Muchas bendiciones
—Ciudad Victoria, México
Cuando mi hijo tenía un año y medio padecía de bronconeumonía. Todas las noches tenía que hacerle nebulizaciones y darle medicamentos. Hacía tres meses que no salía de ese cuadro. Una noche en la madrugada, el niño empeoró; le faltaba el aire y tenía mucho ruido en el pecho, además de llorar y no poder dormir. Yo me había olvidado el medicamento en casa de su abuelita lita y no tenía dinero para comprar más.
Hacía poco alguien me había hecho llegar el libro Ciencia y Salud y había comenzado a leerlo. De pronto, me acordé de algo que había leído en la página 468 que responde a la pregunta: "¿Cuál es la declaración científica del ser?" En parte dice: "El Espíritu es Dios, y el hombre es Su imagen y semejanza. Por lo tanto, el hombre no es material; él es espiritual". Inspirada por este texto, empecé fuertemente a declarar que el niño era sano e inteligente, y puesto que estaba hecho a imagen y semejanza de Dios, nada dañino podía entrar en él. Así estuve durante unos veinte minutos, hasta que el niño empezó a respirar normalmente y desapareció el ruido que tenía en el pecho. Esa noche durmió tranquilo y de ahí en adelante superó totalmente el problema de los bronquios. Hoy tiene cuatro años y está muy bien de salud.
Yo soy maestra en la Universidad Autónoma de Tamaulipas, y trabajo por horas. En aquel entonces resultó que me cambiaron el horario y redujeron mis clases. Además, mi hermano estaba estudiando y mi mamá se había quedado sin trabajo, y yo no contaba con el apoyo económico del papá del niño. Como me tenía que hacer cargo económicamente de todo me sentía desesperada y enfermé.
Sin embargo, poco a poco, con el estudio de la Ciencia Cristiana, empecé a percibir que si Dios nos Creó a Su imagen y semejanza, es porque nos ama, y El siendo nuestro Padre jamás desampararía a Sus hijos. Este pensamiento me fortaleció y comencé a ver que todo iba a estar bien, que el alimento que Dios me estaba dando no me dejaría nunca. Puse todos mis problemas en Sus manos y dije: "Yo sé que voy a salir de esto porque Dios no me puede mandar ningún mal. El hizo todo lo que es bueno para nosotros y Su bien es lo único que nos va a sacar adelante. Nadie puede quitarme lo que me corresponde".
Había solicitado una recategorización de mi puesto pero me fue denegada aduciendo que era muy difícil de lograr. No obstante, dos meses después de haber estado orando, mi jefe me informó que esa recategorización se había logrado. También me devolvieron parte de las horas que me habían quitado y me compensaron por las horas que no me podían reponer. Poco después, mi mamá también encontró un buen trabajo. Habíamos estado orando juntas para tener claro que Dios ya tenia reservado un lugar para ella.
Al orar por la situación con el papá del niño, reconocí que los dos teníamos mismo objetivo, que era el bienestar de nuestro hijo, y que el amor de Dios llegaría al corazón de su papá. Y así fue. Ahora el padre es totalmente distinto conmigo y con mi hijo. El consiguió un muy buen trabajo y nos ayuda puntualmente. Hoy nos llevamos bien, con respeto y él visita a su hijo cada fin de semana.
Otra señal importante del poder de Dios, se manifestó en mis estudios. Yo estaba estudiando una maestría y había pedido la fecha para titularme, pero no contaba con el dinero que se requiere para hacerlo. También oré en esta situación para ver que Dios tenía un plan para mí y que me ayudaría, aunque en ese momento yo no sabía cómo. Poco después, me llamó una amiga que vive en otro municipio, para decirme que su hermana había visto allí un cheque de una beca a mi nombre. Yo me quedé muy sorprendida porque ese año yo no había vuelto a tramitar ninguna beca. Llena de gratitud fui de inmediato a retirar y cobrar el cheque y pagué lo que me hacía falta para poder titularme en la fecha prevista.
Estoy muy feliz por todo lo que sigo aprendiendo en la Ciencia Cristiana, y por todas estas muestras del cuidado de Dios en mi vida.
Sana de un bulto en la pierna
—Guadalajara, México
Siempre había creído que Dios era malo, que tenía que tenerle miedo; me sentía acorralada por Él, temerosa. No obstante, anhelaba comprenderlo.
