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Las finanzas de la Iglesia

Del número de enero de 2011 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En la Asamblea Anual 2010 se informó que los fondos disponibles de La Iglesia Madre son de unos $450 millones de dólares, que los gastos del año pasado fueron de $102 millones, y que la Iglesia no tiene deudas. En una reciente conversación con Ned Odegaard, Tesorero de la Iglesia, Warren Bolon, Jefe de Redacción del Christian Science Journal, señaló que si bien los miembros vieron una situación financiera que es consecuente con los últimos años, algunos tal vez piensen que la Iglesia es rica y no necesita recibir contribuciones constantemente. Su conversación comenzó con esta pregunta: ¿Cuál es la situación financiera de la Iglesia?

Ned Odegaard: La posición financiera actual de la Iglesia es estable y fuerte, y eso es algo por lo que hay que estar agradecido. Pienso que las preguntas fundamentales aquí son: ¿Cuál es el nivel de fondos adecuado para la Iglesia? Y, ¿está el nivel actual más allá de lo que es apropiado?

Desde mi perspectiva, el nivel adecuado de fondos tiene que ver con el modelo financiero básico para la Iglesia que probablemente sea similar a lo que la mayoría de nosotros enfrentamos personalmente. Primero, necesitamos una entrada que responda a nuestro nivel de gastos. De modo que estamos muy conscientes de la relación que existe entre lo que entra y lo que sale. Y segundo, es obvio que si lo que entra es más o menos lo que sale, entonces nuestros ahorros van a subir o bajar.

Estos factores—entradas, gastos y nivel de ahorros—son como las tres patas de un taburete. Tratamos de organizarnos de manera que la Iglesia pueda responder a sus obligaciones financieras de una manera muy ordenada. Pero también estamos tratando de mirar adelante con sabiduría e identificar lo mejor que podemos los cambios que puedan ocurrir en las entradas que recibe la Iglesia y los posibles cambios en los gastos de la misma. Esos cambios en el gasto pueden ser efectuados por la Junta Directiva de la Ciencia Cristiana, o pueden ser causados, en cierto grado, por factores externos. Por ejemplo, podríamos estar sujetos a aumentos en los impuestos a la propiedad en la ciudad de Boston; o la gente que nos brinda servicios podría aumentar sus honorarios, y así sucesivamente. Entonces, es importante determinar—como sucedería en nuestra situación personal—hasta qué punto uno puede sostenerse recurriendo a los ahorros para hacer frente a los gastos del año. Uno de los principios básicos en la administración de las finanzas es tratar de evitar sorpresas que fuercen a hacer cambios considerables o a veces radicales en las actividades actuales debido a una situación de crisis inesperada.

LAS ENTRADAS Y LOS MIEMBROS

A nivel humano, hay un factor importante en lo que se refiere a las entradas que recibe la Iglesia, y es la disminución en el número de miembros. Durante los últimos dos años, la Junta Directiva ha venido expresando claramente a los miembros que esta tendencia viene ocurriendo desde hace ochenta años, y hasta ahora no ha cambiado. Al manejar las finanzas de la Iglesia, esto plantea la pregunta: "¿Qué nivel de gastos es adecuado si la disminución en el número de miembros, que tiende a corresponder con una disminución en las entradas, continúa por más tiempo? La Junta Directiva considera que es apropiado ajustar los gastos de la Iglesia para que se mantengan dentro de una expectativa de entradas razonable. Y esto nuevamente nos plantea el papel que cumplen los ahorros, porque los ahorros pueden ser útiles en dos sentidos. Se puede recurrir a ellos y usar parte de los mismos para pagar las operaciones del año en curso, pero también pueden servir de reserva para responder a necesidades inesperadas.

Alguien podría ver los gastos anuales actuales, que son de poco más de $100 millones, y decir que el total de fondos son cinco veces más que los gastos actuales—de casi $500 millones—y que probablemente sean adecuados, o tal vez más que adecuados. Pero hay que tener en cuenta un par de cosas. Primero, que dos tercios de los bienes de La Iglesia Madre se encuentran en fondos restringidos que sólo pueden usarse para determinados propósitos. Segundo, que si uno considera la posible disminución en las entradas, en parte a causa de la incertidumbre en los mercados financieros, y en parte por la disminución en el número de miembros, entonces no llevará muchos años para que, si continuamos gastando de la misma forma, ese nivel de fondos tal vez no sea suficiente. Tratamos de mantener un equilibrio entre hacer un gasto apropiado según las entradas que se reciben, y balancear lo que constituye un adecuado nivel de fondos.

