Desde tiempo inmemorial los puentes han sido un imprescindible medio de comunicación. Los libros de arquirectura mencionan por lo menos 10 clases de puentes. Entre ellos, el puente de arcos, que es una estructura que los Antiguos Romanos repitieron por toda Europa.
Lo interesante sobre el puente de arcos es que en ciertos lugares llegó a tener una doble función.
Desde el año 1209 y por unos 600 años, Londres tuvo frente a las márgenes del río Támesis el Antiguo Puente de Londres. Este puente de piedra tenía 19 arcos por los que era imposible que pasaran barcos de ancho normal. Sólo podían pasar bajo un puente levadizo que había en su parte media, después de pagar un arancel.
Un libro sobre el tema se pregunta "por qué una ciudad que depende del transporte por río decidió erigir un obstáculo tan grande para la navegación. La respuesta, según hoy creen la mayoría de los historiadores, es que no fue construido sólo para cruzar el río... el propósito fue que hubiera una barrera defensiva a lo ancho del río para rechazar a los invasores que vinieran por el Támesis desde el este".Gavin Weightman, London's Thames–The River that Shaped a City and its History (New York: St. Martin's Press, 2004), p. 15.
Al igual que esta ciudad, que en este puente encontró una forma eficaz para comunicarse y defenderse, todos podemos recurrir a una manera espiritual de defensa y comunicación. ¿Defendernos de qué? Tal vez, de sentirnos invadidos por temores sobre nuestra salud, nuestros ahorros o nuestra seguridad. O defendernos aun de la tentación.
¿Comunicarnos con quién? Con la fuente que ha venido trayendo solución a los problemas del mundo desde que hay humanidad; con Dios, la Vida e inteligencia de todo ser. Una comunicación que está ya establecida por medio del Cristo, la idea salvadora o bienhechora para toda situación.
El Cristo es la íntima e ininterrumpida relación que cada uno de nosotros tiene con Dios. Y esta relación es también nuestra defensa. Mary Baker Eddy, quien estableció El Heraldo, escribe en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: "El Cristo ilustra esa fusión con Dios, su Principio divino, que da al hombre señorío sobre toda la tierra".Ciencia y Salud, pág. 316.
El Cristo es el camino que, cuando parece que cruzáramos aguas tormentosas de dudas, tentaciones y temores, nos enseña lo que para Dios somos, mostrándonos así nuestra defensa. Y Cristo Jesús, quien mostró este camino, señaló esto en el Padre Nuestro, donde implícitamente nos identifica a todos como hijos de Dios.
Esta forma de identificarnos cuando oramos, esta comunicación que establecemos con Dios, es nuestra defensa. La Sra. Eddy se refiere a esta relación con Dios así: "Estando el hombre real unido a su Hacedor por medio de la Ciencia, los mortales sólo tienen que apartarse del pecado y perder de vista la entidad mortal, para encontrar al Cristo, al hombre verdadero y su relación con Dios, y para reconocer la filiación divina".Ibid., pág. 316.
El acto de identificarnos como hijos de Dios, el pensar que ahora somos la imagen y semejanza del Amor divino, nos muestra que moramos seguros bajo Su mirada, allí mismo donde Él quiere que estemos, para dar prueba de que Él está allí, y para que seamos testigos de que los que nos rodean también moran bajo Su mirada.
En este número va a leer del valor que tienen nuestros pensamientos para mejorar la atmósfera de la economía mundial, así como de instancias en que nuestros colaboradores vieron que una comunicación más estrecha con Dios trae solución a los problemas. Uno de ellos recurrió a la Biblia por inspiración (véase pág. 10), otro encontró ideas sanadoras en Ciencia y Salud (véase pág. 11), y otro llegó a reconocer que "los miedos son reemplazados por el amor, y no queda vacío alguno" (véase pág. 24).
Con afecto,
    