Muchas bendiciones
—Ciudad Victoria, México
Cuando mi hijo tenía un año y medio padecía de bronconeumonía. Todas las noches tenía que hacerle nebulizaciones y darle medicamentos. Hacía tres meses que no salía de ese cuadro. Una noche en la madrugada, el niño empeoró; le faltaba el aire y tenía mucho ruido en el pecho, además de llorar y no poder dormir. Yo me había olvidado el medicamento en casa de su abuelita lita y no tenía dinero para comprar más.
Hacía poco alguien me había hecho llegar el libro Ciencia y Salud y había comenzado a leerlo. De pronto, me acordé de algo que había leído en la página 468 que responde a la pregunta: "¿Cuál es la declaración científica del ser?" En parte dice: "El Espíritu es Dios, y el hombre es Su imagen y semejanza. Por lo tanto, el hombre no es material; él es espiritual". Inspirada por este texto, empecé fuertemente a declarar que el niño era sano e inteligente, y puesto que estaba hecho a imagen y semejanza de Dios, nada dañino podía entrar en él. Así estuve durante unos veinte minutos, hasta que el niño empezó a respirar normalmente y desapareció el ruido que tenía en el pecho. Esa noche durmió tranquilo y de ahí en adelante superó totalmente el problema de los bronquios. Hoy tiene cuatro años y está muy bien de salud.
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