Un día alguien me habló de la iglesia de la Ciencia Cristiana aquí en Guadalajara, y poco después empecé a estudiar el libro Ciencia y Salud. Esto me ayudó a conocer a Dios realmente. Fue maravilloso, pues, descubrí al verdadero Dios, que es Amor, un Padre infinitamente tierno y perfecto que me protege todo el tiempo.
Por aquel entonces, estaba pasando por un disgusto con mi esposo, de modo que me dediqué con más interés a leer este libro, en especial el capítulo sobre el matrimonio. Me maravilló comprobar que al poco tiempo de empezar la lectura observé una transformación en mi esposo, al igual que en mí. Empecé a verme como una verdadera hija de Dios, a Su imagen y semejanza, reflejando por derecho todas Sus cualidades.
Muy pronto tuve la oportunidad de poner en práctica lo que estaba aprendiendo, cuando descubrí que tenía una protuberancia en mi pierna derecha. Si bien mi esposo me sugirió que fuera al médico, yo quise comprobar que Dios sana a todo aquel que se acerca a Él. Esta famosa cita bíblica me ayudó mucho: "Dijo Dios, hagamos al hombre a nuestra imagen" (Génesis 1:26). Me aferré a esta idea, recordándola constantemente. Durante muchos días la hice mía, de pensamiento, de palabra y de obra. Tenía la seguridad de que esto realizaría la curación. A las tres semanas esa protuberancia desapareció por completo. Esto ocurrió hace 14 años. Estoy muy agradecida a Dios.
Curación de dolor de estómago
—México DF, México
Estando en la oficina, hace más de un año, empecé a tener un malestar muy fuerte en el estómago, pero estaba tan ocupada que no le presté atención. Como al cabo de una hora el dolor ya era insoportable, comencé a orar para recurrir a la ayuda de Dios. Cuando iba manejando de camino a casa, que es un trayecto bastante largo, pensé que me desmayaría del dolor. Continué orando para encontrar fuerza en Dios, la Verdad. Cuando llegué, le pedí a mi esposo e hija que oraran por mí, y que llamaran a una practicista de la Ciencia Cristiana para que me apoyara.
En seguida me acosté y me puse a leer unas citas del libro Ciencia y Salud que la practicista me había sugerido. Asimismo mi hija empezó a cantarme himnos, incluso uno basado en un poema de Mary Baker Eddy. También mi esposo me recordó que resido y me muevo en Dios, como enseña la Biblia.
Al rato el dolor se alivió un poco. De modo que seguí orando y luego me quedé dormida. A la mañana siguiente, le hablé a la practicista y me dijo: "Es importante que sepas que todo está bien, porque resides en Dios y nada puede afectarte". Poco después, cuando bajé a tomar algo de alimento, el dolor había cesado completamente, sólo tenía una pequeña incomodidad.
Cuando leí la Lección Bíblica de esa semana, me llamaron la atención dos citas de Ciencia y Salud: Una está en la página 273: "La materia y sus pretensiones de pecado, enfermedad y muerte son contrarias a Dios y no pueden emanar de Él. No existe verdad material. Los sentidos físicos no pueden tener conocimiento de Dios y de la Verdad espiritual". Pude ver que si la verdad es Dios, que es Espíritu, todo lo material es ilusorio.
La segunda cita se encuentra en la página 330 y dice: "Dios es lo que las Escrituras declaran que es—Vida, Verdad y Amor. El Espíritu es el principio divino, y el Principio divino es el Amor, y el Amor es la Mente, y la Mente no es buena y mala a la vez, porque Dios es Mente; por lo tanto, no hay, en realidad, sino una sola Mente, porque hay un solo Dios". Esto me ayudó a comprender que Dios está siempre con nosotros, y que el Cristo, la idea espiritual de Dios, es la roca de la Verdad en la que afianzamos nuestra fe, nuestro conocimiento de lo Divino, y en esa roca sólo pueden entrar pensamientos buenos. No hay otro poder, sino la Verdad divina. Leí esa cita varias veces hasta que cesó todo el malestar.
Esa tarde pude comer y seguí estudiando. Al día siguiente, estaba como nueva, y el miércoles de esa semana relaté mi experiencia en nuestro servicio vespertino de testimonios.
