Yo tenía 20 años cuando conocí el libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras. Siempre había tenido a Cristo en mi corazón, así que muy pronto este libro y la Biblia se convirtieron en mi consulta diaria, donde encontraba las respuestas a mis necesidades. Empecé a conocer cómo obra Dios en nuestro diario vivir y cómo podemos desarrollar nuestra relación con Él.
Antes yo tenía muchos temores, y con este estudio aprendí a liberarme de ellos y a perdonar. El Padre Nuestro dice: “Perdona nuestras deudas como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”. En su interpretación espiritual, la autora de Ciencia y Salud, Mary Baker Eddy, escribió: “El Amor se refleja en amor” (pág. 17). Entonces, comprendí que perdonar nos libera de la tristeza, de estar atormentados, de rencores y nos ayuda a ser naturalmente buenos.
La Ciencia Cristiana ha sido para mí como una liberación de todo lo que nos aqueja en la vida cotidiana. Oro sabiendo que el Amor divino está constantemente en mi vida y en la de los demás. Soy agente de viajes, y Ilevo 28 años trabajando en el sector de turismo, y siento que hay una panoplia divina protegiéndonos siempre. Es una armadura espiritual que nos salva del mal y nos libra del temor.
Me afirmo mucho en la fe. En Hebreos 11:1 dice: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Mary Baker Eddy define la fe como ser dignos de confianza y estar Ilenos de confianza (ibíd., pág. 23). Esto ha transformado todo aspecto de mi vida.
Este nuevo conocimiento espiritual me ayudó mucho cuando mi hija tenía dos años y se golpeó contra una cama. El pie se le inflamó y le salió un hematoma. Yo me mantenía firme en verla como la idea perfecta de Dios, pero mi esposo insistió en que la Ileváramos al médico.
Cuando el doctor la revisó dijo que era posible que tuviera algo en la sangre y que sería bueno hacerle unos exámenes. Pero yo continué orando por mi hija y no se los hice. Tenía la certeza de que estaba sana y que nada podría impedir su desarrollo normal y armonioso. Recuerdo que mientras la vestía le hablaba de Dios y le decía que era Su imagen y semejanza, sana y perfecta.
Continué orando y en tres días el pie se desinflamó y desapareció el hematoma. La niña había sanado por completo. Esa condición nunca volvió a manifestarse y nunca le pasó nada anormal que pudiera indicar algún problema sanguíneo. Hoy tiene 28 años y es una muchacha de una gran sensibilidad espiritual y todo en ella brilla, gracias a la educación que tuvo con las enseñanzas de la Ciencia Cristiana. Ha tenido mucho éxito en sus estudios y carrera profesional. Las bendiciones y las demostraciones del estudio de Ciencia y Salud han sido maravillosas para toda la familia, y me Ilenan el corazón de gratitud.
Bogotá, Colombia