En nuestra reciente conversación sobre la curación espiritual, el amor y el espíritu de Paul Grimes, practicista y maestro de la Christian Science, brilló y se manifestó tan abundantemente como el caluroso aire del desierto y los vividos tonos verdes del paisaje donde vive, al pie de las montañas de Rincón y Catalina en Tucson, Arizona.
Paul, usted se anunció por primera vez como profesional en la práctica de la curación en el Christian Science Journal en 1973. ¿Podria describir en pocas palabras la travesía que lo llevo hasta ese punto?
Yo trabajaba en el ámbito comercial. Era vendedor y vivía en el área de Chicago. Me cansé del clima frío, y decidí comprar un pequeño negocio de limpieza a seco en el Estado de Florida. Durante unos dos años, me fue bastante bien, pero luego llegué a la conclusión de que jugar todos los días al golf y al tenis no era lo que quería hacer en mi vida. Y resultó que un día tuve una muy buena curación en el campo de golf. Ocurrió que estaba moviendo el equipo de un lugar a otro y me lesioné muy seriamente la espalda, a tal punto que parecía el jorobado de Notre-Dame. No me podía enderezar. De alguna forma, logré entrar en el coche y manejar hasta mi casa, pero me resultó muy difícil.
Inmediatamente, me apliqué un paño caliente, pero eso no funcionó. Luego me di un baño de inmersión caliente, y no funcionó. Traté de encontrar sillas que fueran confortables, pero no funcionó. Era una lucha interna muy grande, porque yo había sido Científico Cristiano toda la vida, tomé instrucción en clase Primaria, hice todo, pero sólo había orado un poco.
Era miércoles y, si bien no había asistido a la iglesia con regularidad, por alguna razón me sentí impulsado a ir esa noche. Entonces me vestí y fui. Llegué después de que había empezado el servicio de testimonios, me senté encorvado en la última fila y me la pasé mirando la declaración que había en la pared de la iglesia: "Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres". Juan 8:32. No escuché ninguna de las palabras que se leían en la iglesia, ninguna de las lecturas, ninguno de los testimonios, sino que continué mirando esa declaración y percibiendo lo que quería decir. De pronto me dije: "Bueno, si tuviera que dar un examen y estuviera la pregunta cuánto es dos más dos, y yo pusiera cuatro, la habría contestado correctamente. Ésa sería la verdad. Y la verdad es que yo soy el hijo de Dios, completo, perfecto en todo sentido". Según recuerdo, después de eso me puse de pie y di un testimonio. Había sanado por completo.
Al día siguiente, me di cuenta de que mi vida estaba cambiando. Una cosa llevó a la otra hasta que decidí dedicar todo mi tiempo a la práctica de la curación espiritual.
Por supuesto que fue Jesús quien dijo aquella famosa frase que afirma que conocer la verdad trae libertad. Y esto me recuerda que hace poco me encontré en la iglesia con un amigo, quien me dijo que apreciaba mucho estas conversaciones con maestros de la Christian Science que publica esta revista. Entonces le dije que me avisara si tenía alguna pregunta, y de inmediato me preguntó: "¿Cómo sanaba Jesús?" Claro que no es una pregunta nueva. La misma impulsó a Mary Baker Eddy a descubrir la Christian Science. Pero es un buen punto que viene al pensamiento para que lo exploremos juntos.
Es obvio que Jesús sentía tanto amor que no juzgaba a nadie. Él sabía muy bien quién era. Conocía su relación con Dios. Si uno consulta la Biblia que tiene las palabras de Jesús escritas en rojo, se da cuenta de que él hablaba poco. Pero cada vez que yo leo o estudio lo que él dijo, percibo ese amor. Siento la absoluta percepción de lo que él enseñaba, que sólo hay un solo Dios, un solo Creador, una creación. Y era por eso que él podía sanar. No necesitaba saber cuál era el problema, porque no lo veía. Sólo sabía qué era el hombre — perfecto, completo, intacto, porque sabía que el amor de Dios lo incluía y abrazaba todo. Eso impregna todo lo que leo acerca de la vida de Jesús. Y considero que es la esencia misma de lo que es la práctica de la Christian Science: el amor absoluto. Y con ese amor absoluto, uno no ve otra cosa más que el amor en otra persona.
El Amor es el secreto de toda curación.
Para mí esto quiere decir: el Amor sana. Háblenos un poco más sobre esto. ¿Cómo podemos ir de la afirmación "Jesús amaba a la gente", al hecho de que esas personas sanaron de enfermedades crónicas, del pecado y de la muerte? ¿Qué era lo que estaba ocurriendo allí?