Cuatro semanas después, estando yo con el estilista le pedí un café, y al terminar la bebida, el malestar volvió, aunque no tan fuerte como la primera vez. Me entró un poquito de miedo, pero me apoyé nuevamente en la oración, afirmando las verdades sanadoras que había aprendido de la Biblia y de Ciencia y Salud, hasta que llegué a casa. De inmediato, empecé a leer el primer artículo de la Ciencia Cristiana que encontré, tratando de absorber todo lo que leía para comprender más de la verdad espiritual de mi ser verdadero. Pronto me quedé dormida y cuando me desperté estaba totalmente libre, y el malestar no se ha vuelto a repetir.
La Ciencia Cristiana me ha enseñado que podemos cambiar la base de nuestra manera de pensar, espiritualizándola, y de esta forma sanarnos, sabiendo que no hay otro poder sino Dios, la Mente perfecta, en quien "vivimos, y nos movemos y somos" (Hechos 17:28).
Recupera el movimiento de su brazo
—México DF, México
Cuando mi familia se fue de vacaciones yo preferí quedarme en casa. Los dos primeros días fueron excelentes, pero al tercer día, al tirar algo con mi mano derecha de pronto mi brazo quedó totalmente inerte. El dolor era muy intenso y pensé que me iba a desmayar. Finalmente logré llegar a un sillón, y pensé: "Padre mío, qué debo hacer ahora?" Una voz interna me dijo: "Muévete y báñate".
De inmediato también le pedí a un practicista de la Ciencia Cristiana que orara por mí. Él me habló del poder de Dios, y que reconociera que no había pasado nada, que Dios con Su amor sostenía mi armonía y me protegía
Al principio, sentí un poco de miedo, pero seguí estudiando Ciencia y Salud. Allí encontré en un capítulo que se llama "Los pasos de la Verdad", algo que fue muy inspirador para mí. Lo leí dos o tres veces. Dice: "En el orden de la Ciencia, en el cual el Principio está sobre lo que refleja, todo es una sublime armonía" (pág. 240). Esto me ayudó a entender mi relación con el Amor divino, como Su hija amada, como Su reflejo.
Este capítulo, si bien es sencillo de entender, me di cuenta de que tenía que leerlo despacio. La Verdad es ilimitada, es tan grande que finalmente nos libera de todo dolor, de escasez de dinero, de espacio y de compañía. Esa es la verdad, eso es lo que tuve que entender, cómo Dios nos guía por ser Su reflejo. Dios nos va acompañando en nuestra comprensión de que somos tan perfectos como Él.
Esto me llevó a reconocer que si soy la imagen de Dios, no podía pasar por un accidente tan dramático, no podía perder la movilidad de mi brazo, y tampoco estaba sola. Eso creo que fue lo más importante. Reconocer que el amor de Dios está siempre presente y está a nuestro alcance en todo momento.
Al siguiente día, pude bajar a la cocina y comer. Todavía sentía cierta molestia, pero pude manejarla. En cinco días, había recuperado totalmente la movilidad de mi brazo.
Tengo casi 61 años de practicar la Ciencia Cristiana, y he aprendido la importancia de tener la humildad de escuchar a Dios y pedirle que nos guíe; y Él infaliblemente nos lleva adelante.
Seminarios sobre la PRÁCTICA PÚBLICA Y LA ENFERMERÍA DE la Ciencia Cristiana
Nos complace informar que Lyle Young, CSB, y José Rodríguez Peláez, CS, ambos practicistas y conferenciantes de la Ciencia Cristiana, darán dos seminarios sobre la práctica de curación y la enfermería de la Ciencia Cristiana, en España. Uno de ellos estará abierto a todos aquellos interesados en saber sobre ellas, mientras que el segundo seminario será una reunión interactiva para practicistas y enfermeros de la Ciencia Cristiana ya listados en el Christian Science Journal y El Heraldo de la Ciencia Cristiana.
Los dos primeros seminarios se llevarán a cabo el jueves 2 de septiembre de 2010, en Alhaurín el Grande, cerca de la ciudad de Málaga. Los otros dos se realizarán en la ciudad de Madrid el sábado 4 de septiembre de 2010.
Para mayor información, consulten con la sociedad e iglesia filial de esas localidades, o nuestro sitio Web www.elheraldocc.com
