Hace muchos años, estábamos con mi familia de vacaciones en la playa, cuando al caminar de regreso a la orilla con el agua a la cintura, de repente pisé una raya o pastinaca. Este animalito tiene veneno en la cola, y no quiere decir que fuera agresivo, pero al pisarlo reaccionó y me picó en el pie. El dolor fue bastante fuerte, así que llegué con mucha dificultad hasta la playa y me senté en la arena. Como era evidente que tenía un problema, se juntaron algunas personas para ayudarme. Cuando vieron el pie y se dieron cuenta de lo ocurrido, empezaron a contar experiencias que conocían o habían tenido, insistiendo en que el dolor duraba muchas horas, a veces días. Con el dolor que sentía, me resultaba muy difícil escuchar todo eso, y aunque trataba de orar y reconocer la presencia de Dios y Su creación totalmente buena, no lograba concentrarme.
De pronto, vi a lo lejos a mi hermano, y les pedí que lo llamaran. Él vino y me ayudó a subir al cuarto del hotel. Para entonces, la condición había empeorado y parecía que el veneno había empezado a correr hacia arriba. Al rato me di cuenta de que mi mamá estaba presente y me empezó a leer de Ciencia y Salud. Recuerdo que me leyó en parte lo siguiente: "No podemos negar que la Vida se sostiene a sí misma, y nunca debiéramos negar la eterna armonía del Alma, simplemente porque para los sentidos mortales parece existir discordancia. Nuestra ignorancia respecto a Dios, el Principio divino, es lo que produce la aparente discordancia, y comprenderlo a Él correctamente restaura la armonía" (pág. 390).
Todo lo que mi mamá me leía tenía mucho sentido para mí. Me hablaba de la armonía de Dios y Su creación. Y yo pensaba que todo eso era verdad, y estaba de acuerdo con todo lo que me leía. De repente me di cuenta de que el dolor había desaparecido por completo, y me sentía muy bien.
Entonces bajé a la alberca [piscina] del hotel. Creo que no había pasado más de una hora desde el incidente. Un señor que me había estado ayudando en la playa, al verme me preguntó: "Pero, qué hizo?" Al principio no supe cómo explicarle, pero después le dije simplemente: "Me puse a orar". Y él se quedó callado. Más tarde, a la hora de la cena, se acercó e insistió en hablar conmigo nuevamente, y me explicó: "Yo soy muy respetuoso de mi religión, soy judío y amo mi religión. Pero, cuánto respeto hay que tener por una religión como la suya que es evidente que ha hecho algo por usted". Eso me llenó de mucha gratitud. Hay un solo Dios, y todos estamos en este camino, buscando y anhelando encontrar esa presencia de Dios. Y yo, claramente, la encontré.
Esta curación me ha ayudado en muchas ocasiones, y más recientemente, cuando mi gato, que ahora tiene tres años, era chiquito. Me lo acababan de regalar, y le permití que jugara en mi hombro, mientras yo leía. De pronto, dio un manotazo y su garrita entró directamente en mi ojo. El dolor era muy agudo y el ojo empezó a llorar. De inmediato comencé a orar afirmando que Dios siempre nos cuida y, por lo tanto, en Su reino no hay accidentes.
Al día siguiente, la situación no había mejorado gran cosa. Yo había procurado no prestarle mucha atención ni verme en el espejo. Pero tuve que ir a ver a una colega en su oficina y me dijo: "Que barbaridad, cómo tienes ese ojo!" Ella sabe que estudio la Ciencia Cristiana y noté mucha preocupación en lo que me dijo. Pensé que ella creía que yo no estaba haciendo nada al respecto, pero yo estaba orando.
Un pasaje de Ciencia y Salud ME ayudó muchísimo: "Ni la edad ni los accidentes pueden perjudicar a los sentidos del Alma,... Los sentidos del Espíritu están sin dolor y siempre en paz. Nada puede ocultarles la armonía de todas las cosas y el poder y la permanencia de la Verdad" (pág. 214-215). Me tranquilicé cuando percibí que si los sentidos del Alma están siempre en paz y en armonía, entonces, como reflejo de Dios, nada me podía pasar a mí tampoco.
Precisamente, esa noche tuve que ir al aeropuerto a recoger a una amiga. Como el avión se demoró un poco, me senté a estudiar la Lección Bíblica, que incluye citas de la Biblia y de Ciencia y Salud. Esto también me tranquilizó mucho.
Cuando llegó mi amiga, noté que el ojo había dejado de llorar, después de dos días. Yo no dije nada, pero posteriormente, le pregunté si al verme en el aeropuerto había notado algún problema en mi ojo, y me dijo que no había notado absolutamente nada. Es decir que para entonces la curación ya se había efectuado.
Siento mucha gratitud porque podemos recurrir a la presencia eterna y omnipotente de Dios en cualquier situación que enfrentemos.
