Empezar de nuevo tiene un atractivo especial. No solo es el anticipo de un futuro más promisorio, sino que nos brinda la oportunidad de dejar de lado todo aquello con lo que ya no queremos vivir. Ya sea que se trate de malos recuerdos, adicciones o conceptos negativos acerca de nosotros mismos, liberarnos del pasado puede ser motivo de gran regocijo.
Se puede comenzar de nuevo de muchas maneras y sus formas son tan variadas como los problemas que queremos borrar. No obstante, lo que no varía cuando se busca la guía espiritual, es que todo comienzo nuevo y promisorio requiere que nos acerquemos más a Dios. Que oremos con humildad para que nuestra vida se reconcilie con nuestro Padre-Madre Dios, y percibamos aún más nuestra verdadera naturaleza como imagen y semejanza de este Padre celestial, y sigamos más de cerca las enseñanzas y el ejemplo de Cristo Jesús.
Cuando una persona decide comenzar de nuevo por haber percibido la realidad espiritual, no sólo mejora su propia vida, sino que tiene un efecto positivo en todo lo que la rodea. Dichas personas revelan más de la creación eterna de Dios, sacando a luz, en cierto sentido, el reino de los cielos en la tierra. Esta es la acción del Cristo, que reforma y sana a la humanidad.
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