Hubo un período entre los años 30 y fines de los 50, cuando los gastos de la Iglesia eran razonablemente modestos, y eso coincidió con uno de los más grandes períodos de crecimiento en la bolsa de valores de los Estados Unidos. De modo que, no es de sorprender, que a fines de ese período de 30 años los fondos de la Iglesia hayan aumentado considerablemente. Desde un punto de vista administrativo de empresas no sería sabio esperar que los mercados financieros en las próximas décadas sean tan favorables como lo fueron en las últimas décadas. Esto no es predecir problemas, sino evitar ser ingenuos, de manera que si llegara a haber más volatilidad, no cause una crisis financiera para la Iglesia en un futuro cercano. Ha habido períodos en el pasado en los que fue necesario efectuar ajustes rápidos y considerables para reducir los gastos debido a cambios en los mercados financieros y a una baja en los fondos de la Iglesia. Hemos aprendido que cuando eso ocurre, nos distrae mucho del enfoque que debemos mantener en la misión sanadora de la Iglesia.

Una de las lecciones que debe aprenderse es que el dinero tiene que mantener su papel de sirviente, no de amo. Cuando las finanzas de la Iglesia se transforman en el tema número uno, generalmente no es provechoso. No es la razón principal por la que estamos aquí. El Artículo XXIV del Manual de la Iglesia es el que más habla acerca de la labor del Tesorero, de modo que he pasado mucho tiempo revisándolo. Me sigue sorprendiendo lo extensos y detallados que son los diversos requisitos que la Sra. Eddy estableció en ese Artículo. Ella no confía en la consciencia humana solamente. Ella reconoce claramente que la conducta humana necesita ayuda; como guias, por así decirlo. Para mí, estos requisitos del Manual representan el apoyo que el pensamiento humano necesita y, por lo tanto, también la actividad humana en lo que se refiere a los funcionarios de la Iglesia. Las finanzas son un área que la mente carnal trata de usar de vez en cuando para distraernos del propósito verdadero y fundamental de la Iglesia.

AQUELLO POR LO QUE LOS MIEMBROS PODRÍAN ORAR

Una de las cosas es valorar la Iglesia que fundó la Sra. Eddy, y no la iglesia que parece manifestarse ante el sentido material. La Iglesia que fundó la Sra. Eddy es indestructible. Tiene un propósito sagrado que se cumplirá, y tiene un papel clave en la total espiritualización de todo pensamiento humano. Los miembros pueden orar para que tanto los funcionarios como los miembros sean guiados por la Mente divina única que todo lo sabe, que todo lo ve, que es todo acción, todo amor y todo sabiduría. Y negar específicamente el argumento falso del magnetismo animal de que existe un poder o fuerza opuesta a esta revelación de la Iglesia que Dios le dio a la Sra. Eddy. En la superficie, los desafíos que surgen en las iglesias filiales y aquí en La Iglesia Madre, parecen ser problemas económicos o de la membresía. Pero en realidad son intentos para desacreditar, desbaratar, socavar o negar la revelación de Mary Baker Eddy. Son argumentos que dicen que la Iglesia que ella fundó no puede tener éxito; que es una linda idea, pero que sus seguidores no la pueden llevar adelante. Todos tenemos que estar activos diariamente en nuestras oraciones, negando enérgicamente que cualquiera de esos argumentos pueda tener poder alguno.

Actualmente, el nivel de fondos de la Iglesia parece ser suficiente como para hacer frente a cualquier clase de necesidad presente. Si el número de miembros continúa disminuyendo, pienso que no es necesario mirar muy lejos en el futuro para ver que si las cosas no se ajustan un poco, habrá que preguntarse si los fondos de la Iglesia serán adecuados.

Hace seis años, la Junta Directiva consideró que había que reducir con urgencia los gastos, y en un año los redujo a la mitad, a cerca de $100 millones. Estos se han mantenido muy cerca de esa cifra, y la Junta Directiva continúa viendo qué nivel apropiado de gastos es el necesario para seguir adelante.

Cuando miramos los gastos de la Iglesia, es útil considerarla como tres componentes interrelacionados. Uno, es La Sociedad Editora de la Ciencia Cristiana. En muchos sentidos, la Sociedad Editora tiene una identidad diferente, y ciertas responsabilidades diferentes en su misión. Luego está la Iglesia, si definimos la Iglesia como todo lo demás aparte de la Sociedad Editora. Dentro de la Iglesia, el tercer componente principal de los gastos lo constituyen los bienes raíces. Durante los últimos dos años se ha hecho un esfuerzo—que para completarse probablemente requiera de otros siete u ocho años más—para repensar la función que cumplen las propiedades de la Iglesia, no sólo en lo referente a cómo se relaciona el uso actual de las mismas con la misión de la Iglesia, sino también para asegurarnos de que el gasto para mantener dichas propiedades esté en adecuada proporción con los gastos de las actividades para la misión.