Pienso que es el amor que es simplemente amor. En otras palabras, este amor no se adjudica a una persona, a un lugar o cosa. Se encuentra en todo su ser. Y eso es verdad acerca de cada uno de nosotros. Pienso que eso era lo que Jesús nos enseñaba, a amar más. El amor que sana es aquel que quebranta la resistencia que impide que una persona se vea a sí misma como verdaderamente es, pura, inocente y buena. Mary Baker Eddy dijo que "es amar, ser amado y vivir el amor. No existe nada más que el amor. El Amor es el secreto de toda curación, el amor que se olvida de sí mismo y mora en el lugar secreto, en el reino de lo real".3 Eso es lo que sana. Y, por supuesto. Ciencia y Salud habla de esa comprensión: "Si el Científico Cristiano atiende a su paciente por medio del Amor divino, la obra sanadora se realizará en una sola visita..."Ciencia y Salud, pág. 365. Ese amor es algo inherente a todos.
Cuando usted habla del amor no está hablando simplemente del amor humano, aunque obviamente es una dimensión del misma.
Así es. El amor de Jesús era tan fuerte que pudo demostrarlo humanamente a través de la compasión que sentía por la gente. Él nunca sentía mera conmiseración humana, sino que la compasión que sentía por aquellos que estaban sufriendo era un amor profundo que expresa al Amor divino, o sea, Dios. Él pensaba en los demás con el mismo afecto que tenía por sí mismo. Es por eso que considero que esos dos mandamientos principales son vitales: amar a Dios con todo mi corazón, mi alma, mente, espíritu; y amar a mi prójimo como a mí mismo. Véase Mateo 22:35—40. Uno no puede amar a Dios y amar a su prójimo si no se ama a sí mismo. Y ése es precisamente el amor que Jesús nos demostró. Él amaba quien era, amaba su propósito. Yo amo soy, y amo mi propósito. No se trata de engrandecer el ego. Es saber que como hijo de Dios yo amo lo que Él ama acerca de mí. Y trabajo en los negocios de mi Padre —¿cómo no me va a encantar hacer eso?— porque soy uno con Él. Eso me permite ser un mejor sanador, porque siento ese amor genuino. Tengo un sentido muy profundo de amor por mi Iglesia, el cual considero que es la esencia del progreso que he hecho en el ministerio de curación, porque ese amor por la Iglesia es vital para mi crecimiento y para mi obra sanadora.
Hablemos sobre el amor por la Iglesia. Pero antes, usted me ha inspirado a pensar por un momento en la idea de que a Jesús le resultaba fácil amarse a sí mismo y a los demás porque, como usted dijo, veía a todos en su verdadera semejanza coma una idea espiritual, el reflejo perfecto y hermoso de Dios. De modo que cuando usted habla de amor realmente está hablando acerca de sentir ese poder divino que todo lo envuelve, del cual todos somos su expresión pura. Y Jesús estaba tan en contacto con ese poder divino que tenía un efecto práctico sobre otras personas.
De eso se trata justamente. Lo que va a cambiar el mundo es ese amor. A menudo la gente dice: "¿Quieres decir que tengo que querer a fulano?" No. Hay que amar por el simple hecho de amar. Yo sentía una verdadera antipatía por un político de los Estados Unidos a tal punto que no soportaba verlo, escucharlo, mirarlo. Y recuerdo que un miércoles estaba yo sentado en la iglesia y las lecturas bíblicas eran increíbles, eran sobre amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Conozco ese concepto como la palma de mi mano. Lo practico, lo vivo, pienso en él. No obstante, yo justicaba lo que sentía hacia ese político, pensando que estaba bien, no sólo odiarlo, sino detestarlo. Pero, de pronto, me vinieron estas palabras: "¿Tú dices que amas a tu esposa, dices que amas a tus hijos y nietos, y no obstante te desagrada esta persona? ¿Cómo puedes decir eso? No puedes amar tan sólo a aquellos que deseas amar. Tienes que amar a todos. Punto". Sentí como si me hubieran dado una bofetada. Entonces entendí; y me puse de pie para dar un testimonio sobre lo que había comprendido. Esto ocurrió hace más de un año. Y me he sentido muy liberado de toda reacción sobre esto y de tantas otras cosas en mi vida diaria. Fue un claro recordatorio de que no podemos poner las cosas en diferentes compartimientos de acuerdo con nuestras preferencias.
Usted está hablando de lo que dice Ciencia y Salud: "Estad de portero a la puerta del pensamiento".Ciencia y Salud, pág. 392. Uno de los beneficios de lograr paz mental es que uno no se entremete negativamente en la vida de otro, ¿no?
Sí, y yo soy honesto conmigo mismo. Y es mantener la salud mental. De eso se trata exactamente. Y eso afecta todo, el mundo, mi práctica, mi Iglesia. Es decir, todo esto obra en conjunto.
