Pasé por una época en que tomaba muchos psicofármacos porque no podía dormir. Estaba angustiada y muy deprimida y sentía la necesidad de acostarme varias veces en el día. Mi esposo solía cocinar para mí y nuestros niños pequeños. Las pastillas que tomaba para dormir parecían amortiguar la visión dolorosa que tenía de la vida, adormeciendo mi sensibilidad.
Hacía un año, mi hermana me había regalado el libro Ciencia y Salud, pero no me había interesado y lo tenía guardado en un estante. En un momento dado, no sé qué pasó que me hizo abrir el libro y luego empezar a asistir a las reuniones de un grupo de la Ciencia Cristiana que se había formado por donde vivo.
Ciencia y Salud me abrió el entendimiento de la Biblia. De noche leía el Salmo 23, y algunas páginas de este libro donde encontraba declaraciones que me fortalecían mucho. Entre ellas: "El ser es santidad, armonía e inmortalidad" (pág. 492), y "la Verdad es siempre victoriosa" (pág. 380). Las enseñanzas de la Ciencia Cristiana me dieron otra visión de Dios como la Vida misma, más allá de toda amenaza de limitación y enfermedad. Este nuevo concepto me conmovió, me liberó de miedos que tenía desde la infancia, y me sentí tan liberada y feliz que quería deshacerme de todo lo que me limitaba tanto. Así que, un día, decidí dejar todos los medicamentos. La primera noche no dormí mucho, pero igual estaba tranquila, y de ahí en adelante empecé a dormir maravillosamente.
Esta curación produjo un cambio tan grande en mí que reingresé a mi labor en la enseñanza, que había dejado de lado antes que nacieran mis hijos. Para hacerlo tuve que volver a prepararme, pero lo hice con mucho entusiasmo y pronto empecé a trabajar otra vez.
También me pasó algo inusitado. Yo creo que estaba tan saturada de medicamentos que había entrado en una menopausia adelantada. De modo que cuando dejé de tomarlos, se regularizó mi menstruación, después de casi siete años, y mi cuerpo volvió a funcionar normalmente.
En los últimos años he tenido muchas curaciones en la Ciencia Cristiana que me han permitido sentir verdaderamente la presencia de Dios. Estas experiencias me han demostrado que el conocimiento de Dios nos da la verdadera libertad. Los miedos son reemplazados por el amor, y no queda vacío alguno. Mary Baker Eddy escribió que "la necesidad extrema del hombre es la oportunidad de Dios" (Ciencia y Salud, pág. 266) y las experiencias que he tenido desde que conocí la Ciencia Cristiana me muestran que eso es verdad.
    