Las actividades de bienes raíces y de la Sociedad Editora gastan actualmente bastante más dinero del que reciben. La Junta Directiva ha estado trabajando con un equipo en cada una de estas áreas, y la Administración Fideicomisaria es el equipo principal de la Sociedad Editora. El objetivo de estos equipos ha sido nivelar más los gastos con las ganancias. Respecto a la Sociedad Editora, hay elementos en su Escritura de Fideicomiso que sugieren que los gastos deben estar de acuerdo con las entradas, no por una simple necesidad económica, sino porque es un elemento de su misión fundamental, un elemento para probar su eficacia. Actualmente hay planes a largo plazo que tienen el propósito de eliminar el déficit de gastos en estas dos áreas. Hasta ahora, estamos dentro de lo planeado para reducir el déficit en ambas áreas, aunque quedan por resolver importantes desafíos a medida que avanzamos.

Un tercer componente en los gastos generales de la Iglesia lo constituyen sus actividades, aparte de las de bienes raíces y publicación. La Junta Directiva también allí está buscando el nivel adecuado de gastos. De esto ha surgido algo interesante: Sería fácil sentir—y perfectamente natural, en muchos sentidos—que los pasos que estamos dando tienen una motivación económica. Que todo el tema es "un mal necesario", y que eso resulta en una desdichada limitación. En algunas áreas, no obstante, aunque los problemas primero surgieron dentro de un contexto económico, el camino que se tomó y tuvo un costo mucho menor para dicha actividad, está resultando ser mejor aún que lo que estábamos haciendo antes.

DOS NUEVOS Y MEJORES CAMINOS

Uno fue la decisión de publicar el Christian Science Monitor semanal y no diariamente. Resulta obvio ahora que las nuevas versiones del Monitor—la edición semanal impresa, el producto diario online, y así sucesivamente—son sumamente respetados... incluso para esta época son mejores que los formatos que les precedieron. La otra cosa nueva que viene al pensamiento es la mudanza de todos los empleados del Edificio de la Administración, el Colonnade y algunos que ya estaban en la Sociedad Editora, a las oficinas renovadas de la Sociedad Editora. Este paso no fue muy popular cuando surgió la idea por primera vez. Muchos pensaron, y era totalmente comprensible, que era una idea impulsada por las finanzas. Pero creo que ahora la mayoría siente que ha resultado ser mucho mejor para todos los empleados, porque ahora trabajamos más cerca que antes los unos de los otros.

Si bien la Junta Directiva y no el Tesorero, está a cargo de los negocios de la Iglesia, siento que esta nueva forma de pensar en el camino que estamos yendo, no es simplemente por razones económicas. Tampoco se está pensando en "achicarnos". Tener dominio no quiere decir marchitarse. Y crecer no implica necesariamente gastar grandes sumas de dinero. Por ejemplo, un aumento notable en el número de practicistas listados no requiere un gran gasto adicional aquí en La Iglesia Madre.

Dios no le hizo esta revelación a la Sra. Eddy para confundirnos. No, la Iglesia es un elemento clave en la completa salvación que Dios ha establecido para la humanidad. Y esto puede demostrarse. Podemos hacerlo. Los exactos pasos humanos que deban darse tal vez no siempre sean obvios de inmediato. Aun así, Dios no ha abandonado el sagrado propósito que tiene para la Iglesia. La Ciencia Cristiana, como la revelación final, no es incompleta, de manera que nosotros podemos hacer esto. Quizás, simplemente parezca que necesitamos cambiar la naturaleza de nuestra disposición para hacerlo.

APOYO PARA UNA IGLESIA ÚNICA

Hay algo que quiero dejar en claro y es que respetamos mucho el hecho de que el dinero de los miembros le pertenece a los miembros. No tenemos ningún interés en tratar de decirle a la gente lo que debe hacer con su dinero. Queremos cumplir con el papel que el Manual nos pide que desempeñemos, y nos complace compartir con ustedes algunos puntos de vista cuando consideramos que es beneficioso. Y este es uno de ellos: La Iglesia Madre es única, incluso entre otras entidades incluidas en el Manual, como las iglesias filiales.Véase Manual, Art. XXIII, Sec. 3, "La Iglesia Madre es única", pág. 71. Muchos miembros con toda generosidad apoyan económicamente a varias organizaciones—y eso es totalmente decisión de cada miembro—pero no encontramos objeción en destacar la visión de la Sra. Eddy, que su Iglesia no es sólo una más en medio de una variedad de organizaciones útiles. Es totalmente única y es esencial para la salvación de la humanidad. Sólo puede recibir nuestro apoyo adecuado si tiene todo nuestro amor. De manera que, en ese sentido, tiene que estar en el centro de nuestros afectos, no en el borde. Ciertamente, y hablo por experiencia propia, esta creencia falsa llamada mente carnal tiende a hacernos ver todo a través del lente del sentido material. El sentido material quisiera que viéramos a La Iglesia Madre simplemente como otra buena organización que hace buenas obras. Y sí, es una buena organización y hace buenas obras, pero tiene un papel a cumplir y un propósito mucho más profundos. De modo que debemos verla, amarla, apoyarla e interactuar con ella como con ninguna otra.

