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Ya está todo dado

Del número de enero de 2011 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Al poco tiempo de casarnos, mi esposo y yo decidimos poner una joyería en una plaza o centro comercial. Meses después, las ventas comenzaron a bajar y llegó un punto en que la situación se tornó insostenible. Se acercaba la fecha de vencimiento de unos pagarés que habíamos firmado, y no teníamos el dinero necesario.

Cuando le conté a mi mamá lo que ocurría, me dijo: "Acuérdate de que no son tus negocios, son los negocios de tu Padre, y Dios nunca nos da algo para que sea un pesar, sino un gozo. Él nos da las ideas, herramientas, habilidades y cualidades necesarias para salir adelante. Recuerda que tú eres una idea perfecta de Dios y manifiestas Su infinitud". Esas palabras me ayudaron a reconocer la abundancia divina que ya estaba presente, así como a descartar las piedritas del camino que pretendían impedirme avanzar. El sentido material de la vida quisiera amedrentarnos y evitar que nos demos cuenta de que somos hijos de Dios, Quien es nuestro Padre que nos cuida, protege y provee de una herencia infinita y abundante.

Como al otro día tenía que ir a ver al dueño del local para pagarle, antes de acostarme oré para saber que Dios me guiaría a hacer lo correcto. En el libro de Josué en la Biblia, leí lo siguiente: "Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. Esfuérzate y sé valiente'.Josué 1:5, 6.

Por la mañana, salí sabiendo que Dios me pondría las palabras correctas en la boca. Al reunirme con el dueño le dije francamente que no tenía dinero para pagarle, y le propuse que en lugar de 6 meses me lo extendiera a un año, y que me comprometería a pagarle cada mes. Para mí fue obvio que esas ideas no venían de mí, sino de la Mente divina.

Él aceptó mi propuesta, pero me pidió que le firmara un documento estipulando que si no lograba pagarle en ese tiempo, aunque hubiera pagado un 20 ó 50% del total, lo perdería todo, y estuve de acuerdo.

El resultado de la oración y estudio del libro Ciencia y Salud fue como cuando Moisés separó el mar Rojo, porque abrió cada vez más mi entendimiento, y esto empezó a manifestarse en provisión diaria. Si bien estábamos a principio de año, no pensé en los meses que tenía por delante. Cada día que pasaba decía: "Gracias, Padre, porque hoy tuve lo necesario".

Percibí claramente que mi sustancia son las ideas que provienen de la Mente divina, la única inteligencia. Cuando surgían dudas que me decían: "No puedes hacerlo, no hay ventas, el dinero que está entrando no es suficiente para pagar todos tus compromisos", porque teníamos que pagar la renta del local, las colegiaturas de la universidad, los proveedores, etc., yo decía: "¡No! La Mente divina es infinita, y esa infinitud no se acaba nunca". Poco a poco, fueron aumentando las ventas y la situación en el negocio comenzó a cambiar.

Me ayudó mucho orar con la definición de "sustancia" que Mary Baker Eddy da en Ciencia y Salud, que dice en parte: "Sustancia es aquello que es eterno e incapaz de discordia y decadencia". Luego agrega citando la Biblia, es "la certeza [sustancia] de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve".Ciencia y Salud, pág. 468.

El día en que liquidé el último pagaré, el dueño del local me devolvió la carta de compromiso y me felicitó. Y yo di gracias a Dios.

No obstante, esta manifestación de provisión no terminó allí. Unos tres meses después nos volvió a llamar el propietario para decirnos que el negocio de tener esa plaza comercial no le resultaba redituable. De los 25 locatarios del lugar sólo nosotros y otra persona habíamos podido pagarle todo el dinero. Así que decidió cerrar la plaza y devolvernos todo el dinero que habíamos pagado para que pudiéramos alquilar en otro sitio. Esto fue algo totalmente inusual porque él podría haber cerrado esa plaza comercial sin más y nosotros nos habríamos quedado con las manos vacías. Con ese dinero alquilamos un local en el Zócalo, que es la mejor área comercial del Distrito Federal.

La Ciencia Cristiana me ha ayudado a vislumbrar lo que ya tenemos a la mano. Simplemente es necesario abrir nuestros ojos, nuestro sentido espiritual otorgado por Dios, como dice el salmista: "Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley".Salmo 119:18.

Esta experiencia de progreso que ocurrió hace unos años, me ayuda a no apartarme del camino, a mantener mi pensamiento en lo que Dios tiene para cada uno de nosotros, y a no dejar que el sentido material me desvíe con comentarios negativos acerca de la economía.

Mi gratitud también ha sido constante porque veo que "lo que bendice a uno bendice a todos", como menciona Ciencia y Salud.Ciencia y Salud, pág. 206. Y esto lo veo cuando pago mi renta, pago a un proveedor, a la gente que trabaja conmigo. La gratitud abre puertas para recibir más de nuestro verdadero sustento que nuestro Padre-Madre Dios nos da.

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