De pronto me embargó una profunda sensación de paz, y me volví a dormir".
Volvamos entonces a lo que usted dijo sobre el amor par la Iglesia y la importancia que eso ha tenido en su práctica de curación.
Yo siempre he sentido un profundo amor por la Iglesia. Me encanta la definición de Iglesia en Ciencia y Salud. "La estructura de la Verdad y el Amor; todo lo que descansa en el Principio divino y procede de él". ibíd., pág. 583. Y no sólo la Iglesia por sí misma, sino el cuerpo como la estructura de la Verdad y Amor, o el hogar como la estructura de la Verdad y el Amor, es decir, todo. Cuando me refiero al cuerpo como la estructura de la Verdad y el Amor, veo esto como la verdad sobre el ser del hombre. El hombre es sano, fuerte y derecho, porque su estructura es espiritual. Pero cuando llegué a comprender la definición de Iglesia en el segundo párrafo, donde dice "La Iglesia es aquella institución que da prueba de su utilidad...", pareció muy bello que Mary Baker Eddy no la puso con minúscula, sino que la dejó con mayúscula. De manera que Iglesia "es aquella institución que da prueba de su utilidad", y debe dar prueba de su utilidad en mi trabajo, elevándome y despertándome espiritualmente. Tiene que hacerme todas esas cosas a mí. Y es por eso que la Iglesia es tan importante. Si yo leo la Lección Bíblica Se encuentra en el Cuaderno Trimestral de la Christian Science. y la estudio a diario, ¿me despierta hoy? ¿Me siento acaso lleno de entusiasmo y alegría cuando recibo una llamada pidiéndome ayuda? ¿Siento la misma espontaneidad, la misma alegría, la misma inspiración que tenía hace 30 años? Siento aún más. Y eso se debe, por lo menos en mi caso, a que amo más a la Iglesia. Amo la responsabilidad que tengo como miembro de la Iglesia, como practicista. Tengo que continuar atesorando, apoyando y orando constantemente por mi Iglesia y mi práctica, lo que me impulsa a orar por mi familia, mi hogar, mi comunidad, mi mundo. Para mí comienza a partir de esa comprensión básica de que mi ser es "la estructura de la Verdad y el Amor", y lo que yo soy "descansa en el Principio divino y procede de él", la ley de Dios. Eso es lo que me permite ser un sanador.
¿Podría darnos un ejemplo de cómo esta comprensión más elevada influyó en su práctica?
El primer paso fue cuando me eligieron miembro de la comisión directiva de mi iglesia filial. Yo era muy sarcástico al respecto. Pero me sorprendió mucho que me eligieran, porque nadie allí me conocía realmente. Luego pensé: "Ha llegado el momento. Más vale que hagas un buen papel, o te calles la boca. Será mejor que comiences a crecer y seas un hombre". Comencé a ser muy activo en mi iglesia dentro de la comisión directiva, y luego fui elegido Primer Lector. Me hizo crecer en gracia. Me hizo ser más humilde, de pensamiento más espiritualizado. Y me hizo crecer al punto que uno no puede hablar del tema, uno lo tiene que vivir.
Dondequiera que voy, el concepto de Iglesia está conmigo. Está dentro de mí. Y realmente ha sido un fundamento para mi continuo crecimiento espiritual.
Hablemos sobre cómo sana y cómo ora cuando alguien lo llama.
Lo que siempre he sabido y sentido acerca de la enseñanza que he tenido en la Christian Science es que la curación es individual, y así es en mi práctica. Lo bello de la práctica es que hay tantos practicistas maravillosos en el mundo y, confío yo, todos son individuales. Hay seis mil millones de personas en la tierra que podrían llamar a un practicista en cualquier momento y ser bendecidos, así que eso nos mantendría a todos muy ocupados, siempre que nuestro pensamiento esté abierto.
Pero el tratamiento que doy hoy en día es muy absoluto. En otras palabras, yo no necesito saber lo que dice la materia. No necesito revertir la mentira que presenta al hombre como limitado y material. Yo necesito saber qué es Dios y qué es verdad de acuerdo con lo que dice el primer capítulo del Génesis. "Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó". Génesis 1:27. De modo que para mí, el tratamiento absoluto es pensar como Dios piensa, no simplemente pensar en Él.
Recuerdo que en una ocasión una persona me llamó en medio de la noche y me dijo que se estaban muriendo y luego colgó. Me sentí un poco sorprendido, pero empecé a orar por ellos, sin saber cuál era el problema. Pero yo no necesitaba saber qué pasaba. De pronto me embargó una profunda sensación de paz, y me volví a dormir. No supe de esa persona hasta tres días después, cuando me llamó para decirme que habían sanado por completo.
