Hace unos años, los médicos me diagnosticaron cáncer en la vagina y me dijeron que debía operarme. Mi suegra había muerto de esta enfermedad, así que yo tenía gran temor porque la había visto sufrir mucho. Me sentía igual que ella, no tenía cabello y experimentaba dolores en distintas partes del cuerpo.
Entonces me comuniqué con una hermana para contarle lo sucedido, y ella me dijo: “Aférrate a la vida”. Además me dio la dirección de una iglesia de la Christian Science, y me sugirió que buscara allí a una practicista para que me ayudara mediante la oración. Así lo hice, y me presentaron a una señora muy amable quien, después de escuchar lo que me pasaba, me habló con mucho cariño y me llevó a la Sala de Lectura donde me regaló el libro Ciencia y Salud y la Biblia. Entonces me dijo: “Odilia, a partir de este momento vamos a afirmar que no tienes nada”. Pero yo no creía y pensaba: “¿Cómo puede ser que leyendo este libro me vaya a sanar?”
Como me sentía mal a veces no me daban ganas de leer, entonces les pedía a mi esposo o a mi hija que me leyeran las páginas que la practicista me había recomendado estudiar. Poco a poco, fui aprendiendo que la materia no se enferma, que yo soy espiritualmente perfecta y que, por ser hija de Dios, la enfermedad no me pertenecía. Mi fe se iba afianzando cada vez más.
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