagar, entre todas pagan su parte. Pero el hecho de reunirse, compartir sus experiencias y conocimientos ya es una forma de enriquecerse y mejorar sus vidas.
¿Hacen publicidad para que esto llegue a más mujeres?
Estamos haciendo un mayor esfuerzo para que se conozca esta labor, para que así sean más personas las que puedan intervenir aportando recursos o participando en ella. Aún así hace falta más difusión.
Una vez que la mujer va superando problemas, que siente más esperanza, que su autoestima crece y es reestablecida, ¿ve usted que salen a ayudar a los demás?
La verdad es que estas mujeres son notables, pues antes de tener una mejoría en sus vidas, ya estaban ayudando a los demás. Si hay alguien solidario son estas mujeres. Lo primero que aprendí haciendo campaña en México, es que las mujeres son las que se mueven, juntan firmas para que se arregle un parque, siempre pensando en algo adicional para la comunidad porque saben que eso se va a ver reflejado en sus familias. Estas mujeres no necesitan mejorar económicamente para ayudar a los demás; las mujeres de más bajos recursos muchas veces son las más solidarias.
Tengo entendido que durante el terremoto de 1985 en México las mujeres instalaban sus mesas y daban de comer a los que estaban realizando tareas de rescate.
Sí, fue un trabajo enteramente voluntario. Creo que este hecho incrementó este deseo que tengo de ayudarlas para que algo de lo que han dado regrese a ellas.
Usted comentó que México no es el lugar donde las mujeres salen en busca de una carrera, ¿pero ha notado que esto está cambiando?
Como en todo el mundo el cambio ha sido notable. Las mujeres son ahora la mitad de los estudiantes y son más de la tercera parte de la fuerza de trabajo. Lo que sucede es que no tenemos el mismo desarrollo que en un país del primer mundo. Sobre todo, la cultura mexicana aún continúa siendo una cultura machista. Desde luego que han habido cambios extraordinarios pero todavía, aquí en México, la mujer debe aceptar la doble jornada, mantener su hogar y ser responsable por él, y si puede, estudiar una carrera. Por eso es el hombre quien tiene que dar el paso para apoyar a la mujer.
El 95%... tiene una fe absoluta, es parte de su forma de ser.
¿Hay entre las mujeres un elemento de religiosidad, de espiritualidad, que usted haya observado?
No en particular, simplemente es de generosidad. No lo había observado desde este punto de vista. Lo cierto es que la mayoría de la población aquí, es católica practicante. No obstante, esa generosidad es más cercana al espíritu comunitario que tiene este pueblo que es anterior a la conquista. Las comunidades existían y aún existen, están vivas y saben ser solidarias entre sí. Esto es un hecho en la nacionalidad mexicana.
¿Ha notado si tienen la necesidad de apoyarse en un poder superior?
Eso se da naturalmente entre las mujeres mexicanas porque el 95% son religiosas y siguen los ritos religiosos, tienen fe absoluta, es parte de su forma de ser. Hay una imagen muy importante que es la Virgen de Guadalupe en la que todos los mexicanos creen, aún los que no son religiosos.
Habiendo estado presente en tantas etapas de la vida de México y habiendo ayudado en tantas formas diferentes ¿qué papel juega la intuición o la esperanza en su labor?
La esperanza es la palabra más importante para que uno pueda ver el futuro de forma positiva. En los pueblos en los que ya no hay esperanza, no hay nada que hacer. Creo que en mi país, en México, la gente tiene esperanza y es esta misma esperanza la que lo hace salir adelante y tratar de ser mejor. Es uno de los sentimientos básicos para que la sociedad pueda buscar cierta felicidad a pesar de todas las zozobras y todas las limitaciones que existen.
Cuanto más se difunda la labor de Pro-Mujer y otras instituciones similares, mejor serán las cosas, tanto para la persona que recibe como para la que da.