La ley de gravitación universal descubierta por Isaac Newton hace más de 300 años nos deja hoy algunas lecciones. En el sistema solar vemos cómo esta ley se manifiesta en el armónico girar de la tierra alrededor del so, y cómo al rotar sobre su propio eje ésta nunca queda sin ser expuesta a la luz solar (salvo en los polos por un breve período). Y en la tierra vemos cómo, entre otras cosas, esta ley se manifiesta en las caídas de agua, que corren primero en torrentes para luego encontrar su calma y paz en las praderas.
Las misma ley que expone la tierra a la luz también mueve sus aguas y las pacifica a la vez.
Pero esta ley física no lo explica todo. En las palabras del mismo Newton, "La gravitación explica el movimiento de los planetas, pero no puede explicar qué puso en movimiento a los planetas". Y luego agrega: "Dios gobierna todas las cosas y sabe todo lo que es o se puede hacer".
Esta ley de gravitación es como un símbolo físico de una ley superior de gravitación espiritual que se origina en Dios, el Espíritu divino. Esta ley de Dios se encarga de que cada uno de nosotros tenga una órbita espiritual en la que no queda parte alguna de nuestro ser que no sea expuesta a la luz sanadora de la Verdad, y que trae paz y equilibrio, en la salud y la economía, a nuestra vida.
La Biblia nos da claros indicios de esta ley de gravitación espiritual al mostrarnos que existe un equilibrio entre Dios y Su creación. Por ejemplo, Dios comienza dándole al hombre señorío sobre toda la tierra; luego establece un acuerdo o tratado con el pueblo de Israel en Su promesa de que los mantendría en su jornada por el desierto hacia la tierra prometida. Y tiempo después Cristo Jesús confirmó que este acuerdo estaba aún vigente cuando dio sustento a los que le seguían, incluso cuando antes de ascender dijo que estaría con nosotros para siempre.
De este modo, una de las grandes lecciones que la Biblia nos deja es que todos estamos en un continuo gravitar hacia Dios bajo Su cuidado. Puede que para algunos este gravitar parezca lento, para otros más rápido, para algunos continuo y despacio, para otros de a tramos y con interrupciones. Y esto es porque la aparente fuerza que quisiera retrasar u obstaculizar la gravitación normal hacia el Espíritu divino es una ilusión mental que, en la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy ha denominado magnetismo animal. En este número usted leerá artículos que muestran la falta de poder de esta ilusión así como la supremacía del poder divino en todo corazón receptivo y el hecho de que todos tenemos acceso a la influencia de Su gravitación espiritual, que eleva nuestros motivos y acciones y nos trae un sentido de equilibrio y estabilidad en la salud, la economía y las relaciones, no solamente para nosotros, sino también para los que nos rodean.
Con afecto,