La idea me atrajo porque tenía un significado profundo. No seas tan dura contigo misma: Sé bondadosa y gentil. Nunca se me había ocurrido pensar que no me amara a mí misma, aunque descubrí que así era. Sin embargo, cuando estuve dispuesta a comprender esa proposición, cosas maravillosas comenzaron a ocurrir. Percibí en parte qué es la belleza en realidad.
Te voy a contar lo que sucedió. Cuando entré en la universidad, recién acababa de aceptar la idea de que tenía un lado femenino. Mi manera de peinarme y vestirme había mejorado, y por primera vez en mi vida, los muchachos parecían notar mi existencia. Por ese entonces, noté que mi peso fluctuaba cada tantos meses. Al principio aumentaba un poco de peso, luego bajaba muchísimo y finalmente recuperaba unos cuantos kilos.
Me encanta estudiar y siempre fui una estudiante dedicada, por lo que nunca parecía tener ni la energía ni el tiempo como para hacer ejercicio. Me sentía tan estresada por mis estudios que tenía la tendencia a compensar mi falta de sueño comiendo por demás. No lograba mantener un equilibrio, y comencé a hacerme simples bromas a mí misma, que terminaron en burlas ofensivas sobre mi figura. Esto era una clara señal de que había perdido el respeto de mí misma.
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