Cuando uno se para en la cima del M onte San Jacinto de más De 3000 metros, en el sur de California, a veces puede ver de cerca a las águilas doradas cruzando el cielo con toda libertad. L a misma corriente de aire fresco que las hace avanzar lo envuelve a uno, renovando nuestras fuerzas después del largo ascenso hasta la cima.
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