Así que como usted ve, uno no necesita saber cuál es el problema cuando piensa, conoce y escucha desde la perspectiva absoluta de la única Causa perfecta, un solo Creador. Esa es la base a partir de la cual yo trabajo. Si uno escucha al paciente, está escuchando a la mente mortal. Mi labor no se basa en el razonamiento intelectual, sino en el absoluto convencimiento de mi amor por Dios y la categórica revelación de la Verdad divina que hizo Mary Baker Eddy.
¿Me podría dar otro ejemplo de esa línea de pensamiento?
Una noche alrededor de las 11 recibí una llamada de una señora que estaba por tener un bebé. Me dijo que había un problema, un doble latido del corazón. La partera que la atendía pensaba que debía ver a un médico. Éste determinó que el bebé tenía el cordón umbilical alrededor del cuello, y cada vez que la madre tenía una contracción, el latido del corazón del niño se detenía y fluctuaba. El doctor le dijo: "Le doy seis horas para resolver el problema mediante la Christian Science".
El bebé se movió y nació perfectamente, sin ayuda.
Mi tratamiento consistió en ser categórico acera del hecho de que el bebé era una idea espiritual completa, y nada puede estrangular una idea. La misma está por siempre intacta.
La señora me llamó una hora más tarde y me dijo que la situación seguía igual. A lo que yo le respondí: "Dios tiene el control, y punto". Seis horas más tarde recibí otra llamada, y el marido me dijo: "Sólo tenemos 15 minutos, y les vamos a permitir que hagan lo que sea necesario para que nazca el bebé". Y yo les dije: ¿Por qué están apurando esto? Todavía nos quedan 15 minutos. Ya está resuelto". Y 15 minutos después, el bebé se movió nació perfectamente, sin ninguna ayuda.
Yo siento que es esa percepción de que no soy yo el sanador, y ver lo que ya está presente. Ver que ese niño como idea es completo, y nada puede cambiar ni revertir ese hecho. Ésa es la ley. Yo no puedo aceptar lo que le preocupa al paciente porque entonces no puedo ayudarlo. Si el paciente me llama y me dice "Estoy enfermo", o cualquiera sea el problema, y yo digo: "Dios mío, eso es terrible". Lo he aceptado como una realidad.
Así que lo importante es aferrarse a los hechos metafísicos, sin importar lo que pueda decir la evidencia material engañosa. Uno se mantiene firme en eso y confía en ello porque este punto de vista es espiritualmente científico y traerá un ajuste natural y espléndido a la situación.
Correcto. Uno recurre a la verdad y se aferra a ella, pase lo que pase. Eso es lo que produce la liberación. Y es la única base a partir de la cual trabajo.
Entonces el aspecto fundamental de la curación eficaz es que usted, Paul, no es un sanador personal, sino que se apoya sencilla y decididamente en el sistema científico de curación que descubrió Mary Baker Eddy, que siempre ha existido y siempre existirá.
Así es. Y es el Cristo el que produce la curación, ¿no es así? La luz guiadora del Cristo. Repito, no es algo personal. Jesús sabía quién era; sabía cuál era su propósito. Él era verdaderamente la luz para aquella época, la luz para toda la eternidad. Cuando Jesús dijo: "Lázaro, ven fuera" Juan 11:43. — y Lázaro había estado muerto por cuatro días — estaba recurriendo a la divinidad del Cristo que Lázaro reflejaba. Y yo pienso que es justamente esa cualidad del Cristo que está en cada uno de nosotros lo que nos eleva por encima de la falsa creencia, o enfermedad, la muerte, o cualquiera sea la dificultad. Todos tenemos esa cualidad divina.
Y es esa verdadera naturaleza de cada uno lo que nos resulta fácil y natural de amar.
Es verdad. Es por eso que uno puede amar a todos sin limitaciones. Uno simplemente ama la cualidad del Cristo que esa persona expresa. A veces es difícil. Puede que yo piense que la única relación que tiene aquel político con el Cristo es su sonrisa, y eso sea lo único que vea. Pero si soy capaz de ver eso, puedo ampliarlo y llegar a ver que además expresa otras cualidades buenas. Considero que de eso se trata la Christian Science, de la tremenda importancia de mantener en nuestro pensamiento la pureza del Cristo, al vivir nuestra vida y vernos correctamente a nosotros mismos y a los demás.
De modo que amar a los demás, ver que son verdaderamente semejantes a Dios, pase lo que pase, no es simplemente una virtud, es una fuerza civilizadora y un poder práctico, y tiene el potencial de transformar el mundo.
Jeffrey, de eso se trata mi Iglesia y mi práctica. Ser una luz en el mundo.