El Manual proporciona guía y apoyo a nuestras oraciones. Pero nosotros debemos ocuparnos individualmente. La cuestión del dominio económico era de sumo interés para la Sra. Eddy. Pienso que ella personalmente enfrentó cada fase de dominio, y en ocasiones falta de dominio, en quienes la rodeaban. Uno de los primeros tesoreros de la Iglesia se escapó con las ganancias obtenidas de una venta de galletas y pasteles. De modo que no le quedó mucho por ver. Ella fue muy sabia y conocedora de la consciencia humana como nadie desde Jesús, y esa sabiduría está entretejida en los Estatutos del Manual. Pero la Iglesia es una demostración colectiva. No es sólo la demostración de la Junta Directiva o de los que tienen una tarjeta de identificación como empleados. Tampoco es sólo la demostración de los miembros. Es de todos nosotros, y es, en cierto grado, la suma de todas nuestras demostraciones individuales. Y no existe ni una sola balanza humana que sea adecuada para medir esas contribuciones.

Algo que siempre me interesó se encuentra en el prefacio de su obra Escritos Misceláneos, donde la Sra. Eddy cita a un filósofo del Talmud, quien dice: "La caridad más noble consiste en evitar que un hombre acepte caridad; y la mejor limosna es enseñarle y capacitarle para que prescinda de limosnas".

Después, ella escribe: "En los comienzos de la historia de la Ciencia Cristiana, entre los miles de mis estudiantes pocos eran ricos. Ahora no son indigentes los Científicos Cristianos; y se procuran su bienestar económico sanando moral, física y espiritualmente a la humanidad".Escritos Misceláneos, pág. ix.

Es obvio que ella no consideraba que la indigencia fuera una condición favorable para sus estudiantes, y me cuesta creer que lo viera como una condición favorable para su Iglesia. Este es uno de los tantos factores que me hacen pensar que ella esperaba que tuviéramos un alto nivel de dominio sobre nuestros asuntos, y que necesitamos desarrollar ese dominio, sin importar lo que esté sucediendo a nuestro alrededor. Esto es verdad para los funcionarios de la Iglesia; no podemos decir: "Bueno, los mercados financieros han bajado de valor, así que no fue nuestra culpa". Y no pienso que ella hubiera ofrecido una "salida" similar a los miembros que puedan decir: "Bueno, yo tengo mis propios problemas económicos, así que en este momento no puedo apoyar a la Iglesia". Lo único que ella pide de los miembros anualmente es, por lo menos, un dólar, en calidad de capitación. Para mí esto quiere decir que ella dio a los funcionarios de la Iglesia la posibilidad de que, mediante la demostración, recibieran con sabiduría, eficacia y gratitud las contribuciones de los miembros. Pero también, que los miembros contribuyeran con generosidad anualmente más de un dólar. Esta Iglesia es como un ecosistema, basado totalmente en la rigurosa, activa y diaria demostración.

Otra manera de ver el requisito de la capitación es que la Sra. Eddy requiere que los miembros respondan conscientemente a la cuestión del apoyo económico de La Iglesia Madre, por lo menos una vez al año. Ella no deja que nos desconectemos económicamente. Con un requisito similar en el Manual, pienso que ella evita que los miembros se desentiendan o desconecten con respecto a suscribirse a las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana.Véase Manual, Artículo VIII, Sec. 14, "Publicaciones periódicas de la Iglesia", pág. 44.

Los miembros han expresado constante generosidad. La Junta Directiva y los funcionarios, y todos nuestros colegas aquí, no podríamos estar más agradecidos por lo que los miembros proporcionan a la Iglesia. Esta generosidad y constancia en el apoyo es necesario que continúe. Tenemos que estar alertas a la sugestión que dice: "Ah, La Iglesia Madre tiene mucho dinero, así que puedo darle menos apoyo a la Iglesia y tal vez darlo a otro lado". Tenemos que estar muy atentos a esto. Pero el amor que cada miembro tiene por esta Iglesia es evidente. Aquí nosotros lo sentimos, lo vemos y lo percibimos económicamente, también.

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