Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Libre de estrés

Del número de mayo de 2009 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Para muchos que enfrentan hoy los desafíos propios de una economía global inestable, con todas sus incertidumbres y demandas personales, familiares y laborales, la idea de que se pueda vivir libre de estrés quizás parezca una utopía.

Pero ¿qué ocurriría si este mundo súper estresado fuera en realidad un sueño? ¿Y si en medio de todas estas presiones y exigencias existiera una realidad viviente llamada Paz; una calma y una armonía inquebrantables creadas por Dios? Me refiero a una paz que nadie tiene que inventar; simplemente existe, y es lo único que existe. Dios creó la vida para que fuera en paz, una vida totalmente espiritual que la Ciencia Cristiana revela y pone a nuestro alcance.

Haga una pausa y piense por un momento en esa posibilidad; piense en lo que significaría para su vida y la de sus seres queridos, descubrir esa calma sagrada y vivir en ella. Piense en lo que significaría para su salud y todo lo relacionado con ella; en lo que podría hacer para tranquilizar las aguas económicas, políticas y sociales del mundo.

La calma comienza al ir conociendo a Dios, al descubrir quiénes y qué somos como la creación espiritual de Dios, y aprender de qué manera nos relacionamos los unos con los otros en el mundo que Él ha creado. La Biblia registra esta búsqueda de la humanidad en términos claves, y muestra cómo las ideas más inspiradas y espirituales del Creador y la creación, resultan progresivamente en una mayor calma, entereza y salud en la vida humana.

Cuando consideramos la Biblia a través de una lente inspirada, vemos que Dios es totalmente bueno, y que nunca ha creado el mal; que Dios es la Vida y nunca el autor de conflictos y muerte; que es el Legislador o Principio divino y nunca un juez que condena; y que es realmente Amor, el Amor de padre y madre que calma y sana, que en un instante puede hacer que la tormenta se apacigüe.

El temor cede cuando el pensamiento toma consciencia del poder de Dios.

Cuando Cristo Jesús oró a su Padre, al Padre universal, y calmó la tormenta de viento instantáneamente con las palabras: "Calla, enmudece",Marcos 4:39. él demostró que el poder del Espíritu era superior a las fuerzas materiales. No obstante, Jesús también en ese momento demostró una verdad más profunda: que la calma de Dios está siempre aquí, que no cambia, y que todo aquel que comprende las leyes divinas que gobiernan la vida puede sentirla y disfrutar de ella. Mary Baker Eddy, fundadora de esta revista, escribió en su obra principal: "La oración no puede cambiar la Ciencia del ser, pero sí tiende a ponernos en armonía con ella".Ciencia y Salud, pág. 2.

Jesús nunca dijo que como resultado de sus logros, nosotros estaríamos libres de los desafíos que hay en la vida, de las tormentas y competitivas demandas de la era moderna. Pero su ejemplo, que la Ciencia del Cristo explica, permite a todos los que lo buscan vivir de una manera más constante en el estado imperturbable del ser de Dios, cualquiera sea la situación que surja. Y la misma ley divina que puede apaciguar una tormenta, también puede calmar el estrés causante de tantos problemas en la salud humana.

Un sitio muy popular de Internet que ofrece información médica (webmd.com), afirma que en los Estados Unidos "del 75 al 90 por ciento de las visitas al consultorio del médico se deben a dolencias y problemas relacionados con el estrés". Esto indica un nivel de estrés elevado, con la consecuente cantidad de medicamentos prescritos para aliviarlo, y las recomendaciones de descanso, ejercicios y dietas.

Con toda la agitación que hay actualmente en la economía global—familias presionadas para obtener crédito o pagar préstamos; trabajadores preocupados por los despidos; jubilados con tanta incertidumbre por su futuro económico, como los recién graduados por sus perspectivas de trabajo—parecería que el medidor de estrés sólo fuera en aumento. A todo aquel que se dedica a aliviar el sufrimiento humano le preocupa la salud pública. La pregunta surge, ¿acaso las sustancias químicas y demás métodos van a la raíz del problema? ¿0 es verdaderamente la salud un elemento del ser de Dios, esa "armonía del ser" esencial que la oración nos permite ver y experimentar?

Jesús se dirigió a la raíz de la enfermedad, y ciertamente a la naturaleza misma del estrés, con su mensaje: "No temáis". Así les dijo a los hombres que iban en la barca durante aquella tormenta, a un padre cuya hija se estaba muriendo, y a las personas cautivas del temor por diferentes razones. Cuando el temor fue eliminado, la armonía y salud preexistentes de Dios se hicieron visibles para ellos.

El estrés no es nada más que ese temor que se ha aceptado como legítimo y sustancial. Y el temor cede donde quiera y cuando quiera que el pensamiento tome consciencia del poder y la presencia de Dios que ocupa todo el espacio. En ese despertar comenzamos a encontrar respuestas a preguntas clave como: ¿Qué quiere Dios que yo sea y haga? ¿Cómo me relaciono con los demás como seres espirituales en igualdad de condiciones?

Comenzamos a percibir que Dios no nos creó para que llevemos cargas y suframos las consecuencias. Él nos hizo para asemejar, incluir y disfrutar la armonía del Ser Supremo.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / mayo de 2009

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.