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bienvenida

El código de construcción

Del número de marzo de 2011 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Has estado envuelto alguna vez en la construcción de una casa? Yo sí, y es increíble lo que uno aprende. Se empieza estableciendo un fundamento fuerte, por eso lo primero que se ponen son los cimientos de concreto. A partir de allí se levantan las paredes y todos los importantes elementos que se necesitan para erigir una casa firme y sólida.

Un día, estaba leyendo el libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, cuando me encontré con este pasaje: "La Ciencia Cristiana sana la enfermedad orgánica tan positivamente como sana lo que se llama enfermedad funcional, porque sólo se requiere una comprensión más completa del Principio divino de la Ciencia Cristiana para demostrar la regla superior".Ciencia y Salud, pág. 162. Yo lo había leído varias veces, pero en esta ocasión la última parte me llamó mucho la atención.

Esa noche oré para comprender mejor el Principio divino y, horas después, me vino la repuesta en tan solo tres palabras: "Son los requisitos". Percibí que Dios, la Mente divina, hizo su creación teniendo por cimientos Sus maravillosas cualidades espirituales, tales como: sabiduría e inteligencia, equilibrio y armonía, fortaleza e inspiración, lealtad y honradez, amor y compasión, belleza y gracia. Me di cuenta de que estos son los requisitos que deberíamos cumplir nosotros en todos los aspectos de nuestra vida. Podríamos decir que el Principio es nuestro código de construcción.

Cristo Jesús dijo a sus discípulos: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente..." Esto para mí quiere decir que cuando amamos a Dios sobre todas las cosas no reconocemos ningún otro poder ni presencia. Lo que ocurre es que siempre que tenemos temor por algo, ya sea enfermedad, falta de dinero, inseguridad, estamos construyendo sobre cimientos falsos y débiles porque creemos que existe un poder aparte de Dios. En cambio, cuando construimos sobre una base sólida, llena de entendimiento y firmeza espiritual y de una fe inamovible en la Mente divina, podemos sanar, obtener provisión y resolver cualquier conflicto.

Jesús continúa diciendo: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas".Mateo 22:37-40. Es decir, que al cumplir estos dos mandamientos cumplimos todos los demás. Si analizamos esto vemos que si amamos a nuestros semejantes, ¿cómo vamos a obrar mal y engañar, cómo vamos a expresar odio y resentimiento, cómo vamos a ser codiciosos y tratar de obtener lo que queremos a cualquier precio sin importar a quién perjudicamos, cómo vamos a envenenar a nuestro prójimo con drogas?

Amar de verdad significa ser una transparencia del Amor divino, expresar compasión y alegría, regocijarse con el éxito ajeno, mantenerse firme en lo que es justo, expresar espontáneamente ese amor desinteresado que da sin esperar nada a cambio. Amar es expresar al Cristo, la idea espiritual de Dios; es una manifestación de la unidad que tenemos todos con la Vida, la Verdad y el Amor.

En este número, una colaboradora habla sobre la trinidad, otro, acerca de la importancia de orar para terminar con el tráfico de drogas, mientras que un tercero relata cómo el valor moral lo ayudó a salir de una situación que parecía imposible de resolver.

Cuando nos esforzamos por construir nuestra familia, nuestras relaciones con los demás, nuestro trabajo y nuestro país, sobre cimientos espirituales, nuestra vida llega a ser, como afirma Mary Baker Eddy, "una sublime armonía".Ciencia y Salud, pág. 240

Con afecto,

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