Apreciados amigos del Heraldo:
Hace algún tiempo me encontraba en un estado profundo de confusión y tristeza. El fallecimiento de mi mamá se había dado en una situación bastante difícil y no lograba sentirme bien. Aunque me esforzaba mucho por orar, no tenía una dirección clara por lo que no encontraba consuelo suficiente.
Un día hablé con una practicista de la Christian Science acerca de la situación en la que me encontraba. Esta persona no dudó en orientar mi oración con verdades espirituales como la de regocijarnos en la inmortalidad de nuestro Hacedor, y en el hecho de que Dios está cuidando de Su creación y no puede permitir que nadie falte.
Consideré que yo debía llegar a comprender esas verdades, y para ello tenía la tarea de sacar a luz, o sea, percibir en mi pensamiento, la inmortalidad de mi mamá como imagen o idea de Dios. De modo que decidí estudiar la Lección Bíblica de la Christian Science. El tema de esa semana era "Los mortales y los inmortales".
Fue así que encontré una cita del libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy que llamó poderosamente mi atención. Dice así: "El hombre a semejanza de Dios, como es revelado en la Ciencia, no puede dejar de ser inmortal. Aunque parezca que la hierba se seque y la flor se marchite, ambas retoñan". (pág. 81)
Dicha declaración me inspiró para entender lo que realmente había pasado. Luego comprendí que en el amor no hay lugar para el pesar y la tristeza, y que jamás estamos separados de nuestros seres queridos. Esto me ayudó también a sanar mi pesar.
Hoy me regocijo al saber que Dios está siempre cuidando y desarrollando la vida de cada uno de nosotros, incluso la de aquellos que parecen ya no estar.
Estoy muy agradecido por estas experiencias y porque en la Christian Science estoy aprendiendo a observar la vida desde una perspectiva espiritual, la cual trae a nuestra conciencia luz, revelación y progreso.
Reciban un abrazo cordial,
Honduras