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Actualidad latina

LIBRES DE ESTEREOTIPOS

Del número de mayo de 2009 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Cómo podemos sin dejarnos llevar por los estereotipos que con tanta frecuencia observamos a nuestro alrededor?

Es común oír: "Es difícil conseguir empleo pasados los 50 años"; "él/ella es demasiado joven para tener esa responsabilidad"; "los adolescentes son violentos"; "esta tarea no es para hombres". Sin duda, estas generalizaciones limitan nuestro concepto de nosotros mismos y de los demás.

No obstante, la oración puede ayudarnos a vencer, poco a poco, este tipo de imposiciones en el pensamiento. En mi experiencia personal, el estudio de Ciencia y Salud me ha ayudado mucho a conocerme a mí misma y a profundizar mi comprensión de mi identidad espiritual. En especial me ha sido de mucha ayuda lo que su autora, Mary Baker Eddy, escribió respecto a nuestra naturaleza como seres espirituales: "La consciencia y la individualidad del hombre espiritual son reflejos de Dios. Son las emanaciones de Él, que es Vida, Verdad y Amor". Ciencia y Salud, pág. 336.

Me he dado cuenta de que todos los estereotipos son conceptos equivocados que niegan o limitan la verdadera naturaleza de nuestro ser como la imagen y semejanza de Dios. Nuestro potencial es inagotable y ahora mismo podemos manifestar en nuestra vida la plenitud del bien divino mediante amplia capacidad, inteligencia, inspiración y creatividad.

Hace algunos años, en la empresa para la que trabajaba me asignaron para participar en un proyecto de desarrollo de un sistema de facturación muy complejo. Pude realizar la definición de las funciones del sistema de información en forma satisfactoria, pero los dueños querían que me encargara también de su diseño detallado, supervisión de programadores, prueba e implementación del sistema computarizado. No tenía experiencia previa en este tipo de proyectos, y mi jefe directo consideraba que otra compañera y yo no teníamos el perfil adecuado para continuar en el proyecto debido a nuestra especialización profesional. Anteriormente otra compañera de trabajo había sido separada por esa misma razón. Yo era nueva en la empresa, y esta situación me generó muchas dudas. También comencé a sentir que tal vez no sería capaz de realizar estas tareas por su complejidad y porque se requerían ciertos conocimientos que debería adquirir.

Yo necesitaba conservar el empleo, así que comencé a orar a Dios en busca de ayuda. En esa época, me dio aliento esta frase que encontré en Ciencia y Salud: "Dios expresa en el hombre la idea infinita, que se desarrolla eternamente, que se amplía y eleva más y más desde una base ilimitada". ibíd., pág. 258:14—16. La idea de aprender partiendo de una "base ilimitada para mi desarrollo" me ayudó mucho. Me reconocí como el reflejo de Dios, que es la fuente de toda la sabiduría, inteligencia, memoria y resistencia que necesitaba. Tuve la certeza de que Él dirigiría mis pasos.

Oré durante meses y a veces alenté a muchos compañeros de mi equipo de trabajo que se deprimían porque no soportaban la presión para cumplir con los tiempos y solucionar las dificultades. Me esforcé por rechazar los rótulos que jefes o clientes nos habían puesto a ellos y a mí, porque me di cuenta de que eran sólo opiniones, falsedades que realmente decían "estás separada de Dios" o "es mentira que eres el reflejo de Dios". Esto duró más de un año, y no fue nada fácil. Pero sentí que Dios estaba conmigo, que su influencia divina me consolaba, me apoyaba, me inspiraba. Tuve que persistir en mi oración y en mi confianza de que todos nos movíamos en la armonía del plan de Dios.

Cuando el proyecto finalizó con todo éxito, uno de los dueños de la empresa nos felicitó y dijo que era increíble que el sistema de información hubiera funcionado desde el principio sin ningún error de cálculo. Un gerente me comentó que estaba asombrado de que yo—considerando mi formación profesional— hubiera podido manejar la parte más crítica del proyecto en forma tan excelente. Estos comentarios fueron interesantes, porque además de sentir un gran alivio, me di cuenta de que era posible no dejarse intimidar por los rótulos que querían imponernos a mí y a la gente que trabajaba conmigo. En vez de rendirnos al desaliento, demostramos cuál era la verdad respecto a nuestra naturaleza. ¡Lo habíamos logrado! Sentí el inmenso amor y cuidado de Dios por todos nosotros y cómo nos había fortalecido y dirigido. Por los buenos resultados obtenidos muchos recibimos una promoción.

Ahora trato de estar más atenta para no poner rótulos a nadie, ya que en realidad es otra manera de criticar y juzgar a los demás. En vez de eso, me esfuerzo por reconocer que como hijos de Dios, su individualidad sólo puede ser buena. Me di cuenta de que ésta es la mejor forma de amar y respetar a los demás, y por cierto es muy liberador poder hacerlo.

Además, cambié mi manera de ver las actividades y oportunidades, y pidiendo la guía de Dios, acepté realizar cosas que nunca antes había hecho, sin temor y confiando en que no dependo de una capacidad humana limitada, sino de una fuente infinita, rebosante, que constantemente produce lo bueno.

Todos podemos sentirnos libres y plenos, sabiendo que no estamos condicionados por estereotipos de raza, sexo, edad, profesión, condición social, perfiles psicológicos o factores culturales. El recurrir a Dios en busca de ideas e inspiración nos da soluciones para todo lo que debamos enfrentar.

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