Al poco tiempo de casarnos, mi esposo y yo decidimos poner una joyería en una plaza o centro comercial. Meses después, las ventas comenzaron a bajar y llegó un punto en que la situación se tornó insostenible. Se acercaba la fecha de vencimiento de unos pagarés que habíamos firmado, y no teníamos el dinero necesario.
Cuando le conté a mi mamá lo que ocurría, me dijo: "Acuérdate de que no son tus negocios, son los negocios de tu Padre, y Dios nunca nos da algo para que sea un pesar, sino un gozo. Él nos da las ideas, herramientas, habilidades y cualidades necesarias para salir adelante. Recuerda que tú eres una idea perfecta de Dios y manifiestas Su infinitud". Esas palabras me ayudaron a reconocer la abundancia divina que ya estaba presente, así como a descartar las piedritas del camino que pretendían impedirme avanzar. El sentido material de la vida quisiera amedrentarnos y evitar que nos demos cuenta de que somos hijos de Dios, Quien es nuestro Padre que nos cuida, protege y provee de una herencia infinita y abundante.
Como al otro día tenía que ir a ver al dueño del local para pagarle, antes de acostarme oré para saber que Dios me guiaría a hacer lo correcto. En el libro de Josué en la Biblia, leí lo siguiente: "Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. Esfuérzate y sé valiente'.Josué 1:5, 6.
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