Todos necesitamos sentirnos útiles, y es importante levantarnos por la mañana con un propósito porque nos ayuda a sentirnos felices y productivos.
Dios tiene dentro de Su plan un propósito para cada persona.
No obstante, para mucha gente parece que es algo muy serio sentir que no hay propósito alguno en su vida. La falta de dirección es la causa del aburrimiento que afecta a los jóvenes que viven en inferioridad de condiciones en las grandes ciudades, así como del desaliento de los que tienen necesidades especiales. La falta de alguna actividad significativa puede ser un verdadero problema en cualquier instancia de la vida.
El propósito no es algo que el dinero pueda comprar. El columnista Rubén Navarrete comentó que al preguntarle a un grupo de educadores cuál era el principal problema que tenían con sus estudiantes: “Sin vacilar, los profesores estuvieron de acuerdo en que el problema más grande con los jóvenes de hoy es que les falta un sentido de dirección. Y los profesores insistieron en que esto puede que tenga algo que ver con el hecho de que a estos jóvenes prácticamente no les falta nada”.The Detroit News, 13 de febrero de 2005.
La verdad es que todos en este planeta tenemos una razón para existir, aunque haya muchas personas que todavía tengan que percibir este hecho y aceptarlo. No podemos dejar de observar que, además de todos los intentos constructivos a nivel global y local que hay para educar, motivar y emplear a la gente, es de inestimable valor estar conscientes del lugar que ocupamos en el plan de Dios.
Cualquiera sea la circunstancia, cuanta más convicción se tenga de que Dios tiene dentro de Su plan un propósito para cada uno, tanta más esperanza y éxito inevitablemente resplandecerán. En las palabras de Mary Baker Eddy: “El Espíritu, Dios, reúne pensamientos informes en sus cauces adecuados y desarrolla esos pensamientos, tal como abre los pétalos de un propósito sagrado, con el fin de que ese propósito aparezca”.Ciencia y Salud, pág. 506. Esto expresa claramente que no es cuestión de tener o no un propósito, sino que es un hecho que lo tenemos. No es cuestión de determinar quién revela el propósito, sino una afirmación de que sólo Dios lo hace. Y la Deidad no es caprichosa en lo que brinda a Sus amados hijos e hijas; todos reciben en igual medida y por toda la eternidad. Los pensamientos que Él revela en la conciencia de cada uno están específicamente adaptados para satisfacer las necesidades de esa persona. Aceptar estos pensamientos constituye la constante razón de existir, la necesidad del momento, el trabajo para toda la eternidad.
La gratificante y profunda historia de Rut en la Biblia describe cómo una noble viuda, aparentemente sin esperanzas de tener una vida próspera y fecunda en una sociedad extranjera, encuentra su propósito al tener fe en un Dios único y bondadoso. Al tomar la iniciativa de espigar cebada durante la cosecha, ella atrae la atención de un hombre influyente quien ordena a sus criados que dejen caer manojos de granos deliberadamente a fin de que ella los pueda recoger. La humilde devoción que muestra Rut en el trabajo, así como su abnegado interés por las necesidades de su suegra Noemí, quien también era viuda, las lleva a las dos finalmente a obtener la seguridad de un hogar, matrimonio y familia.
En un sentido más amplio, esto es lo que Dios puede hacer por cada uno de nosotros en cualquier etapa de nuestra vida, por medio de la variedad infinita de formas que tiene para manifestarse. Él tiene “muchos propósitos” para enriquecer la vida de todos, cualquiera sea la situación económica, las fuerzas sociales, o las circunstancias adversas. En otras palabras, como la expresión misma de Dios nosotros no podemos dejar de ser realmente necesarios. Su intención para con nosotros es el resultado de nuestra identidad como Su imagen misma, o reflejo perfecto. Puesto que Dios existe, nuestro propósito existe bien claro.
Ciertamente, el enfrentar la desesperanza y ver que no forma parte alguna de la individualidad llena de motivación que Dios ha creado, ayuda a abrir nuestro pensamiento y a descubrir con renovada percepción nuestro propio ser. Y esa propia estima abre nuestro corazón a millones de personas que también anhelan saber cuál es su propósito definido. Es una oración muy poderosa.
Al esforzarnos con confianza por comprender la razón divina de nuestra existencia, podemos ayudarnos a nosotros y a los demás a ver el propósito tan pleno que Dios ha puesto a nuestros pies. Una persona que sea introvertida puede llegar a descubrir que la gente se apoya en ella en lugar de que ella se tenga que apoyar en los demás y esto, quizás por la oración y la compañía que puede llegar a ofrecer. Una nación con bajos recursos puede llegar a descubrir una industria floreciente. Un joven que abandonó la escuela secundaria puede llegar a descubrir que posee una habilidad que no conocía y que está en gran demanda. Y todo esto, porque aun cuando parezca que no quedan alternativas a la vista, las respuestas de Dios son infinitas.