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Nuestra inmunidad natural

Del número de septiembre de 2010 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En una oportunidad estaba viajando por Sudamérica, y llegué a un país en el que había una epidemia. Había grandes carteles por la calle describiendo los síntomas y advirtiendo sobre el peligro de esta enfermedad. La televisión y los diarios también estaban llenos de avisos y advertencias sobre lo que podía suceder si uno se contagiaba. La población estaba muy atemorizada. Después de unos días de viajar por el país, comencé a experimentar algunos de los síntomas que los medios de comunicación habían identificado como característicos de esta enfermedad. Cuando los síntomas comenzaron a agravarse, empecé a orar como enseña la Ciencia Cristiana, en la cual la oración es el deseo del bien.

Mary Baker Eddy escribe en Ciencia y Salud: "El deseo es oración". Ciencia y Salud, pág. 1. Con esta sencilla y simple instrucción comencé a reflexionar, a tener buenos pensamientos y a orar por esta situación. Recuerdo que lo primero que hice fue orar por la comunidad. Muchas veces cuando uno no se siente bien, tiene la tendencia a orar inmediatamente por uno mismo para sentirse mejor. Pero en esta oportunidad me vino la idea muy clara de que necesitaba expresar mi amor por toda la comunidad. Si el deseo es oración, y los buenos pensamientos son un deseo del bien, estos son, por lo tanto, una forma de orar.

Una de las ideas que utilicé fue reconocer que toda la comunidad tenía el derecho espiritual de sentirse protegida porque había un poder más grande que estaba presente: el poder de Dios. La Biblia, en el Génesis, dice que Dios vio todo lo que había hecho, y que era bueno en gran manera. Génesis 1:31. Esta idea de que Dios era el único creador, y que su creación era buena, fue la idea en que me basé para orar. Los buenos pensamientos fueron parte de esta oración de entender y afirmar que la creación de Dios era buena, y que no había allí miedo, ni epidemia, ni enfermedad, puesto que no había nada de eso en la creación de Dios. Esto me ayudó muchísimo, porque cada momento que tenía libre oraba por la comunidad y por mí mismo. Realmente no me di cuenta cuándo desaparecieron los síntomas. Pero sí recuerdo que después de tres o cuatro semanas de haber estado en el país, leí en el diario que la epidemia había comenzado a disminuir. Estoy seguro de que muchas personas estaban orando —no sólo yo— para ayudar a sus semejantes y para encontrar alivio.

Muchas veces cuando uno enfrenta un desafío, se pregunta: "¿Hay alguna ayuda cercana? ¿Hay alguien que pueda darnos una mano?" En la Ciencia Cristiana aprendemos que esa ayuda la da Dios, y es la ayuda espiritual.

La verdad es que todos somos capaces de aportar a este tipo de cambio; todos podemos pensar y tenemos la habilidad de escoger nuestros pensamientos. Cristo Jesús nos dejó una guía muy sencilla: "Velad y orad".Marcos 14:38. Velar consiste en prestar al atención al tráfico de ideas, de pensamientos que tenemos; y orar podría interpretarse como una forma de elegir los pensamientos que vamos a tener, y esa selección de buenos pensamientos es una forma de oración. Así como una persona va a una heladería y elige el helado que más le gusta, también puede elegir pensamientos de salud, alegría, fortaleza y libertad.

Mary Baker Eddy habla de la necesidad de "orar sin cesar". Ciencia y Salud, pág. 15. Pero hay que tener en cuenta que esto no significa que orar sea simplemente un pensamiento positivo, como se cree en otras corrientes de pensamiento. La Ciencia Cristiana es la Ciencia del Cristianismo. Una ciencia es algo que está basado en un conjunto de leyes, que al ser aplicadas comienzan a demostrarse y desarrollarse. Hay observación y estudio en una ciencia, y la Ciencia del Cristianismo funciona de la misma forma. No cualquier pensamiento es oración; pero los pensamientos buenos, pensamientos que se dirigen a Dios, son pensamientos que empiezan a ser modelados. La Sra. Eddy, en el capítulo La Oración, en Ciencia y Salud, nos dice qué es y qué no es la oración.

Cuando oro recurro a varios textos para inspirarme. Uno de ellos es el "Padre Nuestro", que Jesús dejó a sus discípulos cuando ellos le pidieron: "Enséñanos a orar". Lucas 11:1. En esta oración hay muchas enseñanzas, y también hay una guía clara, indicando qué clase de pensamiento uno debe utilizar al orar.

Esta instrucción del Maestro fue tan importante para la Sra. Eddy que ello culmina su capítulo de La Oración con el Padre Nuestro, junto con el sentido espiritual del mismo. Véase Ciencia y Salud, pág. 16. Cuando hablamos del mundo espiritual estamos hablando de algo que compone todo lo que existe, que es la esencia misma de cada ser: alegría, amor, ternura, paz, confianza. Todos estos elementos forman parte de la creación espiritual aquí y ahora.

Es interesante, porque cuando hablo de la oración y de cómo orar, me baso en las Escrituras. Al leer en el Génesis que Dios ha creado todo y lo ha hecho todo bueno, entonces el hombre tiene inmunidad. La inmunidad en el hombre puede ser reflejada naturalmente. Al igual que la luz es inmune a la oscuridad, me gusta pensar que el hombre también tiene inmunidad natural, por ser hijo de Dios. La Biblia nos dice: "vosotros sois hijos de luz", "andad como hijos de luz". 1 Tesalonicenses 5:5 y Efesios 5:8. No importa cuál sea la situación, cuán oscura pueda ser, como "hijos de luz" e hijas de luz, tenemos una inmunidad natural, que nos da alegría contra el pesar, amor contra el odio y salud contra la enfermedad. Este es el tipo de pensamiento al que recurro todos los días para orar, no sólo por mí mismo, sino también por todas aquellas personas que solicitan mi ayuda con la oración.

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